"El Tea Party solo sabe lo que no quiere"
Kate Zernike, periodista y autora de un libro sobre este movimiento, cree que es hijo de la crisis financiera y los rescates a los bancos
Est¨¢n en contra de la reforma sanitaria, del derecho al aborto y del matrimonio gay, exactamente igual que el Partido Republicano, pero le reprochan que haya dejado de lado la econom¨ªa para centrarse en estas causas sociales. Surgieron como una atronadora respuesta al rescate econ¨®mico de los bancos para hacer frente a la crisis financiera, pero no le echan la culpa de esa crisis a Wall Street, sino al Congreso de Estados Unidos. Simpatizan con Sarah Palin, pero dejan claro en encuestas y entrevistas que les parece inconsistente como candidata republicana a la Casa Blanca. Populistas, extremadamente exigentes con sus correligionarios republicanos, un azote para los dem¨®cratas, as¨ª son los seguidores del Tea Party, el movimiento que irrumpi¨® hace un par de a?os en la escena pol¨ªtica estadounidense.
El Tea Party es un fen¨®meno antisistema, anti-Washington. Por eso mantiene diferencias con los republicanos
As¨ª los describe, al menos, Kate Zernike, de 42 a?os, periodista de The New York Times que ha seguido sus pasos desde el principio, ha entrevistado a l¨ªderes y miembros de a pie, y ha escrito un libro sobre el tema, La revoluci¨®n del Tea Party, que ahora publica en Espa?a la editorial Planeta. ?Son muchos? ?Son pocos? Los suficientes como para haberse convertido en uno de los mayores dolores de cabeza de la presidencia de Barack Obama. Trabajan denodadamente contra los convenios colectivos sindicales, o a favor de dar dinero p¨²blico a los padres que env¨ªan a sus hijos a escuelas privadas. Y han encontrado un inesperado y potent¨ªsimo altavoz en lo que Zernike denomina "el establishment de los medios conservadores". Empezando por la cadena Fox, que les ha dado visibilidad desde el principio.
?C¨®mo es, de qu¨¦ est¨¢ hecho este movimiento? De gente luchadora, desde luego. Tambi¨¦n profundamente conservadora. Por eso, Zernike est¨¢ convencida de que con un presidente republicano en la Casa Blanca no habr¨ªa habido Tea Party. "Aunque discrepaban de la pol¨ªtica econ¨®mica de Bush, no se echaron a la calle a protestar", dice. ?Les ha espoleado el hecho de que Barack Obama sea el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos? "No creo que la raza sea una cuesti¨®n esencial, aunque le importe a muchos seguidores del Tea Party", responde la periodista por correo electr¨®nico. Es cierto que Obama no conquist¨® el voto de los hombres blancos mayores de 60 a?os, pero "obtuvo m¨¢s o menos el mismo porcentaje del voto masculino blanco que Clinton, Gore y Kerry", dice Zernike. "Por eso no creo que la raza del presidente haya influido para nada en este fen¨®meno. Tambi¨¦n han sido muy cr¨ªticos con Nancy Pelosi (expresidenta dem¨®crata del Congreso de Estados Unidos), y a nadie se le ha ocurrido pensar que era por razones de g¨¦nero".
Seg¨²n Zernike, el engrudo que ha ligado de manera tan s¨®lida este movimiento ha sido la crisis financiera. "El colapso econ¨®mico de 2008 produjo una ansiedad enorme en la gente. Si la econom¨ªa estuviera boyante, no habr¨ªa habido un Tea Party". Y eso porque su principal preocupaci¨®n es c¨®mo se gasta el dinero p¨²blico, c¨®mo se gestiona la econom¨ªa del pa¨ªs. "Les enfadaron los rescates decididos por la Reserva Federal. Las primeras protestas del movimiento se produjeron a ra¨ªz del est¨ªmulo financiero aprobado en 2009, pero ya estaban indignados por los rescates que los bancos y las compa?¨ªas automovil¨ªsticas se concedieron por cuenta propia en tiempos del presidente Bush", dice Zernike. Y la conducta desaprensiva de Wall Street, ?c¨®mo la juzgan? "No est¨¢n tan molestos con ella. De hecho, las encuestas demuestran que no le echan la culpa de la crisis de las hipotecas a los bancos. Se la echan al Congreso. Adem¨¢s, ven con buenos ojos a los peces gordos de la econom¨ªa, y en eso son diferentes de movimientos populistas anteriores".
Si el colapso econ¨®mico ha sido uno de los principales catalizadores del Tea Party, otro elemento fundamental en su ¨¦xito hay que buscarlo en las elecciones de mitad de mandato, que han movilizado, dice Zernike, como normalmente sucede en este tipo de comicios, "a los sectores m¨¢s maduros del electorado, normalmente los m¨¢s conservadores".
La radiograf¨ªa del Tea Party que realiza la periodista de The New York Times deja al descubierto s¨ªntomas de un mal que se extiende ampliamente por toda la sociedad estadounidense. Estos activistas conservadores no son los ¨²nicos descontentos con instituciones en otro tiempo casi sagradas. "Las encuestas demuestran que el grado de aprecio del Congreso est¨¢ en niveles hist¨®ricamente bajos y no solo entre los miembros del Tea Party. Tambi¨¦n reflejan que la estima hacia otras instituciones como los bancos, las universidades o los medios de comunicaci¨®n ha ca¨ªdo igualmente", explica Zernike. Pero, ya que comparten ideolog¨ªa, ?por qu¨¦ no existe mayor sinton¨ªa entre el Tea Party y el Partido Republicano? Una explicaci¨®n est¨¢ en el car¨¢cter antisistema, anti-Washington, que cultivan sus seguidores. Se critica a los centros de poder pol¨ªtico, y a los pol¨ªticos en general que, al final, se apoyan entre s¨ª. Los republicanos, por ejemplo, han estado con el Gobierno a la hora de aprobar el gasto p¨²blico. "Pero lo que hace dif¨ªcil de manejar y contentar a este colectivo es que sus miembros no son muy concretos sobre lo que quieren. Tienen mucho m¨¢s claro lo que no quieren. Por tanto, es muy dif¨ªcil para los republicanos y para los dem¨¢s partidos proponer pol¨ªticas que les satisfagan".
El Tea Party toma su nombre del Boston Tea Party, una rebeli¨®n contra los brit¨¢nicos que se produjo hace m¨¢s de dos siglos. Vista desde Europa, resulta notable esta fijaci¨®n con el pasado, pero muchos movimientos populistas de izquierda o derecha en Estados Unidos se han inspirado en episodios cercanos a la Guerra de la Independencia. El Tea Party va un poco m¨¢s lejos, porque sus seguidores son partidarios de restaurar la Constituci¨®n de los padres fundadores de la naci¨®n. "Algo bastante dif¨ªcil", dice Zernike, "porque los fundadores no podr¨ªan haber sospechado siquiera muchas de las cuestiones que se plantean hoy".
Ese intento de restauraci¨®n y esa menci¨®n a los padres fundadores podr¨ªan significar, quiz¨¢, un deseo de vivir en un pa¨ªs m¨¢s uniforme, menos complejo que los Estados Unidos de hoy. "Puede que para la gente mayor, que constituye la gran mayor¨ªa del movimiento, signifique un regreso a los tiempos en los que nuestro pa¨ªs ten¨ªa menos inmigrantes, pero no creo que sea un deseo, ni una idea universal en el Tea Party", dice Zernike. Los que invocan esta restauraci¨®n "creen que est¨¢n luchando, como los fundadores de la naci¨®n, contra un Gobierno que ha crecido, en su opini¨®n, demasiado. M¨¢s all¨¢ de lo que le reserva la Constituci¨®n". Por eso, como muchos otros movimientos populistas, hablan de "recuperar" Los Estados Unidos. Quiz¨¢ en este caso, convencidos de la fuerza que han aportado a los republicanos, lo est¨¦n diciendo en serio.
La revoluci¨®n del Tea Party, de Kate Zernike. Editorial Planeta 299 p¨¢ginas
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