La actriz y la elefanta
Fui a ver a Susi para aclararle lo m¨ªo con Reese Witherspoon. La paquiderma, la actriz de Agua para elefantes y un servidor nos hemos enredado en un inesperado tri¨¢ngulo que r¨ªete t¨² de Trapecio.
Me encantan las pel¨ªculas de circo, de peque?o quer¨ªa ser domador aunque, claro, entonces a¨²n no conoc¨ªa a ?ngel Cristo. Acud¨ª cargado de expectativas a ver la nueva pel¨ªcula sobre el mundo de la carpa. Me gust¨® la ambientaci¨®n. Ese mundo del circo americano de los a?os treinta, transportado en tren, con su le¨®n, Rex, desdentado, y su mujer tatuada de Borneo nacida en Pittsburgh. Me identifiqu¨¦ mucho con el chico guapo, culto y sensible que no solo se integra de maravilla en el Benzini Bros. Circus -"the most extravagant stravaganza", como dice el chef de piste-, sino que se hace con la atracci¨®n estelar: la mujer del jefe. Me emocion¨¦ con las rutilantes escenas en que se alza el chapiteau flameante en las praderas doradas por el sol, con la imagen de Witherspoon ba?ada de luz entre sus caballos de plata y con la incre¨ªble estampa de la elefanta, Rosie, haciendo el pino.
Los miembros de Libera a Susi piden el boicoteo de 'Agua para elefantes'
A los pocos d¨ªas de asistir a la proyecci¨®n el destino me hizo estar sentado frente a frente con la oscarizada actriz. Como me conozco y ya tuve una vez problemas por culpa de Angelina Jolie, mis preferencias se inclinaban m¨¢s por entrevistar a la elefanta, pero no estaba disponible. Empec¨¦ bien con Reese, muy profesional, pero al poco me hab¨ªa abismado en sus preciosos ojos. Cre¨ª percibir un atisbo de inter¨¦s en ellos. Y cuando nos pusimos a hablar de elefantes ya me pareci¨® que se derribaban todas las barreras. No hay nada como conversar de elefantes con una chica guapa. Evit¨¦ cort¨¦smente referirme al pandem¨®nium que son los amores de los paquidermos y a la chocante evidencia del miembro viril del macho, que pesa 25 kilos (!) y tiene forma de S (?) para alcanzar las intimidades de la elefanta, que se abren abajo entre las piernas, mirando al suelo, y no bajo la cola como uno -que no fuera elefante- podr¨ªa suponer. Tampoco le habl¨¦, aunque lo deseaba, de los h¨¢biles cazadores waliangulu que abaten a los gigantes con flechas envenenadas, ni de que Paul Kruger perdi¨® el pulgar al aplast¨¢rselo con el gatillo de su rifle para elefantes, aunque sorte¨® la gangrena meti¨¦ndolo en el est¨®mago putrefacto de una cabra. No, en un momento de inspiraci¨®n, le habl¨¦ de Susi.
Cuando le expliqu¨¦ que hab¨ªa una elefanta en el zoo de Barcelona que era el centro de una campa?a de los defensores de los derechos de los animales mostr¨® enorme inter¨¦s. "?Pobrecita!", exclam¨® con un moh¨ªn encantador. Aprovech¨¦ el fil¨®n. Le describ¨ª con gran sentimiento y afectada gestualidad la soledad de Susi, el fallecimiento de su vieja compa?era, el espectro de una muerte en prisi¨®n lejos de la sabana, hasta los problemas intestinales. Incluso traje a colaci¨®n a Dumbo. Reese Witherspoon parec¨ªa profundamente conmovida y en un extraordinario momento un destello l¨ªquido brill¨® en los divinos ojos de la estrella. Me hab¨ªa pasado tres pueblos. Al marcharme me pareci¨® o¨ªr un sollozo.
Reese -y perdonen la confianza- me pareci¨® sinceramente interesada por la suerte de los elefantes, con los que en el filme tiene un grado de intimidad que para s¨ª uno desear¨ªa. Incluso pens¨¦ que la actriz se acercar¨ªa a conocer a nuestra paquiderma. Voil¨¤ el tri¨¢ngulo. Comprender¨¢n entonces mi sorpresa cuando al poco los integrantes de la campa?a Libera a Susi ?han lanzado una operaci¨®n de boicoteo contra la pel¨ªcula! (piden que no se vaya a verla), dudando de paso de la compasi¨®n expresada por la actriz.
Resulta que pese a que el filme, supervisado por la Animal Humane Association, garantiza que los animales no sufrieron ning¨²n abuso durante el rodaje ni el adiestramiento previo -vamos, que no se ha puteado ni a la hiena-, la organizaci¨®n Animal Defenders International sostiene (ha hecho p¨²blico un v¨ªdeo de 2005) que Tai -la elefanta que encarna a Rosie- y otros paquidermos son habitualmente golpeados y reciben descargas el¨¦ctricas durante su instrucci¨®n en el centro que posee en California la empresa proveedora, Have Trunk Will Travel. ?Puede ser que en un filme tan desgarrador en mostrar la crueldad del due?o del circo -Christoph Waltz (ex SS en Malditos bastardos) apalea a Rosie con el focino- y su castigo se haya maltratado realmente a la elefanta? ?Cielos! Waltz, el realizador Francis Lawrence, Robert Pattinson y la propia Whitherspoon me aseguraron que de ninguna manera. Y ellos estaban all¨ª...
Con la pol¨¦mica y el t¨ºte-¨¤-t¨ºte con Reese coleando, fui ayer, dec¨ªa, a visitar a Susi. Tras sortear la instalaci¨®n de los lobos -los han trasladado, ?uf!-, la he encontrado fenomenal, m¨¢s contenta que unas pascuas, oigan. Activa, juguetona, con apetito. Sus cuidadores, Albert y Rafa, le han lavado las patas con un Karcher, luego se ha ba?ado (la he espiado como a una gruesa Betsab¨¦) mientras la regaban con manguera (?agua para la elefanta!), ha comido cacahuetes, se ha rociado con arena. Pedicura, piscina, snacks, entrenador personal... un infierno de vida, vamos. Pero lo m¨¢s asombroso son los nuevos establos que les han construido a ella y a Yoyo (a¨²n viven separadas): ?del tama?o de un polideportivo!, de cristal, con toldos. Si lo ha visto Reese, ?estoy perdido!
Es cierto que la elefanta vive en un cercado que r¨ªete t¨² de La gran (!) evasi¨®n, pero yo creo que es que en el zoo temen que los defensores de los animales caven un t¨²nel y la saquen por ah¨ª...
Cuando me he quedado solo, le he explicado todo a Susi. Le he hablado de mi perplejidad con la campa?a de boicoteo a la pel¨ªcula y le he recomendado verla para poder opinar (yo mismo la llevar¨ªa, aunque me costara una pasta en palomitas). Le he dicho, finalmente, que no se preocupe, que lo de Reese ha sido pasajero -una tontada, vamos- y lo nuestro, en cambio, va para largo, para muy largo.
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