L¨®gica
Si la democracia espa?ola estuviera sujeta a las reglas comunes de la l¨®gica, los ciudadanos aprovechar¨ªan estas elecciones para desalojar del poder en las comunidades aut¨®nomas y Ayuntamientos a todos aquellos que lo han ejercido durante estos ¨²ltimos cuatro a?os, independientemente de cual sea su adscripci¨®n ideol¨®gica. Entre otras cosas porque, por mucho que estos se empe?en en eximirse a s¨ª mismos de toda responsabilidad en la enorme magnitud de nuestras desgracias actuales, son ellos los principales causantes de, al menos, un 50% de estas.
Y este no es un dato interpretable. Se corresponde de manera precisa con el porcentaje de gasto realizado y con la distribuci¨®n de competencias asignadas a las diversas Administraciones que componen el sector p¨²blico espa?ol. De manera que por la misma raz¨®n que todo el mundo parece asumir que el Gobierno central debe ser castigado por su inoperancia para afrontar la crisis, los electores debieran castigar tambi¨¦n a los Gobiernos auton¨®micos y municipales por su manifiesta incapacidad para gestionar los asuntos que son de su exclusiva competencia. M¨¢s a¨²n cuando el despilfarro, la megaloman¨ªa, el clientelismo, la proliferaci¨®n irresponsable de entes y fundaciones p¨²blicas, y, sobre todo, el clamoroso desprecio que estos han mostrado por el concepto mismo de mantenimiento, han constituido los elementos centrales de su actuaci¨®n en estos a?os.
Pero el problema, como ya habr¨¢n deducido mis avispados lectores, es que la democracia espa?ola no est¨¢ sujeta a las reglas de la l¨®gica. O, m¨¢s precisamente, no est¨¢ sujeta a regla alguna. Porque, de no ser as¨ª, resultar¨ªa imposible explicar la gran cantidad de incoherencias que se producen ante nuestras propias narices sin que estas resulten ya extra?as para nadie, o sean dignas siquiera de concitar un m¨ªnimo proceso de reflexi¨®n.
Aqu¨ª, por ejemplo, se considera de lo m¨¢s normal que algunos pol¨ªticos aplaudan efusivamente al Tribunal Constitucional cuando este declara ilegal una buena parte del Estatut catal¨¢n, y sin embargo le acusen de politizado y parcial cuando el mismo tribunal permite que la coalici¨®n Bildu se presente a las elecciones. Como se ve normal que un partido que lleva en sus listas multitud de candidatos imputados por corrupci¨®n convoque a estos para firmar solemnemente ?un pacto contra la corrupci¨®n! Y por supuesto nada m¨¢s natural que violar, a la vista de todos, un acuerdo antiterrorista mientras se afirma, con total impunidad, que en realidad quien lo est¨¢ violando es la otra parte firmante. O contratar como moderadora de un debate en una televisi¨®n p¨²blica, como Canal 9, a una periodista de Intereconom¨ªa, que es, con toda probabilidad, la menos moderada de todo el Occidente cristiano Y as¨ª, sucesivamente.
Comprender¨¢n entonces que, ante situaci¨®n tan inabarcable desde un punto de vista racional, solo quepan dos estrategias sensatas: una, poner tierra de por medio (mientras siga en vigor el Tratado Schengen); o dos, exiliarse interiormente y dedicarse por completo a actividades de car¨¢cter exclusivamente espiritual. Elijan ustedes mismos.
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