Obama post Osama
Llev¨¢bamos dos largos a?os pregunt¨¢ndonos qui¨¦n es Obama y ha tenido que producirse el gran acontecimiento de su presidencia: la muerte de Bin Laden, sin testigos, sin juicio previo, en un acto leg¨ªtimo de guerra justa, seg¨²n Estados Unidos, para saber que el presidente no es el hombre que muchos americanos pensaban que era y tampoco el que muchos europeos so?¨¢bamos. El expremier brit¨¢nico Harold MacMillan sol¨ªa decir que son "los acontecimientos" los que gobiernan el destino de los l¨ªderes pol¨ªticos.
Desde su llegada al poder en enero de 2009, Obama ha vivido a rastras de sucesos anteriores: una econom¨ªa fundida que le oblig¨® a gestionar, casi en exclusiva, el desastre heredado. Por fin, tras una d¨¦cada de persecuci¨®n, dos guerras exteriores, una factura de m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares y 150.000 muertos, un hombre muy alto, de 54 a?os, de barba ya blanca que se te?¨ªa regularmente, que reconoci¨® que cuando hab¨ªa visto los cuerpos de los infieles volar "como motas de polvo" el 11 de septiembre de 2001 su coraz¨®n se hab¨ªa llenado de j¨²bilo, ha pagado con su vida una cuenta hist¨®rica. Era vivo o muerto, como en el Oeste, y ha sido muerto. Obama le ha buscado con fr¨ªa determinaci¨®n, utilizando todos los medios, los legales y los otros. Ha perseguido su ballena blanca hasta topar con su acontecimiento.
El presidente de EE UU es m¨¢s Gregory Peck que John Wayne, no acepta una visi¨®n binaria del mundo
Y cuando lo alcanz¨®, no dud¨®. ?Qu¨¦ no dar¨ªamos por haber visto lo que estaban viendo 13 personas en el centro neur¨¢lgico de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos y su equipo de Seguridad Nacional el domingo 1 de mayo? La ya hist¨®rica imagen del fot¨®grafo presidencial Pete Souza no presenta la verdad, sino la ambig¨¹edad, la verdad es escurridiza en la lucha de la democracia contra el terror, como afirma el The New York Times. ?Hillary Clinton, la mano derecha apretada contra su boca y los ojos clavados tensos en una pantalla que no vemos, estaba asistiendo a una ejecuci¨®n o ten¨ªa un acceso de alergia primaveral, como la secretaria de Estado confesar¨ªa despu¨¦s? Barack Obama ya ha demostrado ser el comandante en jefe, y no el profesor en jefe como le tildaba el Tea Party. Con un solo acto ya no es un segundo Jimmy Carter. Hasta ahora Obama actuaba como si fuera m¨¢s importante ser querido que ser temido; ya puede combinar las dos cualidades. El presidente ha demostrado que EE UU no tiene necesariamente que trabajar con aliados para hacer lo que es necesario hacer en defensa de los intereses nacionales. Act¨²a como cualquier presidente que ha ocupado la Casa Blanca. Lo exige el ADN de la instituci¨®n. No es el presidente cuya tarea es primero admitir, y luego gestionar el declive de EE UU. Tampoco un moralista. Ve los grises, no acepta la visi¨®n binaria: Estados Unidos como ¨²nico superpoder o la irrelevancia progresiva en la escena mundial. Es m¨¢s Gregory Peck que John Wayne, aunque tambi¨¦n pueda desenfundar el primero si lo exigen los intereses de su pa¨ªs. Obama no abandona el multilateralismo, entiende que el poder y las reglas del derecho internacional no son enemigos.
El nuevo capital pol¨ªtico adquirido puede permitirle tomar la iniciativa e imponerse a un campo republicano, que no encuentra candidato presidencial de fuste para 2012. Cabe preguntarse cu¨¢nto durar¨¢ este capital y si es trasladable a las cuestiones dom¨¦sticas. La mayor¨ªa de los norteamericanos cree que Obama est¨¢ fracasando en la conducci¨®n de la econom¨ªa, asunto que decidir¨¢ la reelecci¨®n. Obama puede pensar que no solo es la econom¨ªa, est¨²pido, y que la pol¨ªtica exterior puede darle alas. Su objetivo inmediato es profundizar en los primeros ¨¦xitos de la primavera ¨¢rabe, impulsando una redefinici¨®n hacia la democracia en el creciente que va desde Marruecos hasta el golfo P¨¦rsico. Atentos a su discurso sobre el mundo ¨¢rabe de la semana pr¨®xima. Pero los grandes escollos no se han movido: Israel, Siria, Arabia Saud¨ª, cuya suerte est¨¢ en el aire. Y Pakist¨¢n, donde Obama se enfrenta a una tormenta perfecta. Islamabad juega con dos barajas. El diario brit¨¢nico The Guardian informaba el jueves de la siguiente entrada del diario de Bin Laden, capturado por el comando que acab¨® con ¨¦l. "30 de abril de 2011. Algo extra?o ocurre en la vecindad. No estoy seguro, pero veo unas antenas extra en un tejado al otro lado de la carretera, y una furgoneta blanca que lleva cuatro d¨ªas aparcada en la esquina. Llamo al ISI (servicio de inteligencia militar paquistan¨ª) pero me dicen que estoy paranoico". Veinticuatro horas despu¨¦s estaba muerto. Su causa hab¨ªa sido derrotada bastante antes por la mayor¨ªa de la calle ¨¢rabe y musulmana y por la revoluci¨®n no violenta de su juventud. Su rostro no sustituir¨¢ al del Che Guevara del siglo XX en los p¨®sters y camisetas del siglo XXI.
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