Las grietas de la Historia
Lo primero que intent¨¦ publicar en mi vida fue un art¨ªculo sobre Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n. Corr¨ªa 1985, Pis¨®n acababa de publicar su segundo libro y yo era un escritor in¨¦dito que no conoc¨ªa a ning¨²n escritor espa?ol, que se sent¨ªa un bicho raro y que no le¨ªa a los escritores de su edad (ni casi a los escritores vivos, o s¨®lo a los muy viejos). Un d¨ªa, no s¨¦ c¨®mo, cayeron en mis manos los dos primeros libros de Pis¨®n: La ternura del drag¨®n y Alguien te observa en secreto; los le¨ª, y no s¨®lo me gustaron mucho, sino que me hicieron sentir que no era un bicho raro o que por lo menos alguien de mi edad (Pis¨®n s¨®lo me lleva dos a?os) ten¨ªa gustos parecidos a los m¨ªos, aunque tuviera m¨¢s talento que yo. Feliz por el descubrimiento, escrib¨ª un texto, lo met¨ª en un sobre y, con la fant¨¢stica ingenuidad de mis 23 a?os, lo mand¨¦ sin m¨¢s a la revista Quimera. Por supuesto, el texto nunca se public¨®, pero desde entonces he seguido a Pis¨®n libro a libro, sin perderme uno solo. 13 o 14 a?os m¨¢s tarde logr¨¦ hacerme amigo suyo. Me alegra decir que sigo si¨¦ndolo, aunque debo a?adir que ni siquiera la amistad me ha cegado a la evidencia: Pis¨®n es uno de los mejores narradores espa?oles del momento. Las dos palabras que a mi juicio lo definen con m¨¢s exactitud son constancia y honestidad. Constancia porque s¨®lo su obra narrativa abarca ya catorce libros; Pis¨®n es un escritor regular: entre esos libros los hay mejores y peores, pero, que yo recuerde, no hay ninguno que no merezca ser le¨ªdo o rele¨ªdo. Honestidad por tres motivos. Primero, porque Pis¨®n construye sus novelas y relatos con el rigor y la precisi¨®n artesanales de quien sabe que, aunque no hay que confundir el arte con la artesan¨ªa, no hay arte verdadero que antes que arte no sea artesan¨ªa. Segundo, porque Pis¨®n es lo opuesto a esos mercachifles de s¨ª mismos que no paran de presentarse como exploradores de nuevos territorios narrativos con el fin de esconder que no paran de escribir el mismo libro y seg¨²n la misma f¨®rmula: Pis¨®n se presenta siempre como un humilde escritor tradicional, cuando en realidad todos sus libros son distintos, como si los escribiera teniendo siempre presente que en literatura la forma es el fondo o que en ella, como escribi¨® Flaubert, la forma es al fondo lo que el calor al fuego. Y tercero, porque los libros de Pis¨®n est¨¢n escritos para lectores honestos, es decir, para lectores a los que les gusta leer, no para lectores a los que lo que les gusta es que les guste leer. Esto no es una banalidad. Hay grandes escritores que tienen pocos lectores y que quiz¨¢ no pueden ni deben aspirar a m¨¢s, porque lo que escriben es oscuro o herm¨¦tico; Pis¨®n no es uno de ellos, y por eso sus libros, tan enjundiosos como amenos y transparentes, merecen muchos m¨¢s lectores de los que tienen.
"La novela de Pis¨®n refleja la ambig¨¹edad moral de la vida bajo la dictadura"
Ojal¨¢ los consiga con el ¨²ltimo. Se titula El d¨ªa de ma?ana y es quiz¨¢, junto con Carreteras secundarias, la mejor novela que ha escrito Pis¨®n, si no la m¨¢s necesaria. Pis¨®n empez¨® escribiendo relatos fant¨¢sticos y novelas de iniciaci¨®n, pero desde hace unos a?os es un escritor realista a brazo partido. Balzac observ¨® famosamente que la novela es la historia privada de las naciones; menos famosamente, Novalis dijo que la novela surg¨ªa de las grietas de la historia. En sus ¨²ltimos libros, Pis¨®n cuenta la historia privada de la Espa?a reciente a trav¨¦s de las grietas de su historia. En principio, la grieta de El d¨ªa de ma?ana es Justo Gil, un emigrante que en la Barcelona de los sesenta empieza convirti¨¦ndose por azar en sopl¨®n de la polic¨ªa pol¨ªtica y que, ya en plena Transici¨®n, termina organizando grupos paramilitares de ultraderecha. El mecanismo de la novela es un mecanismo cl¨¢sico en la literatura y el cine al menos desde Mientras agonizo, de Faulkner, y Ciudadano Kane, de Welles: un relato multiperspectivista a trav¨¦s del cual un conjunto de personajes ofrece su visi¨®n particular del personaje central. El resultado es admirable: por un lado, Pis¨®n ofrece un retrato complejo y poli¨¦drico de la Espa?a de los sesenta y setenta; por otro, ofrece un retrato no menos complejo y poli¨¦drico de Justo Gil. Ambos retratos se complementan. Por supuesto, Justo es un trasunto de la Espa?a de la ¨¦poca, de su encanallamiento y su mediocridad generalizados, de su grisura esencial; pero la Espa?a de la ¨¦poca tambi¨¦n es un trasunto de Justo: como ha escrito Jordi Gracia, la novela refleja sobre todo la ambig¨¹edad moral de la vida bajo la dictadura y el subdesarrollo, y esa ambig¨¹edad es la ambig¨¹edad de Justo, un personaje escurridizo que nunca parece lo que es, a quien Pis¨®n nunca condena del todo, pese a su abyecta catadura moral, y a quien m¨¢s de una vez nos obliga a compadecer, dando as¨ª toda su talla de gran novelista. Esa insidiosa ambig¨¹edad, la de Justo y la de su ¨¦poca, es la verdadera grieta de la historia. La novela de Pis¨®n es necesaria porque fue a trav¨¦s de esa grieta por donde el pasado lleg¨® al presente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.