Las cuatro crisis del d¨ªa despu¨¦s
Me cuenta un amigo notario -palabra de fedatario p¨²blico- que entre enero de 2010 y enero de 2011 en Espa?a se han firmado un 30% de compraventas menos que el a?o anterior. Pocos datos pueden ejemplificar mejor la aton¨ªa, el estancamiento de una econom¨ªa que no consigue salir de la crisis. Pero el notario a?ade otra cifra no menos preocupante: en este mismo periodo se han protocolizado un 20% menos de herencias. Dado que la tasa de mortalidad no ha sufrido ninguna alteraci¨®n sensible, estamos ante una se?al inequ¨ªvoca de empobrecimiento. Este alica¨ªdo contexto econ¨®mico se ver¨¢ complicado despu¨¦s de las elecciones del 22 de mayo, momento en que emerger¨¢n cuatro crisis que se vienen incubando desde hace tiempo.
La crisis econ¨®mica, el desempleo y la legalizaci¨®n de Bildu invaden la campa?a del 22-M
En primer lugar se abrir¨¢ una crisis de gobernabilidad. Que la batalla estelar se sit¨²e en Castilla-La Mancha pone de manifiesto la situaci¨®n de precariedad en la que se encuentra el PSOE. Si realmente los socialistas estuviesen en fase de recuperaci¨®n, la lucha se situar¨ªa en Madrid o en Valencia, y, sin embargo, todo indica que el PP tiene ah¨ª las hegemon¨ªas bien agarradas. Zapatero deber¨¢ lidiar el final de legislatura en situaci¨®n de interinidad, con el respaldo popular muy debilitado y al frente de un partido que pronto tendr¨¢ dos cabezas: la saliente y la que aspira a entrar. Al mismo tiempo, el PP se situar¨¢ a las puertas de una amplia hegemon¨ªa en las instituciones, sin haber dado ninguna batalla ideol¨®gica para conseguirlo. Ser¨¢ la primera vez que se alcanza la hegemon¨ªa por defecto. Lo cual no deja de ser un lastre importante a la hora de tomar decisiones impopulares. Lastre agrandado por la peculiar idea de la responsabilidad que tiene Mariano Rajoy, que hace un a?o quiso dejar caer al Gobierno, aun a riesgo de meter a Espa?a en el pantano de la intervenci¨®n, y fueron precisamente los nacionalistas de CiU los que tuvieron que enmendar su irresponsabilidad. Tanto Felipe Gonz¨¢lez como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar llegaron como portadores de proyectos de cambio. Incluso Zapatero lleg¨® con dos banderas: el no a la guerra y un cierto republicanismo. Rajoy, simplemente, intenta no ofender a nadie. Se entiende que Esperanza Aguirre, que ha demostrado que la batalla ideol¨®gica es b¨¢sica para consolidar la hegemon¨ªa, se desespere ante el discurso plano de su jefe.
En correlaci¨®n con esta crisis de gobernabilidad estar¨¢ la del PSOE, en ca¨ªda libre desde hace un a?o, cuando Zapatero reneg¨® de su propia sombra. Despu¨¦s del triunfal arranque del talante dejar¨¢ su partido con m¨ªnimas cuotas de poder, desnortado ideol¨®gicamente y plagado de incertidumbres de futuro. En estas circunstancias, el PSOE se apresta a vivir una dura batalla sucesoria, en un momento que requerir¨ªa un verdadero Congreso refundacional. Mientras tanto, su hermano el PSC sigue autolesion¨¢ndose, incapaz de reconocer el marco nacional en el que est¨¢ ubicado.
El d¨ªa despu¨¦s se abrir¨¢ tambi¨¦n una crisis de sostenibilidad del Estado de las autonom¨ªas. Aflorar¨¢n las desesperadas situaciones econ¨®micas de los municipios y de algunas comunidades. Y se evidenciar¨¢ el problema estructural del Estado espa?ol: una elevada descentralizaci¨®n del gasto y un alto grado de centralizaci¨®n de la decisi¨®n pol¨ªtica. Si, adem¨¢s, el Gobierno practica la deslealtad, negando lo que debe a las autonom¨ªas para desplazar parte de su d¨¦ficit hacia ellas, el sistema es dif¨ªcil de sostener. Unos pretender¨¢n cerrarlo, otros, abrirlo m¨¢s, pero cuando se toca la articulaci¨®n del Estado el ruido est¨¢ garantizado.
Y se pondr¨¢ de manifiesto tambi¨¦n la crisis moral que vive este pa¨ªs. Si algo la expresa de modo concluyente es el 43% de paro juvenil: Espa?a est¨¢ a punto de desperdiciar la fuerza intelectual y transformadora de una generaci¨®n. Pero tambi¨¦n algunos comportamientos en la c¨²spide del poder econ¨®mico, como el reparto imp¨²dico de suculentos bonos, que son manifiestamente incompatibles con los sacrificios que se exigen a las clases medias y populares. Las elecciones nos brindar¨¢n adem¨¢s el obsceno espect¨¢culo de ver c¨®mo los ciudadanos revalidan con sus votos a algunos candidatos con la mochila de la corrupci¨®n a cuestas. Espero que en la noche electoral los entusiastas de siempre no digan la socorrida frase de que el pueblo nunca se equivoca. Sin duda, la clase pol¨ªtica tiene una alta responsabilidad en esta crisis moral: por mantener a los corruptos en sus puestos y por hacer de la mentira y de las falsas verdades moneda de campa?a. Pero esto se acabar¨ªa si la ciudadan¨ªa castigara a los corruptos neg¨¢ndoles el voto. Y si no lo hace es porque, lamentablemente, est¨¢ ya muy instalada la idea de que todos se corrompen, todos son iguales.
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