Tres de corazones
Hoy no es tan f¨¢cil como pudiera parecerle a algunos encontrar novelas inteligentes de tema amoroso. Por supuesto me refiero a relatos que estudien narrativamente el amor, no que se limiten a presentar sin m¨¢s dentro de otras tramas historias de enamorados. Y m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, que traten del amor heterosexual, el que menos curiosidad despierta actualmente en la literatura er¨®tica audaz y sutil. De modo que poder disfrutar de tres obras de tales caracter¨ªsticas y primera categor¨ªa, publicadas casi al un¨ªsono, es algo digno de celebrarse. A tal ditirambo dedico esta nota, dichoso adem¨¢s porque hayan sido escritas por tres de mis novelistas actuales favoritos.
Para empezar, La viuda embarazada (Anagrama) de Martin Amis. No dir¨¦ que el hijo de Kingsley Amis haya escrito nada mejor que El hombre verde, el maravilloso relato sobrenatural de su padre, pero s¨ª que todos sus libros son interesantes y a menudo divertidos, lo que no es poco. Tiene buena mano para hacer sugestivo el costumbrismo incluso a los ojos renuentes de quienes m¨¢s abominamos de ¨¦l, como este lector. Su ¨²ltima novela es una cr¨®nica ir¨®nica y maliciosa de los inicios de la llamada revoluci¨®n sexual en los a?os setenta del pasado siglo. Para quienes la vivimos en vivo y en directo, una rememoraci¨®n con tanta nostalgia como bochorno; para los que vienen despu¨¦s, no deja de tener inter¨¦s docente. Las licencias sexuales var¨ªan mucho a lo ancho y a lo largo, pero lo que los humanos buscan al enamorarse suele atenerse a pautas m¨¢s acrisoladas y de las que resulta poco viable zafarse.
En cada libro, Sollers busca el apoyo de un santo tutelar, sea Mozart, Nietzsche o Lautr¨¦amont
La ¨²ltima novela de Philippe Sollers se llama Tr¨¦sor d'amour (Gallimard) y ¨¦l mismo bromea con el t¨ªtulo: "Cualquiera se atreve... habr¨¢ que leerla a escondidas". Como las dem¨¢s del autor, es una mezcla de confesi¨®n con ficci¨®n, barnizada con la habitual autocomplacencia que a muchos irrita y a algunos nos divierte. En cada uno de sus libros, Sollers busca el apoyo de un santo tutelar, sea Mozart, Nietzsche o Lautr¨¦amont, que le inspira y del que sabe sacar siempre atinadas lecciones ocultas. En este caso, se trata nada menos que de Stendhal, un consultor amoroso que sirve mejor de gu¨ªa -en el sentido literario, no literal del t¨¦rmino- cuando m¨¢s desbarra. Con Stendhal no hay modo de guardar las distancias: o se le rechaza como una pieza obsoleta de museo o se le tiene por un amigo del alma para toda la vida. Los del segundo grupo agradecemos que Sollers, un lector realmente incomparable, subraye y glose los Privilegios, esa serie de m¨¢gicos dones que Stendhal habr¨ªa pedido a Dios para perdonarle el haberle creado. Como las listas de recuerdos de Perec y similares, nos da ganas de escribir nuestra tabla de personales privilegios a reivindicar... ante nadie.
La personalidad literaria de Javier Mar¨ªas es tan inconfundible que a sus adictos se nos ha hecho larga su ausencia narrativa. Los enamoramientos (Alfaguara), su ¨²ltima novela -acompa?ada como de costumbre por el pataleo de quienes aspiran por llegar en literatura al establishment pero deben seguir en el establo- logra que la espera haya merecido la pena. Con su caracter¨ªstica y tensa filigrana, desmenuza dentro de una sorprendente historia los roles dram¨¢ticos que interpretan el azar, la curiosidad, la seducci¨®n, la envidia, la amenaza y hasta el crimen en el despliegue del juego amoroso. Cuando cerramos el libro, quedamos a la par desconcertados y convencidos, lo que yo llamar¨ªa el efecto Mar¨ªas. De lo que no cabe duda es de que salimos sacudidos por una incursi¨®n a cuerpo limpio en un territorio irremediable que no admite visitas programadas...
Tres novelas, tres perspectivas, tres estilos y seguimos en la brecha. Me refiero a quienes, por esperanza o desesperaci¨®n, a¨²n no nos cansamos de la leyenda del amor.
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