La cotizaci¨®n de Chillida
Las desavenencias econ¨®micas cobran peso como el principal motivo de la ruptura de las negociaciones entre las instituciones y la familia del escultor
Resulta complicado el manejo de dinero p¨²blico para salvar un proyecto como el Museo Chillida-Leku, concebido por el escultor Eduardo Chillida y su familia como un espacio a la medida de su obra donde pudiera ser permanentemente expuesta. Dif¨ªcil a¨²n m¨¢s en tiempos de crisis.
Los pasos dados entre las instituciones y los herederos del artista en los ¨²ltimos meses para reconducir el futuro del museo de Hernani, cerrado el pasado 1 de enero por su dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica, se pierden en un cruce de cartas, comunicados, reproches, matizaciones y cifras que no encajan para que las obras pasen a propiedad p¨²blica.
La brusca ruptura a finales de marzo de las negociaciones entre Cultura, la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa y la familia para la reapertura del museo vino precedida por un desacuerdo econ¨®mico. En sus ¨²ltimas cartas a la titular de Cultura, Blanca Urgell, la familia alude a esas diferencias econ¨®micas durante las negociaciones.
Una gran obra de acero acaba de ser vendida por casi cinco millones
El actual Gobierno rebaj¨® a 80 millones, la oferta inicial, cifrada en 112
En 2008, cuando los herederos del artista negociaban con la anterior responsable de Cultura, la peneuvista Miren Azkarate, la casa de subastas Sotheby's valor¨® las obras que alberga Chillida-Leku en 164 millones de euros y los terrenos, en otros 12 millones. En enero de 2009, la familia acord¨® su cesi¨®n por 112 millones. Pero lleg¨® el cambio de Gobierno y crisis, y la ¨²ltima oferta de las instituciones se redujo a 80 millones. "Es una forma de valoraci¨®n con la que los Chillida no estar¨ªan de acuerdo", se?alan los portavoces de la familia, que ha contratado a una agencia de comunicaci¨®n como interlocutora con los medios.
Tanto Urgell como la diputada guipuzcoana de Cultura, Mar¨ªa Jes¨²s Aranburu, reiteraron hace casi dos meses su "sorpresa y disgusto" cuando la familia del escultor rompi¨® con las negociaciones y recalcaron que era "dificil" de creer que el motivo de las desaveniencias fuera la oferta econ¨®mica. M¨¢s bien se?alaron el "derecho al veto" que los herederos deseaban ejercer sobre la programaci¨®n art¨ªstica como principal discrepancia. Sin embargo, la cuesti¨®n econ¨®mica va ganando peso.
Los Chillida insisten en que la falta de claridad en el modelo de museo que defend¨ªan las instituciones es lo que les ha llevado a romper los contactos. "La ¨²ltima propuesta del Gobierno era muy exhaustiva en cuanto a lo econ¨®mico y los plazos, pero no aclaraban, ni garantizaban los puntos claves para seguir con la negociaci¨®n", se?alan sus portavoces. Esos puntos son el derecho de veto que quiere reservarse la familia sobre la programaci¨®n futura,, la unidad del conjunto y el caracter monogr¨¢fico.
Mientras, la obra de Chillida sigue cotiz¨¢ndose al alza. EstelaVIII, una gran pieza de acero corten firmada en 2000 y dise?ada para espacios abiertos, ha sido vendida por Sotheby's hace unos d¨ªas por un precio r¨¦cord de casi cinco millones de euros. Jam¨¢s se hab¨ªa pagado antes tanto por una obra del escultor vasco. Pocas de sus piezas monumentales, buena parte de ellas en manos de la familia, llegan al mercado, lo que dispara los precios. Al final se trata de inversiones seguras en piezas con un valor s¨®lido aun en ¨¦pocas de crisis.
La familia Chillida puso a la venta poco despu¨¦s del cierre del museo, por primera vez desde que el artista falleciese en agosto de 2002, una docena de esculturas monumentales, de cuya comercializaci¨®n se encarga Sotheby's. Las piezas fueron expuestas entre enero y abril de 2011 en el Isleworth Golf and Country Club de Windermere, en Florida (Estados Unidos).
Luis Chillida, dirctor del cerrado museo, reconoci¨® recientemente que el d¨¦ficit que este atravesaba hab¨ªa empujado a sacar obras al mercado e incidi¨® en que la venta en un escenario internacional "es la forma m¨¢s adecuada de promover el legado" de su padre.
Cuando Eduardo Chillida abandon¨® los estudios de arquitectura para dedicarse por completo a su carrera art¨ªstica pidi¨® a su esposa, Pilar Belzunce, que se ocupase de todos los asuntos econ¨®micos para no mezclar arte y dinero y poder centrarse as¨ª en la creaci¨®n. Desde entonces, Belzunce negoci¨® con las galer¨ªas, se ocup¨® de toda la infraestructura que rode¨® a Chillida y llev¨® el tim¨®n de una familia de ocho hijos que desde hace a?os gestiona la obra del autor.
Queda por cerrar a¨²n el cap¨ªtulo de la "utopia" de Chillida, ese espacio proyectado en el museo desde que en 1983 el artista descubriera el caser¨ªo de Zabalaga, m¨¢s tiempo materializ¨¢ndose que abierto al p¨²blico.
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