Respuesta (afligida) a Claude Lanzmann
El autor se pregunta c¨®mo es posible que una personalidad como el director de 'Shoah' puede haber ca¨ªdo en el error de considerar una agresi¨®n inaceptable la intervenci¨®n de las tropas de la OTAN en Libia
Qu¨¦ ha podido empujar a Claude Lanzmann a esta descerebrada palinodia que le ha hecho condenar (Le Monde del 17 y el 18 de abril) la operaci¨®n contra Gadafi que hab¨ªa reclamado ardientemente (Le Monde del 16 de marzo)?
?C¨®mo un hombre de su temple puede dar un espect¨¢culo de tama?a versatilidad: un d¨ªa signatario de una petici¨®n que solicita la injerencia de Francia y, otro, cuatro semanas m¨¢s tarde, condena la misma injerencia y traiciona su firma?
?De d¨®nde se le ocurre al autor de Tsahal, esa pel¨ªcula sobre un ej¨¦rcito en el que una de las reglas absolutas es la de no retroceder ante ninguna proeza t¨¦cnica para economizar al m¨¢ximo las vidas de sus soldados, pueda rechazar, de repente, el proceso de "la opci¨®n cero muertos"?
En Bengasi y Tobruk son los hombres de Gadafi, y no los aviadores franceses, los que han destrozado ese pa¨ªs
Creo, a diferencia de Claude Lanzmann, que esta anti-guerra de Irak es una novedad y marcar¨¢ un hito
?Es el compa?ero de Sartre el que, de acuerdo con su nueva furia contra la guerra "a distancia", se lanza al elogio muy de los a?os treinta (Montherlant, el Drieu de La comedia de Charleroi) del combate "de hombre contra hombre" y de su gran carrusel f¨¢lico?
Cuando hemos participado, desde hace 50 a?os, en todos los combates contra todas las dictaduras, ?tenemos derecho a escribir todo un art¨ªculo en el que no hay palabras lo bastante duras para burlarnos de "la inconsciencia" de los j¨®venes de la resistencia que "ponen los pies en polvorosa" cuando se encuentran frente a los tanques, y no encontrar una para, m¨¢s all¨¢ de un inciso muy curioso ("a nadie, entre nosotros, le gusta Gadafi, ni ha tratado con ¨¦l, ni ha negociado nunca con ¨¦l"), denunciar la carnicer¨ªa que llevan a cabo unos profesionales de la muerte cuyos obuses se lanzan a intervalos a 40 kil¨®metros de distancia sobre unos civiles a menudo desarmados?
Habr¨¢ que esclarecerlo, un d¨ªa.
He respetado demasiado a este hombre, siento demasiada admiraci¨®n por Shoah y por su libro La liebre de la Patagonia, como para no tratar de entender de d¨®nde le viene esta repentina fascinaci¨®n por un buf¨®n sangriento pero convertido, bajo su pluma, como Mohamed Atta anta?o, bajo la de Jean Baudrillard, en "un diablo echador de suertes" que "contagia" nuestros tecleos con "una extra?a debilidad".
Pero, en este momento, hay que contestar.
Hay que reaccionar ante la serie de aproximaciones, ligerezas o falsedades que su prestigio inmenso podr¨ªa hacer pasar por algo cierto, y eso ser¨ªa dram¨¢tico.
Falsedad, venial, el hecho de que habr¨ªa firmado bajo "mi presi¨®n amistosa" el llamamiento del que hoy reniega, y del que se desdice.
Falsedad -m¨¢s seria- la idea de que los amigos de la Libia libre hab¨ªan anunciado ataques que "solo deb¨ªan durar algunos d¨ªas": si se hubiesen producido m¨¢s pronto, cuando el hijo de Gadafi (y no el propio Gadafi, como escribe demasiado r¨¢pido Lanzmann) prometi¨® ahogar a su pueblo en "r¨ªos de sangre", quiz¨¢, s¨ª, "algunos d¨ªas" habr¨ªan bastado; pero en ning¨²n caso posteriormente; nadie, el 19 de marzo, cuando los aviadores franceses detuvieron los primeros tanques en las afueras de Bengasi, se aventuraba a dar un calendario tan preciso.
Ligereza, incre¨ªble e incomprensible ligereza, el uso de la palabra "kamikaze" para calificar la "tecnolog¨ªa" de las aviaciones aliadas.
Falsedad, siempre, el enunciado donde se dice que, en las filas de los militares y de los mercenarios gadafistas, "las v¨ªctimas no tienen ni n¨²mero, ni nombre" y eso en un texto donde no se tiene ning¨²n pensamiento, lo repito, para las otras v¨ªctimas, las verdaderas: los civiles de Zauiya o de Zeiten apuntados con armas pesadas; los heridos del hospital de Misrata, bombardeado sin escr¨²pulos; los ¨²ltimos y heroicos habitantes de Ajdabiya reducidos, como en Sarajevo, a vivir en los s¨®tanos.
Falsedad tambi¨¦n, digna de las propagandas que nos han indignado o hecho re¨ªr tantas veces, a Lanzmann y a m¨ª, la denuncia fulminante de una operaci¨®n en trance de "destrozar Libia": ?Vamos, querido Claude, vamos! ?Ven entonces, la pr¨®xima vez! ?Ver¨¢s con tus ojos, en Bengasi, Beida, Tobruk, que son los hombres de Gadafi, y no los aviadores franceses, los que han arruinado, roto y destrozado este pobre pa¨ªs!
Pueril, con respecto a Gadafi otra vez, y en el momento en el que parece, precisamente, que pensamos en negociar con ¨¦l una v¨ªa de salida, la afirmaci¨®n perentoria: "Es lo que no se dice, debe morir".
Pueril la frase en la que Lanzmann, en su deseo de hacerse el experto, lamenta que el Estado mayor "imponga un n¨²mero excesivo de salidas" a nuestros "aparatos".
Y no hablo del viejo alarde ret¨®rico -pero que sufrimos al encontrar bajo su pluma- en la que alegamos las villan¨ªas pasadas (Mitterrand, Chirac, Sarkozy, que muestra su afecto por el gran financiador del terrorismo internacional) para justificar, hoy, la perseverancia en la inacci¨®n.
Creo, a diferencia de Claude Lanzmann, que esta anti-guerra de Irak (una operaci¨®n limitada, autorizada por Naciones Unidas, solicitada por la Liga ?rabe y destinada a poner fin a una carnicer¨ªa anunciada) es una novedad y marcar¨¢ un hito.
Creo que esta anti-Bosnia (?Tres a?os, entonces, de no intervenci¨®n!) que tambi¨¦n es una anti-Ruanda (?Una comunidad internacional que se qued¨® de brazos cruzados esperando que la masacre se consumara!) ocupa un lugar de honor en una ¨¦poca que ha entendido por fin que uno no siempre es rey en su propia casa.
Estoy convencido, finalmente, de que Gadafi se ir¨¢ y dejar¨¢ que el pueblo libio decida, solo, su destino. -
Traducci¨®n Newsclip

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