Procesiones ateas
La Semana Santa se repite con bastante precisi¨®n a?o tras a?o incluso en tiempos tan sorprendentes como los nuestros. Comienza con sol el Domingo de Ramos para seguir con tormenta y nubarrones el Viernes Santo. Un calco del libro de historia sagrada de mi infancia en que en una l¨¢mina Jes¨²s entraba triunfante en Jerusal¨¦n montado en burro y en otra hab¨ªa tres solitarias cruces en el Calvario bajo un cielo tenebroso. Una escena era alegre y multitudinaria y la otra de una soledad aplastante. Espinas, dolor, sangre y temblor de tierra. La siguiente l¨¢mina representaba la ascensi¨®n del hijo de Dios a los cielos.
La historia es de una gran sencillez mitad realista, mitad m¨¢gica; mitad humana, mitad divina: al mundo de los seres humanos llega otro ser superior, m¨¢s elevado, para mostrarnos un camino espiritual. Siente compasi¨®n por nosotros porque somos unos descerebrados crueles que, en sus propias palabras, no sabemos lo que hacemos, y la verdad es que algunos milenios despu¨¦s continuamos igual o peor. Pero para comprendernos de verdad este ser con poderes extraordinarios ha de ser uno de los nuestros y sentir nuestras pasiones, deseos y limitaciones. Ha de vivir en un momento hist¨®rico y social concreto, por lo que nace, crece y muere, aunque como sabemos que es un ser especial el que ascienda a los cielos no lo consideramos un giro completamente gratuito en la narraci¨®n, porque desde el mismo momento de su at¨ªpico nacimiento su existencia va acompa?ada de unas cuantas pinceladas sobrenaturales sabiamente repartidas hasta el final apote¨®sico con el advenimiento del Esp¨ªritu Santo, representado en la l¨¢mina con una paloma.
S¨ª que me molesta que los cat¨®licos sean tan susceptibles
?Inveros¨ªmil? ?Incre¨ªble? El creyente no se cuestiona estos detalles. Y para el no creyente puede ser el m¨¢s bello relato de ciencia ficci¨®n de la historia. Su encanto reside en la frescura y el candor con los que transmite todo tipo de sensaciones y sentimientos: amor, odio, traici¨®n, culpa, remordimientos, compasi¨®n, dolor, alegr¨ªa, y unas cuantas im¨¢genes de una eficacia demoledora, como "la ¨²ltima cena", que a¨²n est¨¢ en explotaci¨®n comercial, como la "s¨¢bana santa", la corona de espinas, la copa, la cruz. ?Qu¨¦ no dar¨ªa cualquier l¨ªder pol¨ªtico por tener a un asesor al que se le ocurriesen frases del tipo: "Dejad que los ni?os se acerquen a m¨ª", "los ¨²ltimos ser¨¢n los primeros", "poned la otra mejilla", "todo est¨¢ consumado"?
A veces la gente muy religiosa, que todo lo basa en la fe, no llega a saborear la gran libertad creativa de esta narraci¨®n. Yo no me considero religiosa en ese sentido. No me he empapado de religiosidad entre otras cosas porque fui de las pocas ni?as de mi generaci¨®n que no asisti¨® a un colegio de monjas y que solo me acercaba por la iglesia en bautizos, bodas y comuniones, lo que en el fondo me hac¨ªa sentirme fuera del sistema en un pa¨ªs en que en Semana Santa solo se escuchaban las cadenas de los penitentes.
Las procesiones a la fuerza tampoco me gustaban, me entristec¨ªan. En cambio ahora empiezo a entenderlas. Me gusta ver la emoci¨®n de la gente, el clima que se crea en torno a una sensaci¨®n, el colorido, el barroquismo. La gente se disfraza, llora y canta. El ambiente es contagioso y hay que ser muy fr¨ªo para no dejarse llevar por todo ese delirio. Y lo mismo ocurre en las procesiones del interior, mucho m¨¢s austeras y sobrias, como las de nuestro Madrid. Las procesiones y la Semana Santa, sobre todo en Andaluc¨ªa, hoy por hoy son una atracci¨®n cultural y tur¨ªstica de enorme envergadura, que genera mucho dinero y que se ha convertido en marca, en postal. Del mismo modo que la fiesta del Orgullo est¨¢ llena de heteros, las procesiones de Semana Santa est¨¢n llenas de ateos. Lo que importa es la fiesta y el calor humano, la energ¨ªa colectiva, como en los conciertos y en el f¨²tbol.
A mi vida no le afectan negativamente estas fiestas, salvo que los hoteles est¨¦n abarrotados y no encuentre habitaci¨®n. Pero s¨ª que me molesta que los cat¨®licos sean tan susceptibles. Y si lo son que se aguanten. En este pa¨ªs siempre ha habido cat¨®licos radicales y ateos radicales. Y si los ateos quieren hacer una marcha, que la hagan, est¨¢n en su derecho. Y si hay s¨¢tira que la haya. ?Ya est¨¢ bien!
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