Ventanas para la paz
La ¨¦poca de Bush estaba dominada por la claridad moral, un sentido de superioridad de los conservadores sobre buenistas y apaciguadores que promet¨ªa al mundo horizontes radiantes de libertad, aunque fuera obtenida a sangre y fuego y recortando derechos y libertades. La ¨¦poca de Obama es de dudas y transacciones entre gradaciones del bien, o en t¨¦rminos m¨¢s crudos, entre males de distinta envergadura. Con Bush, la contundencia de la decisi¨®n no daba otra opci¨®n m¨¢s que situarse a un lado o en el contrario, con Washington o con el Eje del Mal. Con Obama llegaron las largas deliberaciones, las argumentaciones contradictorias dentro de su propio Gobierno y los matices a veces incomprensibles para un gran p¨²blico habituado a los superh¨¦roes y no a los espinosos dilemas morales entre seguridad nacional y libertad, intereses y valores, que el gobernante prudente quiere convertir en compatibles.
Para regresar al camino de la paz, Obama debe reparar el sistema de alianzas ahora averiado
El descabezamiento de Al Qaeda ha venido a disipar, al menos en parte, la brumosa pol¨ªtica exterior de Estados Unidos tras 20 meses de presidencia de Barack Obama. As¨ª se deduce de un reciente discurso del consejero Seguridad Nacional, Tom Donilon, en este puesto crucial al lado del presidente desde octubre del pasado a?o. Seg¨²n Donilon, EE UU ha dado un golpe decisivo a Al Qaeda, especialmente eficaz porque coincide con los efectos de la primavera ¨¢rabe. Su realizaci¨®n ha sido una brillante operaci¨®n militar y uno de los mayores ¨¦xitos hist¨®ricos del espionaje estadounidense. Pero tambi¨¦n puede que lo sea en sus resultados, por las decenas de miles de documentos audiovisuales y los millones de textos relevantes encontrados en la guarida del megaterrorista. Lo m¨¢s significativo pol¨ªticamente para el consejero de Seguridad Nacional es que la acci¨®n de Abbottabad "lanza un poderoso mensaje a nuestros amigos y adversarios: hacemos lo que decimos que haremos. Es un mensaje de persistencia, determinaci¨®n y dedicaci¨®n. No importan los obst¨¢culos, EE UU hace lo que debe hacer, por encima de presidencias y partidos".
Esta ventana azul entre la niebla de una pol¨ªtica exterior vacilante pertenece, sin embargo, al territorio decisionista por excelencia. Obama dijo que utilizar¨ªa la diplomacia y no s¨®lo la fuerza, pero solo cuando ha utilizado la fuerza ha empezado a afirmar su autoridad, as¨ª es que quiz¨¢s podr¨¢ empezar ahora a utilizar con mayor ¨¦xito y contundencia la diplomacia. La lista de sus fallos y vacilaciones es inacabable en este cap¨ªtulo. Sus propuestas han sido objeto de numerosos desaires, sobre todo por parte de pa¨ªses emergentes; los m¨¢s sonoros, de mano de los m¨¢s estrechos aliados, como es el caso del primer ministro israel¨ª Benjam¨ªn Netanyahu, insumiso ante la exigencia de congelar las colonias en Cisjordania. Le faltaron reflejos ante la revoluci¨®n verde que se levant¨® contra Ahmadineyad. Tampoco fue muy clarividente ante la primavera ¨¢rabe, acogida con prudencia excesiva primero y luego con un giro que permiti¨® el derrocamiento de Mubarak y suscit¨® malestar en Arabia Saud¨ª e Israel. Y, sobre todo, ha cedido el protagonismo en la crisis Libia a Sarkozy y Cameron, dejando que cundiera la sensaci¨®n de un mundo sin conductor al volante.
Uno de sus colaboradores quiso defender esta peculiar pol¨ªtica exterior describi¨¦ndola como una forma de "dirigir desde atr¨¢s", que es un eufemismo por falta de liderazgo y a la vez un ox¨ªmoron por la contradicci¨®n entre sus dos t¨¦rminos. Para el columnista neocon Charles Krauthammer, "es un estilo y no una doctrina", que consiste en no tener doctrina y en no dirigir. Hoy Obama tiene la oportunidad de responder a las cr¨ªticas y de despejar las brumas de su pol¨ªtica exterior. Pronunciar¨¢ un discurso en el Departamento de Estado del que se espera una toma de posici¨®n respecto a la primavera ¨¢rabe y sobre todo al conflicto entre Israel y Palestina, 24 horas antes de que Netanyahu emprenda viaje a Washington para abrir un cortafuegos a la ofensiva emprendida por Mahmud Abbas con el objetivo de obtener el reconocimiento del Estado palestino.
El sistema de alianzas de EE UU en la zona est¨¢ averiado. Sin una acci¨®n decidida para resolver negociadamente y pronto el contencioso israel¨ª-palestino, crecer¨¢ el riesgo de una tercera Intifada, sobre todo si Naciones Unidas reconoce en septiembre el Estado palestino sobre las fronteras de 1967. Si Obama no aprovecha esta segunda ventana que se abre para Oriente Pr¨®ximo, otras potencias emergentes querr¨¢n sacar partido del vac¨ªo de direcci¨®n. La primera ventana la abri¨® la esperanza suscitada por la elecci¨®n de Obama y su mensaje al mundo ¨¢rabe en El Cairo. La segunda la han abierto las revueltas. "En cinco meses han sucedido m¨¢s cosas en la zona que en 50 a?os", ha dicho un portavoz de la Casa Blanca. Obama no puede resolver con un discurso las deficiencias de toda su presidencia, pero ahora no tiene m¨¢s remedio que sacar los r¨¦ditos de su autoridad renovada para asegurar que esas ventanas se abren de par en par a la paz.
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