De mayo a mayo y se acab¨® el 68
Mayo es un buen mes para las insurrecciones y resulta tentador, ahora que las calles arden otra vez, dejarse llevar por la b¨²squeda de semejanzas con aquella paradigm¨¢tica revoluci¨®n de 1968. Pero no. Ya no. Afortunada o desafortunadamente el 68 ha muerto.
Cuando mi hermano Ismael y yo escribimos Pap¨¢, cu¨¦ntame otra vez (y de eso hace casi ya 20 a?os) pretend¨ªamos ironizar sobre una generaci¨®n que, tras legarnos una iconograf¨ªa ¨¦pica de imborrable belleza, se ech¨® en brazos del sistema renunciando a todo sue?o posible. Pero es que, adem¨¢s, con el tiempo hemos descubierto que, en parte, ten¨ªa raz¨®n Pasolini cuando escrib¨ªa "de qu¨¦ hablan los j¨®venes de 1968 / de las melenas b¨¢rbaras y las chaquetas eduardianas / (...) anarquistas rubiecillos que confunden con perfecta buena fe / la dinamita con su buen esperma / (...) rebeldes enfermos de esnobismo burgu¨¦s".
La socialdemocracia ha renunciado a un programa de m¨ªnimos. Ahora se trata de reinventarla
Y en su libro Algo va mal, Tony Judt abona la tesis de que, tras la apariencia transgresora del Mayo franc¨¦s y sus diversas derivadas, lat¨ªa un libertarismo de derechas perfectamente asumible por el sistema, un ideario en sinton¨ªa con el m¨¢s feroz capitalismo. O la defensa a ultranza de lo individual frente a lo colectivo; de la sociedad fragmentada en intereses diferenciados (las mujeres por un lado, los negros por otro, la juventud como valor en s¨ª mismo...) frente al concepto de bien com¨²n; de la tolerancia (prohibido prohibir) entendida como un relativismo que impide toda confrontaci¨®n real. Franco Battiato tambi¨¦n aport¨® su verso clarificador: "Las barricadas se alzan / por parte de la burgues¨ªa / que crea falsos mitos de progreso".
Y, para colmo, a aquella insurrecci¨®n tan hermosa en forma de fotograf¨ªa o filmaci¨®n se sumaron los mao¨ªstas, totalitario semillero inagotable de la futura ultraderecha. V¨¦ase el caso, aqu¨ª en Espa?a, de Jim¨¦nez Losantos, P¨ªo Moa o Gabriel Albiac.
Tal vez, simplemente sea cierto lo que recuerda Vila-Matas en El viento ligero en Parma cuando cita una frase de Daniel Cohn-Bendit: "En realidad, si quiere que le diga la verdad, nuestra revoluci¨®n se sublev¨® contra el matrimonio De Gaulle, eso fue todo". No olvidemos que el origen est¨¢ en Nanterre, cuando Danny el Rojo y sus compinches acosan al ministro de Juventud y Deportes, Fran?ois Missoffe, para reclamar su derecho a pernoctar en las residencias estudiantiles femeninas. "La revoluci¨®n y nosotros que la quisimos tanto", suspirar¨ªa luego con nostalgia Cohn-Bendit.
Est¨¢ claro. El 68 acab¨® y lo que ahora est¨¢ naciendo es algo bien diferente. ?Pero qu¨¦? Seguramente, aunque el miedo a las ideolog¨ªas impida a los impulsores de esta revuelta llamar a las cosas por su nombre, se trata de reinventar una socialdemocracia que ha renunciado a un programa de m¨ªnimos. O dicho con total simplicidad, que la izquierda vuelva a reivindicar, sin complejos, la autonom¨ªa del Estado, de la sociedad civil, de los electores, ante los designios implacables de los mercados.
Porque si los j¨®venes que ocupan las calles braman "lo llaman democracia y no lo es" lo hacen con la sospecha de que, al final, los grandes partidos tienen pol¨ªticas econ¨®micas casi equivalentes. ?No es cierto? No del todo. Pero admitamos que tampoco falta raz¨®n a los indignados.
Ni esto es Par¨ªs ni 1968 ni sabemos exactamente en qu¨¦ concluir¨¢ esta rebeli¨®n callejera que, a trav¨¦s de las redes sociales, ha sorprendido a la clase pol¨ªtica aburri¨¦ndonos en una de las campa?as electorales m¨¢s mediocres que se recuerdan. Puede que todo esto no lleve a ninguna parte. Tras el 68, echando mano del t¨®pico lampedusiano, cambi¨® todo para que todo siguiera igual.
?Y ahora? En Grecia los disturbios se suceden mes tras mes y no parece que se mueva nada en absoluto. Los estudiantes brit¨¢nicos protagonizaron las mayores algaradas de los ¨²ltimos a?os y Cameron sigue firme recortando el Estado de bienestar que su abuelita Margaret Thatcher ya dej¨® en los huesos. Los j¨®venes portugueses se manifestaron masivamente reclamando un futuro para, muy poco despu¨¦s, ser testigos de c¨®mo el FMI administra a su pa¨ªs una cura a base de ricino e imposiciones brutales.
As¨ª que puede que no pase nada y que esta indignaci¨®n en marcha quede en una tormenta primaveral que, al menos, nos ha mantenido entretenidos un rato. O puede que la revoluci¨®n est¨¦ en marcha y no nos hayamos enterado. Nunca se sabe.
El 14 de marzo de 1968 el diario Le Monde publicaba un art¨ªculo de Pierre Viansson-Pont¨¦ titulado Cuando Francia se aburre que denunciaba la modorra de un pa¨ªs inmerso en la molicie intelectual en medio de un planeta convulso. Apenas un mes despu¨¦s los gamberros de Nanterre prend¨ªan la mecha de un movimiento que bajo los adoquines busc¨® la playa para regocijo de la juventud mundial.
Quiz¨¢s Espa?a est¨¦ cansada de aburrirse.
Daniel Serrano es periodista y coautor junto a su hermano Ismael Serrano de la canci¨®n Pap¨¢, cu¨¦ntame otra vez.
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