"Ha sido la mayor pifia de nuestra historia"
Exgenerales del servicio de espionaje paquistan¨ª asumen el fiasco con Bin Laden
"Nunca nadie me dijo que si encontr¨¢bamos a Bin Laden, ten¨ªamos que guardar silencio", afirma Asad Munir. Este general de brigada retirado fue el jefe de la antena del ISI en Peshawar entre septiembre de 2001 y septiembre de 2003. ?l, como otros antiguos responsables de la poderosa agencia de espionaje paquistan¨ª, ha multiplicado durante los ¨²ltimos d¨ªas sus declaraciones negando la posibilidad de cualquier colusi¨®n con Al Qaeda. "Ha sido la mayor pifia de nuestra historia", asegura a EL PA?S.
ISI son las siglas de Inter Services Intelligence, la mayor de las agencias de espionaje paquistan¨ªes y la encargada de coordinar la informaci¨®n que recopilan las tres ramas del Ej¨¦rcito. Calificada a menudo de "Estado dentro del Estado" para dar una idea de su poder casi omn¨ªmodo, ha quedado en evidencia ante la operaci¨®n estadounidense para matar a Osama bin Laden, que se escond¨ªa en sus mismas narices y a un tiro de piedra de la Academia Militar en Abbottabad.
"Si lo ten¨ªamos nosotros, ?por qu¨¦ no hab¨ªa un t¨²nel para escapar?"
"Los fallos son parte de la profesi¨®n", declara el general retirado Hamid Gul, que fue director general del ISI entre marzo de 1987 y mayo de 1989, los a?os finales de la guerra contra los sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n. Gul califica de "pura incompetencia" que no detectaran al terrorista m¨¢s buscado del mundo. Recuerda que bajo su direcci¨®n tampoco fueron capaces de impedir el asesinato del presidente Zia ul Haq.
Fue justo durante la dictadura del general Zia (1977-1988) cuando el ISI extendi¨® su mandato original de proteger al pa¨ªs de las amenazas externas a la recolecci¨®n de informaci¨®n sobre los "partidos separatistas antipaquistan¨ªes", un buen pretexto para inmiscuirse en la pol¨ªtica interna del pa¨ªs. El propio Gul fue clave en la creaci¨®n del partido Islami Jamhoori Ittehad que llev¨® a Nawaz Sharif al poder (y luego se renombr¨® Liga Musulmana-N).
"Esos manejos dieron un mal nombre a la agencia, que por lo dem¨¢s continu¨® siendo muy profesional", apunta Munir.
No solo. Tambi¨¦n bajo Zia se cre¨® una secci¨®n especial de Afganist¨¢n. Entre 1983 y 1997, se dice que el ISI entren¨® a 80.000 afganos para combatir a los sovi¨¦ticos en una yihad, respaldada por EE UU y financiada por Arabia Saud¨ª, de la que en cierta medida Bin Laden y Al Qaeda son consecuencia. Algunos de aquellos muyahidin encabezan ahora facciones integradas o asociadas con esa organizaci¨®n terrorista.
Al concluir la guerra afgana result¨® imposible volver a meter al genio en la botella. El ISI se hab¨ªa convertido en un hacedor de reyes.
Desde los atentados del 11-S, la CIA y el ISI han colaborado en la persecuci¨®n de los miembros de Al Qaeda que se refugiaron en Pakist¨¢n. Pero funcionarios estadounidenses han expresado a menudo sus sospechas de que algunos elementos del ISI apoyaban a los terroristas o ten¨ªan alg¨²n tipo de v¨ªnculo con ellos. En abril, las filtraciones de Wikileaks sobre Guant¨¢namo revelaron que los manuales de los interrogadores equiparan el ISI con una organizaci¨®n terrorista.
Munir atribuye esa desconfianza a la relaci¨®n de Pakist¨¢n con los talibanes ("que tienen una agenda local, no global", asegura). "No tenemos ninguna afiliaci¨®n con Al Qaeda", insiste. Pero esa perversa distinci¨®n entre talibanes buenos y talibanes malos convierte la pol¨ªtica antiterrorista de Pakist¨¢n en un peligroso doble juego que deja margen para la sospecha.
"Ni nosotros ni los americanos hab¨ªamos visto a Bin Laden desde 2001", subraya el exagente. "De vez en cuando hab¨ªa informaciones de que se encontraba en Wazirist¨¢n del Sur, en Mansera, en Chitral o en Cachemira; en mi ¨¢rea de responsabilidad comprob¨¢bamos todas esas pistas. Nada m¨¢s escapar de Tora Bora en marzo de 2002, iniciamos una operaci¨®n para capturarle que dur¨® casi un a?o. Nunca logramos interceptarle porque no utilizaba comunicaciones sino correos, y hab¨ªa cientos de personas yendo y viniendo".
"Nadie puede cuestionar el papel del ISI en la persecuci¨®n y captura de Al Qaeda cuando hemos detenido a 50 de sus m¨¢ximos dirigentes", defiende Gul. ?C¨®mo explica entonces el fiasco con Bin Laden? "Si lo ten¨ªamos nosotros, ?por qu¨¦ no hab¨ªa un sistema de defensa, un t¨²nel para escapar o bater¨ªas antia¨¦reas? No tiene sentido", pregunta.
Tanto Gul como Munir tratan de reducir la fama de todopoderoso del ISI. "No es cierto, somos un pa¨ªs pobre y nuestros recursos son limitados", se?ala Gul. Tambi¨¦n descartan radicalmente que alg¨²n sector del ISI haya podido proteger a Bin Laden al margen de la agencia. "No es posible hacer algo sin que otro compa?ero informe", concluye Munir. Ni Estados Unidos ni muchos observadores est¨¢n tan seguros.
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