'La aver¨ªa', entre el currazo y el sobrepeso
1 La aver¨ªa, de Friedrich D¨¹rrenmatt, es un jugoso cuento siniestro sobre la culpa (y su correlato, la necesidad de castigo) que hubieran podido firmar Roal Dahl, Stephen King o Rod Serling, y del que hubiera salido un perfecto episodio de Galer¨ªa nocturna: de hecho, parece que el propio D¨¹rrenmatt lo convirti¨® en gui¨®n televisivo. Fernando Sansegundo ha adaptado el relato para la escena y Blanca Portillo ha dirigido la puesta, que est¨¢ acabando sus funciones en el Matadero con bravos y llenos diarios, y pronto comenzar¨¢ una gira que promete ser igualmente exitosa.
El gran gancho del espect¨¢culo son sus m¨¢scaras, unas elaborad¨ªsimas pr¨®tesis de silicona creadas por Javier Hern¨¢ndez y Elena Cuevas. Quiz¨¢s no sea yo el espectador ideal de La aver¨ªa, porque nunca me han gustado las m¨¢scaras, pese a su milenaria tradici¨®n: me gusta verles las caras a los c¨®micos, sobre todo si son buenos, y creo que nuestro Se?or, en su infinita sabidur¨ªa, se las dio para expresar emociones. En La aver¨ªa hay un actor, el formidable Jos¨¦ Luis Garc¨ªa-P¨¦rez, que va a cara descubierta. Los dem¨¢s son m¨¢s o menos de su misma quinta pero han de "parecer" viejos. Me he interrogado sobre la raz¨®n de estas m¨¢scaras. Tenemos estupendos actores maduros (o viejos, dig¨¢moslo sin reparos) piando por un papel, o sea que por escasez no habr¨¢ sido. Dado que lo que le sucede al protagonista es "como un sue?o" (y as¨ª se encarga de record¨¢rnoslo media docena de veces), las m¨¢scaras crear¨ªan esa distorsi¨®n on¨ªrica de pesadilla infantil. Joe Dante jug¨® muy bien esa baza en el episodio It's a good life de En los l¨ªmites de la realidad, aunque aqu¨ª los perfiles del juez (Daniel Grao), el fiscal (Asier Etxeandia) y el defensor (Jos¨¦ Luis Torrijo), que en principio parecen estar a caballo entre la fantasmagor¨ªa dickensiana y una pantomima navide?a de El viento en los sauces, acaban desliz¨¢ndose hacia un territorio que bien podr¨ªa llamarse Los Tele?ecos en Kafkalandia. Lamento decir esto, porque resulta obvio que los actores se han pegado un trabaj¨®n de a¨²pa (cuatro meses, me dicen) para componer sus personajes y hay mucha energ¨ªa en esos dibujos, pero las m¨¢scaras, en mi opini¨®n, no s¨®lo distorsionan los rostros sino que enfr¨ªan considerablemente las emociones: a la que te descuidas marionetizan la interpretaci¨®n, y todo se llena de voces raras, risas ves¨¢nicas y gesticulaciones desmesuradas. Fastidia un tanto, la verdad, ver a una actriz tan sutil como Emma Su¨¢rez oculta y encerrada en ese envase de bruja corrupia (Mademoiselle Simone, algo as¨ª como la versi¨®n sat¨¢nica de la Sophie de Las chicas de oro) aunque tambi¨¦n es cierto que Blanca Portillo la gu¨ªa con mano muy firme para que deje aflorar, en la preciosa escena de la canci¨®n nocturna, un aura de hada medieval que hubiera entusiasmado a Juan Eduardo Cirlot. Hay emoci¨®n creciente en el impecable Traps de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa-P¨¦rez, que va despoj¨¢ndose de las iniciales capas de chuler¨ªa bronca para convertirse al final en un ni?o aterrado que camina hacia el rinc¨®n m¨¢s oscuro de la clase, y tambi¨¦n vemos, tras la m¨¢scara, la resignada amargura y la bondad in¨²til en el perfil del verdugo que sabiamente encarna Fernando Soto. La puesta, por otro lado, tiene un serio problema de sobrepeso. Dos horas y cuarto me parece una duraci¨®n desmesurada para una historia que, como apuntaba al principio, podr¨ªa contarse en los cincuenta minutos de un episodio televisivo cl¨¢sico. Blanca Portillo parece haberse esforzado en hacer "interesante" un material que no lo requiere. Hasta llegar a la parte del juicio, que realmente interesa por s¨ª misma sin el menor a?adido, tenemos que asistir, junto a momentos notables como los ya citados, a una largu¨ªsima comida en la que cada uno de sus platos llega impepinablemente precedido de un fatigoso ceremonial con danzas espasm¨®dicas y canciones rituales (formidablemente cantadas, eso no lo niega nadie) pero que piden poda a gritos, tanto como esa lectura del tarot que corre paralela a los alegatos de fiscal y defensor y nos alerta, por si no quedara claro, de que pintan bastos para Traps. Respeto, faltar¨ªa m¨¢s, la opci¨®n expresionista de Blanca Portillo, y est¨¢ claro que al p¨²blico le encanta, pero a la salida sigo pensando que La aver¨ªa hubiera ganado mucho sin adornos y que el naturalismo (a la manera de San Luis Bu?uel, para entendernos) hubiera potenciado el onirismo y la inquietud de la propuesta, permitiendo a los actores una mayor amplitud de registros.
Nunca me han gustado las m¨¢scaras, pese a su milenaria tradici¨®n: me gusta verles las caras a los c¨®micos
Fastidia un tanto ver a una actriz tan sutil como Emma Su¨¢rez oculta y encerrada en ese envase de bruja corrupia
2Tambi¨¦n he visto: a) Rosa Mar¨ªa Sard¨¢ en el Lliure, recitando a Sagarra (poemas, escenas, art¨ªculos) y mostrando los plen¨ªsimos poderes de ambos: una grande para un grande. Muy bien dirigida por Carme Can¨¦ y con dos colaboradoras de lujo, Merc¨¦ Pons y Rosa Vila. Ya no pueden verlo porque s¨®lo ha estado seis martes, pero ¨²nanse a mi s¨²plica tel¨²rica para que vuelva en temporada. b) El estupendo invento de Microteatro por dinero en la calle Loreto y Chicote, cuyo ¨¦xito est¨¢ sorprendiendo a la propia empresa, como se dec¨ªa antes. Un empe?o gloriosamente privado, que en breve les detallar¨¦. Funciones breves, entre diez y quince minutos, a tres euros (y tambi¨¦n teatro infantil, micromon¨®logos, y una funci¨®n de formato "normal", El amor es un asco, los lunes y martes). De las cinco minifunciones que vi destaco T¨ªrese o no se tire, escrita e interpretada por Nerea Moreno y David Fern¨¢ndez, y Santa Conversaci¨®n, escrita y dirigida por Jaime Ch¨¢varri, con Paco Manzanedo y Marta Aledo. Estupendas ambas y con cuatro actores que no conoc¨ªa y me encantaron.
3Reserven ya, pero ya, entradas para Veraneantes en la Abad¨ªa, lo nuevo de Miguel del Arco y su troupe. Su reconsagraci¨®n como director, tras La funci¨®n por hacer, El proyecto Youkali y La violaci¨®n de Lucrecia. Brillante reescritura del texto de Gorki, una compa?¨ªa en estado de gracia (11 actores a toda m¨¢quina durante dos horas y media en las que no miras ni una vez el reloj) y un espect¨¢culo que tiene todos los n¨²meros para arrasar. Miguel del Arco ya es uno de los incontestables de nuestro teatro.
La aver¨ªa, de Friedrich D¨¹rrenmatt. Direcci¨®n: Blanca Portillo. Naves del Espa?ol del Matadero. Madrid. Hasta el 24 de abril.
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