Todos contra los Wildenstein
Nietos de jud¨ªos expoliados, herederos insatisfechos, la Academia de Bellas Artes y hasta su madrastra denuncian al patriarca de una c¨¦lebre familia de marchantes
Era un apacible d¨ªa de enero, cuando los investigadores de la polic¨ªa francesa entraron a empellones en uno de los lugares m¨¢s refinados del refinado mundo del arte en Par¨ªs. Ven¨ªan a examinar la impresionante colecci¨®n del Instituto Wildenstein. Pese al enorme revuelo causado en la habitualmente apacible orilla derecha del Sena, aquella no era la primera vez.
Al final de aquella, la tercera redada, la polic¨ªa se incaut¨® de una ingente cantidad de obras, entre dibujos de Degas, una escultura de Rembrandt Bugatti o un cuadro impresionista de Berthe Morisot. Todas ellas figuraban en listas de piezas cuyo extrav¨ªo o robo hab¨ªa sido denunciado por familias jud¨ªas saqueadas por los nazis o por herederos convencidos de que sus tesoros hab¨ªan desaparecido durante la resoluci¨®n de las herencias de sus familias.
La polic¨ªa hall¨® las piezas al investigar un presunto lavado de dinero
Aquella incautaci¨®n centr¨® todas las miradas en la familia Wildenstein, discreta dinast¨ªa de marchantes jud¨ªos franceses durante m¨¢s de cinco generaciones y cuyo nombre contaba entre los m¨¢s prestigiosos en el mundo del arte internacional. En el centro del ma?lstrom de problemas se halla Guy, de 65 a?os, presidente de Wildenstein & Company, negocio repartido entre Nueva York, Tokio y Par¨ªs.
Esta no es la primera vez que la familia se ve envuelta en controversias o demandas judiciales, pero nunca en la cantidad o la magnitud de las que ahora penden sobre ella. Wildenstein fue citado esta semana en Par¨ªs para enfrentarse a un interrogatorio conducido por los polic¨ªas antifraude franceses, que descubrieron las obras de arte mientras investigaban acusaciones por presunto lavado de dinero y evasi¨®n de impuestos presentadas contra ¨¦l.
Tambi¨¦n busca respuestas la Academia de Bellas Artes, una prestigiosa sociedad cultural francesa que ha interpuesto una demanda judicial para solicitar una investigaci¨®n sobre un cuadro de Morisot desaparecido de la Academia, de la que el padre de Wildenstein, Daniel, y su abuelo Georges, eran miembros. En febrero Guy Wildenstein declar¨® en la revista francesa Le Point que la presencia del cuadro de Morisot en la c¨¢mara acorazada del Instituto Wildenstein podr¨ªa haber sido "fruto de un error o de un descuido".
Las hostilidades comenzaron en Par¨ªs en septiembre, tras una demanda de la madrastra de Guy, Sylvia Roth Wildenstein. Antes de morir, dispar¨® un ¨²ltimo cartucho para obtener lo que consideraba suyo: una mayor participaci¨®n de la herencia del patrimonio de su marido, Daniel Wildenstein, fallecido en 2001. Ella acusaba a Guy Wildenstein de evasi¨®n de impuestos y de lavado de dinero para ocultar el tama?o de la fortuna familiar, poniendo la propiedad de valiosas obras a nombre de fondos an¨®nimos en las Bahamas o almacenando arte en una c¨¢mara acorazada en Ginebra fuera del alcance de las autoridades. Cuando la galer¨ªa Wildenstein, hoy organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que realiza investigaciones art¨ªsticas, abri¨® en 1875 su primera sucursal en Par¨ªs, se labr¨® r¨¢pidamente una reputaci¨®n por vender cuadros de grandes maestros, esculturas francesas del siglo XVIII, y obras impresionistas y posimpresionistas.
Sus pr¨¢cticas empresariales han sido duramente cuestionadas varias veces desde entonces. Despu¨¦s de la II Guerra Mundial, la familia reanud¨® la actividad de la galer¨ªa en Francia, pero la interrumpi¨® a principios de la d¨¦cada de los sesenta, despu¨¦s de que Andr¨¦ Malraux, ministro franc¨¦s de Cultura, acusara a Georges Wildenstein de sobornar a un funcionario para que permitiera la exportaci¨®n de un cuadro de Georges de La Tour. Nunca se presentaron cargos.
La reputaci¨®n de la familia volvi¨® a estar en entredicho en los noventa, cuando el escritor Hector Feliciano public¨® The lost museum: the nazi conspiracy to steal the world's greatest works of art
[El museo perdido: La conspiraci¨®n nazi para robar las mayores obras de arte del mundo]. En ¨¦l se aseguraba que durante la II Guerra Mundial, Georges Wildenstein trabaj¨® con un influyente marchante nazi, Karl Haberstock, que compraba y vend¨ªa obras de arte robadas a los jud¨ªos. Guy Wildenstein y otros miembros de la familia rechazaron en¨¦rgicamente los cargos e interpusieron contra Feliciano una demanda por difamaci¨®n, finalmente infructuosa, en el tribunal supremo franc¨¦s.
La ¨²ltima crisis de los Wildenstein empez¨® el pasado oto?o cuando la madrastra de Guy, que sufr¨ªa un c¨¢ncer de ovarios terminal, estaba a punto de morir. Ciudadana estadounidense nacida en Ucrania, conoci¨® a Daniel Wildenstein en 1964 y estuvo casada con ¨¦l 23 a?os. Quince d¨ªas despu¨¦s del funeral de su marido en 2001, declar¨® en los juicios contra Guy y su hermano Alec que la hab¨ªan convencido de que Daniel hab¨ªa muerto en la ruina y que se enfrentaba a unos impuestos onerosos, lo que la llev¨® a aceptar la renuncia de sus derechos sucesorios a cambio de un apartamento y de unos ingresos anuales de 400.000 euros.
En 2005, los tribunales franceses restablecieron sus derechos como heredera en una decisi¨®n mordaz. Tambi¨¦n ordenaron a sus hijastros que le pagaran 20 millones de euros como adelanto de una fortuna que seg¨²n diversos c¨¢lculos var¨ªa entre los 43 y los 4.000 millones de euros. La se?ora Wildenstein dej¨® instrucciones espec¨ªficas en su testamento para seguir con la batalla m¨¢s all¨¢ de la tumba.
Tambi¨¦n Yves Rouart, el sobrino y heredero de la coleccionista de arte Anne-Marie Rouart, lleva a?os luchando en los tribunales franceses para que los Wildenstein devuelvan las obras de arte de la colecci¨®n de su t¨ªa, fallecida en 1993. Ella don¨® una parte de su colecci¨®n y de sus propiedades a la Academia de Bellas Artes, siguiendo el consejo de Daniel Wildenstein, pero dej¨® su apartamento de lujo en Neuilly-sur-Seine, con sus muebles incluidos, a Yves Rouart.
La cruzada judicial de este empez¨® tras descubrir que durante la resoluci¨®n de la herencia hab¨ªan desaparecido de las paredes hasta 40 cuadros -entre los que se incluyen obras de Degas, Manet y el cuadro de Morisot de la casita de campo normanda-. Guy Wildenstein fue uno de los dos albaceas. Veinticuatro de esas obras de arte, con un corot entre ellas, aparecieron en Suiza en 1997 en una c¨¢mara acorazada alquilada por Fran?ois Daulte, experto en impresionismo y padre de Olivier Daulte, el otro albacea. En la redada de enero en el Instituto Wildenstein, otro cuadro perdido de Morisot fue descubierto por la polic¨ªa, que avis¨® a Rouart. Este ha interpuesto una nueva denuncia, mientras se trata de determinar c¨®mo lleg¨® el cuadro a estar en el Instituto Wildenstein. La Academia ha interpuesto una denuncia similar en relaci¨®n con el cuadro de la casita de campo de Morisot en la que tambi¨¦n afirma que tiene inter¨¦s debido a la donaci¨®n de la se?ora Rouart.
? The New York Times
Traducci¨®n de News Clips.
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