Tonter¨ªas
En La vida extra?a de Salvador Dal¨ª, el pintor cuenta con jactancia el efecto de una de sus primeras charlas. "?Esta conferencia ha terminado!", proclam¨® al principio, y el alcalde de Figueres, que presid¨ªa el acto, cay¨® fulminado al suelo, a los pies del orate. Dal¨ª era un genio art¨ªstico, y yo me arrodillo ante La persistencia de la memoria, pero en lo pol¨ªtico oscilaba entre lo rastrero y lo disparatado. Y esa es la naturaleza de los discursos ¨²ltimos de algunos de nuestros pr¨®ceres. Por utilizar sus propios t¨¦rminos, la teor¨ªa pol¨ªtica dominante en nuestra derecha m¨¢s daliniana se mueve entre la tonter¨ªa y lo extravagante, pasando por el m¨¦todo paranoico-cr¨ªtico ("La actividad paranoica-cr¨ªtica le permite al mundo delirante pasar al plano de la realidad"), en el que descuella Mayor Oreja. Para el elogio de la extravagancia conviene estar atento a las performances de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y en especial a sus happenings transatl¨¢nticos. En cuanto a la metaf¨ªsica de la tonter¨ªa, me admira la espontaneidad surrealista con la que la ha formulado nuestra Esperanza Aguirre. En su exculpaci¨®n por la presencia de imputados en las listas electorales, la presidenta madrile?a ha calificado los cargos de "tonter¨ªas". As¨ª que, a igual que en la oratoria cl¨¢sica (sermo gravis y sermo humilis), habr¨ªa dos estilos de corrupci¨®n: la grave y la tonta. La clara intenci¨®n de Aguirre es marcar distancias con el c¨ªrculo m¨¢s p¨²trido del caso G¨¹rtel, pero la previsible consecuencia es que todo el mundo se apunte a la teor¨ªa de la "tonter¨ªa". Veremos c¨®mo poco a poco ir¨¢ desapareciendo la figura del corrupto y tendremos, nom¨¢s, como en el bolero, clept¨®manos de lindas frusler¨ªas. La noche electoral una multitud gritar¨¢: "?Barrab¨¢s, Barrab¨¢s!". A los pocos d¨ªas, crucificar¨¢n al juez que os¨® ver lo que no se puede ver y o¨ªr lo que no se puede o¨ªr. Y paso a paso, la sustracci¨®n de la democracia, hasta convertirla en una "tonter¨ªa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.