Noruega lija su techo de cristal
Las mujeres en los Consejos de Administraci¨®n de las empresas del pa¨ªs n¨®rdico han pasado del 7% en 2002 al 44% en 2010 gracias a una controvertida ley de cuotas
Son las cuatro de la tarde en un barrio del oeste de Oslo. Acaba de terminar una junta en la sede de la Confederaci¨®n Noruega de Empresarios (NHO) y los participantes salen del edificio acristalado hacia un fr¨ªo d¨ªa de abril. Una mujer con un malet¨ªn y tacones habla por el m¨®vil. Adelanta a dos hombres trajeados que, entre bromas, dejan el recinto atr¨¢s. La vicepresidenta de una compa?¨ªa se ci?e el abrigo y cruza la puerta. Un goteo de hombres y mujeres vac¨ªa el edificio. La imagen, no alejada del equilibrio e impensable en otros lugares donde la palabra negocios se asocia a hombre, escenifica una realidad en el mundo corporativo de Noruega; el primer pa¨ªs que decidi¨® establecer por ley la paridad en los Consejos de Administraci¨®n de las grandes empresas. La pol¨¦mica medida, que establece una cuota de al menos un 40% de mujeres en estos ¨®rganos, ha logrado que los sillones que estas ocupan pasen del 7% en 2002 al 44% en 2010.
Una mujer con cuatro hijos preside a los empresarios noruegos
El Gobierno planea extender la norma a las peque?as y medianas empresas
El padre de la ley fue un ministro conservador, adujo razones econ¨®micas
A¨²n hay desigualdad en los puestos directivos de las compa?¨ªas
Una meta que ha convertido a este peque?o pa¨ªs de 4,9 millones de habitantes -el primero de la lista en el ?ndice de Desarrollo Humano con el que la ONU mide el bienestar de los estados- en el espejo en el que otros quieren mirarse. Hace unas semanas, la vicepresidenta de la Comisi¨®n Europea, Vivien Reding, puso la iniciativa noruega como ejemplo, y exhort¨® a los 27 pa¨ªses miembros a iniciar acciones para seguir su camino. En la media de la UE (de la que Noruega no forma parte) solo el 12% de los consejeros de administraci¨®n son mujeres.
Un porcentaje que a Kristin Skogen Lund ahora le parecer¨ªa raro en una empresa noruega. A la presidenta de la NHO no le gusta la ley de cuotas -"es intervencionista, lo mejor ser¨ªa una autorregulaci¨®n", dice-, pero reconoce que ha funcionado. Esta mujer de 44 a?os, franca sonrisa y ligero bronceado, se ha convertido, gracias a presidir a los empresarios noruegos y a su cargo de vicepresidenta ejecutiva de Telenor (la mayor empresa de telecomunicaciones del pa¨ªs), en una de las personas m¨¢s influyentes del estado n¨®rdico. Sin embargo, a pesar de la cr¨ªtica, cree que la controvertida medida ha sido aceptada. "Al margen de la igualdad, ha logrado que se ponga m¨¢s esfuerzo en la composici¨®n de los Consejos de Administraci¨®n", opina.
Madre de cuatro hijos (gemelos y mellizos), Skogen Lund es, para muchos, el s¨ªmbolo del avance de la mujer en este pa¨ªs que en 50 a?os ha pasado de ser de los m¨¢s pobres de Europa al m¨¢s rico, gracias fundamentalmente a los yacimientos de petr¨®leo hallados en los a?os sesenta. Un estado con un ¨ªndice de natalidad de 1,95 (de los m¨¢s altos de occidente), en el que la familia, como instituci¨®n, tiene un papel determinante en la sociedad.
El m¨®vil la presidenta de la NHO no para de vibrar. Mira de reojo la pantalla mientras recuerda que el padre de la controvertida ley fue, "curiosamente", un pol¨ªtico conservador. Se refiere a Ansgar Gabrielsen, ministro de Industria y miembro del Partido de Centro, que en 2002 decidi¨® que el desequilibrio entre g¨¦neros en los puestos m¨¢s altos de las empresas ten¨ªa que terminar. Su medida, anunciada por sorpresa en el peri¨®dico m¨¢s le¨ªdo del pa¨ªs, caus¨® una revoluci¨®n y atiz¨® debates que han durado a?os.
Gabrielsen, que ha cambiado su esca?o por un despacho de socio en una empresa de desarrollo industrial, sonr¨ªe al recordarlo. No consult¨® a nadie. Ni a su partido, ni al primer ministro. Esperaba que el elemento sorpresa jugara su favor, y que la negativa a apoyar su propuesta fuera m¨¢s dif¨ªcil al hacerse p¨²blica. "El primer ministro me llam¨® al leer la noticia. Estaba en shock", cuenta.
Este hombre fornido y seguro de s¨ª mismo le explic¨® entonces las razones de la ley de cuotas, que hoy no se cansa de repetir. "Se trata sobre todo de un asunto financiero. Las mujeres son, al menos, el 50% de los licenciados universitarios. No hay motivo para desperdiciar su talento, su formaci¨®n, en la que adem¨¢s invertimos, y que luego no est¨¦n en los Consejos de Administraci¨®n. Es de l¨®gica, no tiene nada que ver con la ideolog¨ªa pol¨ªtica", asegura.
Antes de la ley, el panorama era desolador. "Los consejos empresariales los formaban hombres que solo buscaban para los puestos vacantes a otros hombres, a quienes casi siempre ya conoc¨ªan. Como en una reuni¨®n de antiguos alumnos", describe Gabrielsen. Una red de contactos extremadamente masculinizada que en Noruega se conoce como gutteklubben grei (club de los hombres grises). Una situaci¨®n "rid¨ªcula", seg¨²n el exministro de Industria, que hab¨ªa que erradicar.
Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con ¨¦l. Los empresarios se le echaron encima; y su propio partido decidi¨® no apoyar su propuesta. A pesar de todo, ocho meses m¨¢s tarde, cuando se vot¨® en el Parlamento, los conservadores apoyaron la ley de cuotas. La norma tambi¨¦n recibi¨® el voto de la izquierda, que no quiso ir contra una causa que hab¨ªa sido tradicionalmente su bandera.
Eirinn Larsen, investigadora en temas de g¨¦nero de la Escuela de Negocios de Noruega (BI), cree que, en parte, la ley sali¨® adelante porque fue un hombre, conservador, ministro de Industria y que alud¨ªa razones econ¨®micas, quien la propuso. "Antes se hab¨ªa intentado algo similar, siempre a propuesta de una mujer de izquierdas que argumentaba motivos de igualdad. Hab¨ªa c¨®digos de buenas pr¨¢cticas y recomendaciones para las empresas, pero el resultado era invisible", afirma.
La ley de cuotas de g¨¦nero, aprobada en 2003, daba a las empresas p¨²blicas tres a?os para adaptarse, y dos m¨¢s (hasta 2008) al resto de grandes compa?¨ªas que cotizan en bolsa. En total, la medida afectaba a unas 500 grandes entidades. Su incumplimiento acarreaba (y lo hace hoy) dur¨ªsimas sanciones: desde multas hasta la disoluci¨®n. Muchos hombres de negocios se llevaron las manos a la cabeza. Aseguraban que no habr¨ªa suficientes mujeres para ocupar los Consejos de Administraci¨®n. Skogen Lund recuerda las palabras de un conocido empresario, que lleg¨® a decir incluso que tendr¨ªan que recurrir a una agencia de acompa?antes para encontrarlas. "Las reacciones fueron muy acaloradas; pero tambi¨¦n hubo quien pens¨® que, a pesar de todo, el objetivo era bueno y que hab¨ªa que intentarlo", dice.
La NHO, por ejemplo, a pesar de ser contraria a la medida, cre¨® grupos de trabajo empresariales y asesor¨® a las agencias de selecci¨®n de personal, claves para localizar nuevos talentos. Se discuti¨®. Cost¨® mucho esfuerzo, pero se logr¨®. Y el cambio es patente. "Parece que s¨ª hab¨ªa mujeres cualificadas", r¨ªe la investigadora Larsen.
La parlamentaria socialista Karin Andersen tambi¨¦n ve efectos positivos en la ley de cuotas. "El mercado se ha abierto y renovado; ha sido bueno para las empresas", afirma. Sin embargo, como precisa Morten Huse, a¨²n no hay datos que demuestren un beneficio econ¨®mico. Este profesor de la BI a?ade que la norma ha aportado diversidad a unos ¨®rganos tradicionalmente inmovilistas.
Un razonamiento cercano al de Gabrielsen, que ve en esa diversidad la condici¨®n imprescindible de un Consejo de Administraci¨®n. "Las mujeres consumen, se ponen enfermas, usan los bancos... ?Sirven como clientes pero no como directivas? ?Por qu¨¦ querr¨ªa una chica tener un m¨®vil de una compa?¨ªa telef¨®nica que no tiene mujeres en su junta? ?Tienen en cuenta all¨ª a la mujer como usuaria?", dice. "Su visi¨®n es vital. Pueden tener la misma formaci¨®n que un hombre, pero su bagaje cultural y social es distinto. Adem¨¢s, aportan responsabilidad y visi¨®n a largo plazo", argumenta el exministro, que se pregunta si las cosas tendr¨ªan otro cariz si se hubieran sentado mujeres en los ¨®rganos de decisi¨®n de compa?¨ªas seno de grandes esc¨¢ndalos. "?Habr¨ªa ocurrido lo mismo si en vez de Lehman Brothers se hubiera tratado de Lehman Sisters?".
La ley lleva aplic¨¢ndose a pleno rendimiento dos a?os. Y es efectiva. Pero a¨²n se escuchan cr¨ªticas. Muchas, como la de la parlamentaria Bente Stein Mathisen, proceden del partido conservador, cuna de Gabrielsen. "No es un buen sistema. Se deben dar los mismos derechos a todas las personas, con independencia de sus caracter¨ªsticas personales. Esa es la base de la igualdad", esgrime. Para ella, adem¨¢s, la norma tiene fallos: "Desafortunadamente algunas de las compa?¨ªas afectadas cambiaron su estructura empresarial para sortear la ley".
Vibeke Heidenreich, del Instituto de la Investigaci¨®n Social de Oslo, reconoce que el n¨²mero de empresas que cotizaban en Bolsa en Noruega pas¨® de 600 en 2003 a algo m¨¢s de 400 en 2010. "Algunas compa?¨ªas desaparecieron, pero ley de cuotas no fue la raz¨®n principal", precisa. La crisis y una nueva norma de regulaci¨®n empresarial afectaron. No obstante, Heidenreich reconoce que la estructura organizativa de las compa?¨ªas que cotizan en bolsa (a las que afecta la ley) se volvi¨® menos popular tras la nueva norma.
Pero la cr¨ªtica fundamental de Stein es que la medicina contra la discriminaci¨®n ha creado una nueva desigualdad. "Ahora unas pocas mujeres forman parte de varios consejos a la vez y se reparten muchos de estos cargos de toma de decisi¨®n", dice. La parlamentaria conservadora se refiere a las golden skirts (faldas doradas). Una nueva ¨¦lite de mujeres conocidas que ocupan puestos de decisi¨®n en varias compa?¨ªas y que, seg¨²n alerta el Centro para la Diversidad Corporativa de Oslo, se aprovechan de la necesidad de f¨¦minas en estos organismos.
Skogen Lund admite que hay un pu?ado de mujeres que ocupan cargos relevantes en diferentes empresas. Sin embargo, niega tajante que exista un grupo de poderosas que se est¨¦ repartiendo todo el pastel. "Las empresas han sido buenas en buscar. Hay mucha circulaci¨®n de talentos y el sistema se autorregula. ?Yo no podr¨ªa estar en 10 consejos a la vez, no dar¨ªa abasto!", dice.
Las cifras sobre el logro noruego no mienten. Pero, ?C¨®mo se ha cumplido la paridad. ?Se crearon puestos nuevos? ?Se despidi¨® a hombres? "No, simplemente muchos hombres no fueron reelegidos como miembros independientes de los consejos. Puestos que, en su mayor¨ªa, ahora ocupan mujeres", explica el profesor Huse. Otro de los efectos que, para los cr¨ªticos, fomentan la desigualdad.
El que ha cesado es el debate sobre su cualificaci¨®n. A pesar de que los agoreros auguraron que las mujeres que escalaran ser¨ªan estigmatizadas, personas tan distintas como Huse o el exministro Gabrielsen creen que no ha ocurrido. Tampoco la presidenta de la NHO. "Las mujeres en ese nivel tienen mucha conciencia de sus capacidades, y no han ocupado posiciones para las que no estaban preparadas", dice. Skogen Lund se pone a s¨ª misma como ejemplo. Forma parte del consejo del grupo Orkla, dedicado al aluminio y los bienes de consumo. "Quiz¨¢ si no fuera mujer no habr¨ªa ocupado ese puesto. Pero como no soy inferior al resto y estoy muy bien all¨ª, ni lo pienso", dice.
Escuchando a Skogen Lund, con su mete¨®rica carrera y su familia de cuatro hijos, parece que en Noruega ya est¨¢ todo hecho. No es del todo as¨ª. "Hay paridad en los Consejos de Administraci¨®n de las grandes empresas, pero no en las peque?as y medianas. Adem¨¢s, siguen siendo escasas las mujeres en puestos directivos en todas las compa?¨ªas", advierte Eirinn Larsen. Sin ley de cuotas en ese campo, ellas ocupan solo el 7% de estos cargos.
Esa es tambi¨¦n para la presidenta de la NHO la esquirla de desigualdad que hay que extirpar para derrumbar el techo de cristal. "Para impulsar a las mujeres en puestos directivos hay que trabajar desde abajo, no desde arriba", opina. El exministro Gabrielsen no est¨¢ de acuerdo. Cree que el cambio es cuesti¨®n de tiempo y que la ley de cuotas, adem¨¢s de tener un enorme efecto ejemplificador, ha logrado cambiar la mentalidad de los Consejos de Administraci¨®n; ¨®rganos que adem¨¢s de valor simb¨®lico, tienen gran poder de decisi¨®n en Noruega.
Por eso, el Gobierno estudia extender la ley de cuotas a las m¨¢s de 160.000 peque?as y medianas empresas del pa¨ªs. Una medida que no afectar¨ªa a las compa?¨ªas familiares, en las que ser¨ªa dif¨ªcil aplicar la paridad. Para el resto, el padre de la ley lo tiene claro: "Si tienen contratos con la Administraci¨®n, se benefician de subvenciones y de las pensiones, tienen que respetar el equilibrio", dice Gabrielsen. Y a?ade en¨¦rgico: "Si quieres dinero p¨²blico, amigo, la desigualdad es intolerable".
Leyes para impulsar la igualdad de g¨¦nero
- Francia. Impondr¨¢ una cuota femenina de un 40% en los consejos de administraci¨®n de las empresas de m¨¢s de 500 empleados. Les da seis a?os para adaptarse.
- Espa?a. La ley de igualdad recomienda a las empresas a que tengan una participaci¨®n equilibrada de ahora a 2015.
- B¨¦lgica. Una proposici¨®n de ley plantea que un tercio de los miembros de los consejos de administraci¨®n sean mujeres.
- Italia. Prepara un proyecto de ley que obligar¨¢ a que los consejos de administraci¨®n de grandes empresas tengan un 20% de mujeres en 2012 y un 30% en 2015. Hoy son un 5%.
- Islandia. Todas las empresas que cotizan en Bolsa deben tener al menos un 40% de mujeres en sus ¨®rganos de direcci¨®n. El plazo es 2013.
Diez semanas para ser mejor padre
"El logro real, lo que demuestra que una sociedad es realmente avanzada, es que a pesar de la penetraci¨®n de la mujer en el mercado laboral y de su ascenso, hayan seguido naciendo ni?os. Y eso es lo que nosotros hemos conseguido". Gunn Ovesen, presidenta de Innovation Norway, organismo que agrupa todas las oficinas de turismo y comercio del pa¨ªs n¨®rdico, ha visto con sus peque?os ojos azules c¨®mo su pa¨ªs cambiaba en menos de 50 a?os. "Antes, los hombres contaban a sus amigos que hab¨ªan cambiado los pa?ales a sus hijos una vez en la vida. Era una an¨¦cdota que despertaba bromas y risas. Ahora es un chiste inimaginable", se?ala.
Y lo es. Unos cuantos rayos de sol asoman la cabeza, y Aker Brygge, el puerto de Oslo, se llena de gente deseosa de capturar luz y olvidar el invierno. Arild Jacobsen ha salido a pasear a Sol Isabell, su hija de un a?o. Es ¨¦l quien se ocupa de cuidarla. Su esposa ha terminado su baja maternal y Jacobsen, periodista de 42 a?os, ha llegado a un acuerdo con su empresa para trabajar en turno de tarde y desde casa.
Noruega es, seg¨²n un estudio de Unicef, el mejor lugar del mundo para ser madre: las mujeres tienen 45 semanas de baja por maternidad con el 100% del sueldo o 56 con el 80% -en Espa?a disponen de 16-. Pero parece que es tambi¨¦n un buen pa¨ªs para los padres, que disfrutan de 15 d¨ªas despu¨¦s del parto m¨¢s 10 semanas de baja pagada, que pueden coger en cualquier momento -en Espa?a tienen 15 d¨ªas-. M¨¢s del 90% de los padres us¨® esta medida en 2009.
Jacobsen tambi¨¦n estuvo esas 10 semanas con Sol Isabell. "Es un periodo clave para aprender a ser mejor padre. Y si esos d¨ªas no se cogen, se pierden", explica. Un argumento m¨¢s para Jan Glovigen, que tambi¨¦n pedir¨¢ la baja por paternidad. Cornelia es su primera hija y quiere disfrutar de ella todo el tiempo que pueda. Consultor en una empresa de ingenier¨ªa, abre mucho los ojos cuando se le pregunta si a su compa?¨ªa le parecer¨¢ bien que falte durante dos meses y medio. "Los empresarios consideran positivo que sus empleados se acojan a su derecho. Es un ejercicio de responsabilidad personal. Adem¨¢s, y beneficia al pa¨ªs", cree la parlamentaria del partido liberal Leila Reiersten.
Lo cierto es que aunque ahora el panorama es m¨¢s igualitario, los hombres noruegos siempre han estado muy involucrados en la familia. Y es esa estructura social la que, unida a un amplio colch¨®n de pol¨ªticas de conciliaci¨®n y apoyo a la maternidad lo que han convertido a Noruega en un pa¨ªs cercano al equilibrio entre g¨¦neros sobre todo en casa. El estado n¨®rdico es, adem¨¢s, el pa¨ªs con menos desigualdad de g¨¦nero del mundo, seg¨²n la escala de Desarrollo Humano de la ONU, seguido por Australia y Nueva Zelanda. Espa?a est¨¢ en el puesto 20.
"Hombres y mujeres llevan carreras paralelas hasta que llegan los hijos. Es ah¨ª donde el Estado debe actuar para evitar la desigualdad", dice Kristin Skogen Lund, presidenta de la Confederaci¨®n de Empresarios de Noruega. Su organizaci¨®n lucha para que la baja por nacimiento se pueda dividir en tres partes: una para la madre, otra para el padre y la tercera que cualquiera de los dos pueda coger; para que sea la propia pareja quien se organice. "Ayudar¨ªa al impulso que se debe dar al papel del hombre en la familia", opina. Mientras eso llega, Jacobsen disfruta de sus d¨ªas de Sol.
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