La indignaci¨®n no es suficiente
En una sociedad con ciudadan¨ªa de baja intensidad, desafecci¨®n galopante hacia la pol¨ªtica, debates planos y argumentos inexistentes, cualquier llamamiento a sumarse a las cr¨ªticas encuentra una inmediata acogida. Si quien escribe ?Indignaos! es Hessel, que es adem¨¢s un luchador de la Resistencia francesa, uno de los redactores de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, y si quienes han escrito Reacciona son personas de indudable talla intelectual, entonces resulta imposible llevarles la contraria o matizar sus opiniones sin parecer un mercenario del sistema.
Et pourtant... La indignaci¨®n es una virtud c¨ªvica necesaria pero insuficiente. Lo siento por estos autores pero yo veo las cosas de otra manera y el problema fundamental en otro sitio. De entrada, no nos sobra indignaci¨®n sino todo lo contrario. Indignaci¨®n la hay en todas partes; basta hacer un poco de zapping y uno se encuentra, sobre todo, gente indignada (preferentemente en los canales de la extrema derecha). Indignados est¨¢n, por ejemplo, los que creen que el Estado de bienestar disminuye pero tambi¨¦n los que consideran que est¨¢ yendo demasiado lejos, los que piensan que ya hay demasiados extranjeros, los fan¨¢ticos de todo tipo, aquellos cuyo miedo ha sido agitado por quienes aspiran a gestionarlo.
Nuestras sociedades est¨¢n llenas de gente que est¨¢ "en contra" y escasean los que est¨¢n "a favor" de algo concreto e identificable. El problema es c¨®mo nos enfrentamos al hecho de que lo que moviliza son energ¨ªas negativas de indignaci¨®n, afectaci¨®n y victimizaci¨®n. Es lo que Pierre Rosanvallon ha denominado como "era de la pol¨ªtica negativa", en la que quienes rechazan no lo hacen a la manera de los antiguos rebeldes o disidentes, ya que su actitud no dise?a ning¨²n horizonte deseable, ning¨²n programa de acci¨®n. En este panorama, el problema es c¨®mo distinguir la c¨®lera regresiva de la indignaci¨®n justa y poner esta ¨²ltima al servicio de movimientos con eficacia transformadora.
?Y si el p¨²blico que escucha con agrado esas imprecaciones no fuera la soluci¨®n sino parte del problema? Pedir a la gente que se indigne equivale a darles la raz¨®n para que contin¨²en como hasta ahora, viviendo en una mezcla de conformismo e indignaci¨®n improductiva. Lo revolucionario ser¨ªa romper eficazmente con el populismo, con esa inmediatez y adulaci¨®n que est¨¢ en el origen de nuestras peores regresiones. Y este tipo de llamamientos sigue ofreciendo explicaciones simples para problemas complejos. La indignaci¨®n deja de ser en exabrupto inofensivo e ineficaz a la hora de modificar los hechos intolerables que la suscitan cuando incluye adem¨¢s alg¨²n an¨¢lisis razonable de por qu¨¦ pasa lo que pasa, si identifica bien los problemas en vez de contentarse con haber encontrado a los culpables, si propone alg¨²n horizonte de acci¨®n.
?Y si la indignaci¨®n actuara en beneficio de quienes est¨¢n satisfechos o incluso son responsables del estado de cosas contra las que nos indignamos? Puede ser que esas explosiones de airada protesta sean menos transformadoras de la realidad que el trabajo sostenido en el tiempo para formular buenos an¨¢lisis y esforzarse pacientemente por introducir algunas mejoras. Se podr¨ªa hablar de una funci¨®n conservadora de la indignaci¨®n que estabiliza los sistemas como lo hacen las v¨¢lvulas de escape o las canas al aire, tan funcionales a la hora de dejar las cosas como est¨¢n. Ese algo m¨¢s que necesitamos para transitar hacia un mundo mejor no es una mayor exageraci¨®n dram¨¢tica de nuestro descontento; es, de entrada, una buena teor¨ªa que nos permita comprender lo que est¨¢ pasando en el mundo sin caer en la c¨®moda tentaci¨®n de escamotear su complejidad. Solo a partir de entonces pueden formularse programas, proyectos o liderazgos que permitan un tipo de intervenci¨®n social eficaz, coherente y capaz de resultar atractiva para una mayor¨ªa que no est¨¦ formada solo por gente cabreada.
?Indignaos! St¨¦phane Hessel. Traducci¨®n de Telmo Moreno Lanaspa. Destino. Madrid, 2011. 64 p¨¢ginas. 4,75 euros. Reacciona. Varios autores. Aguilar. Madrid, 2011. 176 p¨¢ginas. 9,02 euros. Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica y Social, investigador Ikerbasque en la Universidad del Pa¨ªs Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democr¨¢tica (www.globernance.com). Es autor, entre otros libros, de El futuro y sus enemigos: una defensa de la esperanza pol¨ªtica y La renovaci¨®n liberal de la socialdemocracia.
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