El viraje a tiempo del FMI
La reuni¨®n anual de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) fue notable, ya que marc¨® el esfuerzo de este por distanciarse de sus propios dogmas de hace muchos a?os sobre el control de capitales y la flexibilidad del mercado laboral. Parece que gradualmente -y cautelosamente- un nuevo FMI ha surgido bajo el liderazgo de Dominique Strauss-Kahn.
Poco m¨¢s de 13 a?os antes, en la reuni¨®n de Hong Kong del FMI en 1997, este hab¨ªa intentado enmendar su carta para ganar m¨¢s margen de acci¨®n y empujar a los pa¨ªses hacia una liberalizaci¨®n del mercado de capitales. El momento no pod¨ªa haber sido menos oportuno: la crisis del Este de Asia se estaba gestando -una crisis que fue, en gran medida, resultado de la liberalizaci¨®n del mercado de capitales en una regi¨®n que, dada su elevada tasa de ahorro, no la necesitaba en absoluto.
Un cambio importante es el v¨ªnculo que el FMI ha trazado entre desigualdad e inestabilidad
Esta l¨ªnea de acci¨®n hab¨ªa sido defendida por los mercados financieros de Occidente y por los ministros de Finanzas occidentales que les son tan fieles. La desregulaci¨®n financiera en EE UU fue una causa importante de la crisis global que estall¨® en 2008, y la liberalizaci¨®n financiera y del mercado de capitales en otras partes ayud¨® a propagar ese trauma made in USA por todo el mundo.
La crisis demostr¨® que los mercados libres y descontrolados no son ni eficientes ni estables. Tampoco necesariamente sirvieron de mucho a la hora de fijar precios (basta con ver la burbuja inmobiliaria), incluyendo los tipos de cambio (que son simplemente el precio de una moneda en t¨¦rminos de otra).
Islandia mostr¨® que responder a la crisis imponiendo controles al capital pod¨ªa ayudar a los pa¨ªses peque?os a manejar su impacto. Y la relajaci¨®n cuantitativa (QE1) de la Reserva Federal de EE UU torn¨® inevitable el deceso de la ideolog¨ªa de los mercados sin control: el dinero va hacia donde los mercados piensan que los retornos son m¨¢s altos. Frente al auge de los mercados emergentes, y con EE UU y Europa de capa ca¨ªda, era evidente que gran parte de la nueva liquidez que se estaba creando encontrar¨ªa su destino en los mercados emergentes. Esto result¨® especialmente cierto, dado que el conducto de cr¨¦dito de EE UU segu¨ªa obturado y muchos bancos comunitarios y regionales todav¨ªa estaban en una situaci¨®n precaria.
El resultante incremento de dinero hacia los mercados emergentes trajo consigo que hasta los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales que se oponen ideol¨®gicamente a intervenir creen que no tienen m¨¢s opci¨®n que hacerlo. De hecho, uno tras otro, los pa¨ªses optaron por intervenir de una manera u otra para impedir que el valor de sus monedas subiera por las nubes.
Ahora el FMI bendice ese tipo de intervenciones -pero, como una concesi¨®n para aquellos que todav¨ªa no est¨¢n convencidos, sugiere que se las deber¨ªa utilizar solamente como un ¨²ltimo recurso-. Por el contrario, deber¨ªamos haber aprendido de la crisis que los mercados financieros necesitan regulaci¨®n, y que los flujos de capital transfronterizos son particularmente peligrosos. Estas regulaciones deber¨ªan ser una parte esencial de cualquier sistema para asegurar la estabilidad financiera; recurrir a ellas solo como ¨²ltimo recurso es una receta para una continua inestabilidad.
Existe un amplio rango de herramientas de gesti¨®n de cuentas de capital, y lo mejor es que los pa¨ªses usen varias de estas herramientas. Aunque no sean plenamente efectivas, normalmente son mucho mejor que nada.
Pero un cambio a¨²n m¨¢s importante es el v¨ªnculo que el FMI finalmente traz¨® entre desigualdad e inestabilidad. Esta crisis fue, en gran medida, resultado del esfuerzo de EE UU por estimular una econom¨ªa debilitada por una mayor desigualdad a trav¨¦s de tipos de inter¨¦s bajos y una regulaci¨®n laxa (que hicieron que mucha gente pidiera prestado mucho m¨¢s all¨¢ de sus posibilidades). Deshacer las consecuencias de este endeudamiento excesivo llevar¨¢ a?os. Pero, como nos recuerda otro estudio del FMI, este no es un patr¨®n nuevo.
La crisis tambi¨¦n puso a prueba los viejos dogmas que culpan del desempleo a la rigidez del mercado laboral, ya que a los pa¨ªses con salarios m¨¢s flexibles, como EE UU, les fue peor que a las econom¨ªas del norte de Europa, entre ellas Alemania. Por cierto, conforme los salarios se debiliten, a los trabajadores les resultar¨¢ a¨²n m¨¢s dif¨ªcil devolver lo que deben, y los problemas en el mercado inmobiliario se agravar¨¢n. El consumo seguir¨¢ siendo limitado, mientras que una recuperaci¨®n s¨®lida y sostenible no puede basarse en otra burbuja alimentada por la deuda.
Tan desigual como era EE UU antes de la Gran Recesi¨®n, la crisis -y la manera en que fue manejada- llev¨® a una desigualdad de ingresos a¨²n mayor, haciendo que la recuperaci¨®n sea mucho m¨¢s dif¨ªcil. Estados Unidos se est¨¢ preparando para su propia versi¨®n de un malestar al estilo japon¨¦s.
Sin embargo, existen soluciones para este dilema: fortalecer la negociaci¨®n colectiva, reestructurar las hipotecas, utilizar palos y zanahorias para que los bancos vuelvan a prestar dinero, reestructurar las pol¨ªticas impositivas y de gasto para estimular la econom¨ªa hoy a trav¨¦s de inversiones a largo plazo e implementar pol¨ªticas sociales que aseguren oportunidades para todos. Como est¨¢ hoy d¨ªa, con casi una cuarta parte de los ingresos totales y el 40% de la riqueza estadounidense en manos del 1% que m¨¢s gana, EE UU hoy es menos una tierra de oportunidades que incluso la vieja Europa.
Para los progresistas, estos datos abismales son parte de la letan¨ªa habitual de frustraci¨®n y furia justificada. Lo que es nuevo es que el FMI se ha sumado al coro. Como concluy¨® Strauss-Kahn en su discurso en la Brookings Institution poco antes de la reciente reuni¨®n del FMI: "En definitiva, el empleo y la igualdad son los pilares de la estabilidad y la prosperidad econ¨®mica, de la estabilidad y de la paz pol¨ªtica. Esto est¨¢ en el coraz¨®n del mandato del FMI. Se debe colocar en el coraz¨®n de la agenda pol¨ªtica".
Strauss-Kahn est¨¢ demostrando ser un l¨ªder sagaz del FMI. Solo nos queda esperar que los Gobiernos y los mercados financieros presten atenci¨®n a sus palabras.
Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, premio Nobel de Econom¨ªa. ? Project Syndicate, 2011.
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