Est¨¦tica
Sin permiso del Real Madrid y el F. C. Barcelona, el mundo sigue girando. Hay un momento en el que la informaci¨®n deportiva, con sus ruedas de prensa, especulaciones y entrevistas a los aficionados a pie de calle se parece demasiado a sacudir una alfombra. Por mucho que le atices siempre saca algo de polvo. De ah¨ª la insistencia de los medios. La televisi¨®n especialmente, que ha hecho del relleno un arte, sabe que un gran partido de f¨²tbol es una garant¨ªa de material para pasar por la trituradora. Como si los programadores se levantaran por la ma?ana y suspiraran aliviados al ver que ya tienen tres o cuatro horas de la jornada resueltas de un plumazo.
Entre todo eso, destacaba a¨²n m¨¢s que La 2 dedicara un espacio al escultor vasco Jorge Oteiza. La televisi¨®n, con su jerarqu¨ªa de cosas y personas importantes tan particular, ha convertido la presencia de un escultor en una rareza. Al menos, los neurocient¨ªficos dan consejos de autoayuda disimulados en la jerga profesional y a los pintores se les puede retratar dando unas pinceladas en su estudio. Por suerte Oteiza, muerto en 2003 a los 94 a?os, ofrec¨ªa suficientes aristas para liberar a la emisi¨®n del recorrido por la piedra y el metal de sus mejores obras. Escritor, agitador y controvertido, ya solo el retrato de su personalidad m¨¢s cotidiana era una acumulaci¨®n de contradicciones.
Alguno de sus familiares recordaba c¨®mo se enfadaba con los libros de texto que le hac¨ªan estudiar a sus sobrinos y los tiraba al suelo asegurando que all¨ª no iban a aprender nada. En un momento dado su voz sonaba en una antigua grabaci¨®n para recordar que sin una educaci¨®n est¨¦tica, cualquier formaci¨®n estar¨ªa siempre incompleta. Sonaba extra?o o¨ªrlo en la televisi¨®n, que se empe?a tan a menudo en arrasar cualquier propuesta est¨¦tica frente a lo acumulativo. La televisi¨®n es una ducha que cae sobre el espectador sin dejar huella, como un proceso cotidiano en el que la acci¨®n de mirar est¨¢ vac¨ªa de contenido y la propuesta est¨¦tica es un estorbo. Igual que Oteiza sosten¨ªa que el arte no era para los museos, sino para el hombre, podr¨ªamos preguntarnos para qui¨¦n es la televisi¨®n. Mucho me temo que es solo para la propia televisi¨®n.
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