El b¨²nker y la coartada yihadista
Hace 17 a?os, cuando tuvo lugar, tambi¨¦n en Marraquech, un primer atentado contra turistas, en el que perecieron dos espa?oles, la pista fue inmediatamente dirigida hacia grupos extremos islamistas de una nebulosa por entonces mal definida, inexistente a¨²n el fantasma yihadista.
Los autores fueron pronto capturados, pero result¨® una evidencia que el atentado cumpli¨® una funci¨®n a?adida: sirvi¨® al todopoderoso ministro del interior marroqu¨ª Driss Basri para conservar su puesto, que le cuestionaban sus encarnizados enemigos, los partidos de la oposici¨®n, reclamados por Hassan II para integrarse en un gabinete de alternancia con el que el soberano buscaba preparar su sucesi¨®n. Poco tiempo despu¨¦s del atentado, el propio rey confirmar¨ªa a su ministro como uno de los pilares esenciales de la estabilidad de su r¨¦gimen, y as¨ª se mantuvo hasta la muerte del monarca, forzando a la oposici¨®n, que acceder¨ªa al Gobierno en 1998, a cohabitar con DrissBasri.
Si Mohamed VI no apuesta por la democracia, el pr¨®ximo dilema ser¨¢ monarqu¨ªa o rep¨²blica
Hay un sector del poder marroqu¨ª que, con m¨²ltiples pretextos, se resiste a todo cambio
Tuvo aquel atentado un efecto secundario a?adido: provoc¨® el cierre por Argelia de su frontera con Marruecos, en plena guerra abierta entre islamistas radicales y militares, contribuyendo a elevar el tono de la ya vieja tensi¨®n argelo-marroqu¨ª, convirtiendo al vecino del este en enemigo irreductible al que se acusa de buena parte de los males de Marruecos. Hoy todav¨ªa la frontera sigue cerrada.
Hace ocho a?os, cuando Casablanca tembl¨® con cinco atentados simult¨¢neos en los que murieron m¨¢s de 40 personas, muchos de ellos extranjeros, tampoco se tard¨® en identificar a sus autores, varios suicidas procedentes de los barrios m¨¢s m¨ªseros de la ciudad. De nuevo la pista llev¨® al islamismo radical, dando lugar a una represi¨®n sin l¨ªmites y acelerando la aprobaci¨®n de una cuestionada ley antiterrorista bajo la cual se cometieron barbaridades sin control alguno. La "oportunidad" del atentado, cometido cuando se acababan de aplazar las elecciones municipales (que se celebrar¨ªan tres meses m¨¢s tarde), contribuy¨® a impedir el control de varias grandes capitales por el partido islamista de la Justicia y el Desarrollo, al que se daba por ganador en localidades como Casablanca, Fez, T¨¢nger, Mequ¨ªnez o Kenitra tras sus excelentes resultados en las legislativas de un a?o antes. El PJD hubo de presentarse con perfil bajo (en tan solo la mitad de las circunscripciones urbanas) tras la dura prueba de ser acusado por alg¨²n partido de instigador ¨²ltimo de los atentados.
El nuevo golpe de Marraquech del 28 de mayo, con un elevado n¨²mero de v¨ªctimas, en su mayor¨ªa turistas extranjeros, ha hecho mirar de inmediato a todos los observadores hacia la ¨®rbitayihadista, resucitando el fantasma islamista pese a que todas las componentes de este movimiento en Marruecos, incluso las m¨¢s insospechadas de la corriente salafista, se aprestaron a condenar con rotundidad el atentado.
Pero a pocos se les escapar¨¢ la "oportunidad" del mismo para cortar en seco la demanda de cambio que cunde en toda la sociedad marroqu¨ª. De ah¨ª que las especulaciones sobre su autor¨ªa anden desatadas. Los cuatro meses de revueltas ¨¢rabes han cuajado en Marruecos en un crescendo que debe sin duda haber puesto nervioso a m¨¢s de uno de los que tienen mucho que perder con la evoluci¨®n (o reforma) del r¨¦gimen: demandas crecientes de parlamentarizaci¨®n de la vida pol¨ªtica, colaboradores ¨ªntimos del rey puestos en la picota, manifestaciones pac¨ªficas continuas y crecientes con visibilizaci¨®n en las mismas de la oposici¨®n islamista m¨¢s irreductible (y no digo radical, pues el movimiento del jeque Yassin, Justicia y Espiritualidad, nunca preconiz¨® la violencia), culminando recientemente con la denuncia p¨²blica de uno de los centros de detenci¨®n y tortura secreto de la DST, como el de Temara (identificado en Facebook con fotos de Google Earth) y ante el que se hab¨ªan anunciado pr¨®ximas protestas para pedir su eliminaci¨®n, consider¨¢ndolo la continuidad de las mazmorras de los a?os de plomo bajo Hassan II, como la tristemente c¨¦lebre prisi¨®n de Tazmamart.
La reciente detenci¨®n del m¨¢s poderoso periodista de Marruecos, Rachid Nini, por atreverse a publicar documentos sensibles sobre los servicios de seguridad del pa¨ªs, forma parte del nerviosismo que cunde en sectores influyentes del poder.
El rey Mohamed VI reaccion¨® pronto a las demandas de los j¨®venes del movimiento 20 de Febrero anunciando cambios constitucionales que se promet¨ªan importantes en su discurso del 9 de marzo.
Desde entonces el clamor popular no ces¨®, las lenguas se soltaron por todo el pa¨ªs hasta donde nunca lo hab¨ªan estado, llegando -algo ins¨®lito- a cuestionar p¨²blicamente las declaraciones del propio monarca, cuya imagen se ha "desacralizado" profundamente pese a lo que proclama el art¨ªculo 23 de la actual Constituci¨®n.
La creaci¨®n de una Comisi¨®n de Reforma Constitucional defraud¨® no obstante a los que desde el movimiento 20 de Febrero reclamaban una Asamblea Constituyente como en T¨²nez. Aunque la comisi¨®n ha auditado a todos los partidos que han querido presentar sus proposiciones, y se ha entrevistado con instituciones, con las ONG y hasta con un sector de los j¨®venes del movimiento de protesta, se ha criticado la opacidad en la que trabaja sin dejar vislumbrar c¨®mo resolver¨¢ los aspectos m¨¢s controvertidos del texto, como el art¨ªculo 19, que convierte al rey en Emir de los Creyentes, una instituci¨®n cuyas competencias exceden las del texto constitucional, situando al monarca por encima de este.
El tiempo para presentar sus conclusiones vence pronto (en el mes de junio) y se habla ya de un calendario apretad¨ªsimo para el refrendo constitucional, que se dice podr¨ªa celebrarse antes de agosto, que coincide con el mes de Ramad¨¢n. Un tiempo imposible para presentar a debate p¨²blico la Constituci¨®n resultante, que corre el riesgo de no ser m¨¢s que una nueva ley otorgada.
Todo este proceso ha dividido a la ¨¦lite del r¨¦gimen. A nadie se le oculta que en Marruecos hay un b¨²nker que siempre se resisti¨® a la evoluci¨®n del sistema y que hab¨ªa logrado bajo el nuevo reino ir reduciendo pr¨¢cticamente a la nada la ya homeop¨¢tica transici¨®n. En otro tiempo el S¨¢hara sirvi¨® de coartada para cerrar el paso al cambio. Hoy es el terrorismo el que le sirve de coartada. Ese b¨²nker no tard¨® en reapropiarse de las riendas del r¨¦gimen tras la subida al trono de Mohamed VI, muchas veces, y no hay que olvidarlo, con el benepl¨¢cito -y hasta las condecoraciones- de Gobiernos occidentales, entre ellos el nuestro en 2005. En m¨¢s de una d¨¦cada el rey se mostr¨® incapaz de sustituir al frente de instituciones decisivas (Ej¨¦rcito, Gendarmer¨ªa, Seguridad) a personajes identificados con lo m¨¢s negro del anterior reinado, en cuyas manos estuvo el uso de la ley antiterrorista desde 2003.
El monarca, que ha reaccionado con agilidad al nuevo atentado, visitando el lugar de los hechos y exigiendo una investigaci¨®n hasta el fondo, tiene ante s¨ª el dilema de ceder a este b¨²nker y su horror al cambio o desentenderse claramente de ¨¦l, apostando abiertamente por las demandas de sectores significativos del pa¨ªs que miran hacia un futuro de Marruecos ligado indisolublemente a Europa, al progreso econ¨®mico y social y a la democracia.
Quedarse a mitad de camino en las reformas, con el pretexto del chantaje del terrorismo -venga de donde venga, desde el interior o incluso del exterior del pa¨ªs-, no har¨ªa sino contribuir a la descomposici¨®n de la monarqu¨ªa, sin duda en el momento m¨¢s complicado de su historia. Sabiendo que, si pierde esta oportunidad de apostar por el parlamentarismo y la democracia, esta ocasi¨®n de oro para convertirse en s¨ªmbolo y motor del cambio, cediendo el poder ejecutivo a los representantes electos del pueblo, el pr¨®ximo dilema que podr¨ªa plante¨¢rsele en estos tiempos revueltos en el mundo ¨¢rabe no ser¨ªa ya otro que monarqu¨ªa o rep¨²blica.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del Islam Contempor¨¢neo en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y miembro del Comit¨¦ Averroes.
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