C¨®mo fragu¨® el caudillo su golpe de Estado
Un general muerto con su propia pistola. El pretexto para ir a Las Palmas. Y empieza la rebeli¨®n
El general Francisco Franco recal¨® en Santa Cruz de Tenerife el 15 de marzo de 1936 como comandante militar de Canarias, adonde hab¨ªa sido destinado por el Gobierno republicano. Hacia principios de junio ya estaba m¨¢s o menos decidido a rebelarse. ?C¨®mo pasar a la acci¨®n, traslad¨¢ndose a Marruecos para sublevar al ej¨¦rcito espa?ol en ?frica? ?C¨®mo asegurarse de que dejaba tras de s¨ª unas islas donde se hab¨ªa eliminado toda posible resistencia? El historiador ?ngel Vi?as publica un nuevo libro, La conspiraci¨®n del general Franco (Editorial Cr¨ªtica). Contesta la versi¨®n del vuelo del Dragon Rapide contada por la historiograf¨ªa profranquista y afirma que la clave para los planes de Franco fue la muerte del gobernador militar de Gran Canaria, Amado Balmes, por un disparo de su propia pistola. No parece que este general estuviera en la conspiraci¨®n y su presencia en el golpe inminente podr¨ªa haber dificultado el apoyo de sus fuerzas -la guarnici¨®n m¨¢s potente de las islas- a quien mov¨ªa los hilos desde Tenerife.
El general Balmes "apoy¨® el ca?¨®n en el vientre" y la pistola "se dispar¨®". Vi?as no cree esa versi¨®n
Para resolver el primero de esos problemas sin llamar la atenci¨®n, Franco pidi¨® a los conspiradores en la Pen¨ªnsula que le buscaran un avi¨®n civil. El Dragon Rapide vol¨® de Londres a Canarias con la cobertura de un viaje de vacaciones para un exmilitar brit¨¢nico, Hugh Pollard, su hija Diana y otra mujer, Dorothy Watson. Las escalas efectuadas por el aparato y su destino final tuvieron una importancia en verdad estrat¨¦gica. En vez de ir directamente a Tenerife, donde se encontraba Franco, el piloto y el pasaje fueron desviados a Gando (Gran Canaria) por uno de los principales conspiradores, Juan Ignacio Luca de Tena, propietario del diario Abc.
El aparato lleg¨® el 14 de julio a Gando, justo cuando Franco, muy nervioso, m¨¢s lo necesitaba, ya que sus planes preve¨ªan ir a Las Palmas. La ocasi¨®n de tomar el barco para Gran Canaria sin levantar sospechas se le present¨® con la muerte del gobernador militar de esta isla. Franco obtuvo "una excusa para salir de la situaci¨®n y asistir al entierro", explic¨® posteriormente Diana, una de las pasajeras en el vuelo de ida del Dragon Rapide.
La historiograf¨ªa franquista sit¨²a la llegada del avi¨®n a Gando el 15 de julio. Pero ?ngel Vi?as, al igual que otro investigador, el coronel Gonz¨¢lez Betes, ha encontrado nuevas evidencias de que aterriz¨® un d¨ªa antes. Esas veinticuatro horas eran vitales para el golpe: los falsos turistas tuvieron tiempo de embarcarse para Tenerife a medianoche, arribar el 15 por la ma?ana y hacer llegar a Franco el mensaje en clave -a trav¨¦s de un m¨¦dico militar- de que el avi¨®n esperado se encontraba en Las Palmas.
Al d¨ªa siguiente, 16 de julio, el general Balmes, jefe militar de Gran Canaria, acudi¨® a probar unas pistolas al campo de tiro, sin m¨¢s compa?¨ªa que la de un ch¨®fer, seg¨²n las versiones profranquistas. Una de las pistolas se encasquill¨®. Para desatascarla, Balmes "se apoy¨® el ca?¨®n en el vientre para, con la mano derecha, hacer m¨¢s fuerza y dejar corriente el arma, con tan mala fortuna que se dispar¨® esta, que era una Astra del 9 largo". As¨ª lo afirma en sus memorias el comandante Jos¨¦ Pinto de la Rosa, subordinado del herido y designado instructor militar del incidente. Esta versi¨®n es muy sospechosa, a juicio de Vi?as, que se apoya en el historiador militar y excomandante Gabriel Cardona, para reafirmar lo disparatado del procedimiento.
El herido fue trasladado por el ch¨®fer a una casa de socorro. El citado Pinto de la Rosa atribuye al general haber dicho: "?Qu¨¦ fatalidad!, ?maldita pistola!, ?Ay, mi hija!, ?que no se entere Julia!" (su esposa). La locuacidad atribuida al moribundo fue utilizada por los partidarios de la tesis de un mero accidente. Para Vi?as, "la idea de que Balmes proporcionara por s¨ª mismo una explicaci¨®n perfecta es risible. Quienes le rodeaban estaban metidos de lleno en la sublevaci¨®n que iba a producirse pocas horas m¨¢s tarde".
El historiador reconoce que no dispone de evidencias documentales que prueben directamente el asesinato de Balmes. Tambi¨¦n, que hay documentos inaccesibles o desaparecidos, entre ellos la autopsia de Balmes o comunicaciones entre Franco y Mola previas a la sublevaci¨®n. Sin embargo, aporta indicios capitales: durante la instrucci¨®n del sumario se perdieron al arma en cuesti¨®n y la guerrera de Balmes. Y la viuda del fallecido, Julia Alonso-Villaverde, solicit¨® que se declarara a su esposo muerto en acto de servicio, lo cual le fue denegado porque el general hab¨ªa hecho en la ma?ana del incidente una revista de armas que no correspond¨ªa a un jefe de su rango: y tambi¨¦n por la "imprudencia" de colocar sobre el vientre una pistola encasquillada. Vi?as se pregunta si la negativa a conceder una pensi¨®n a la viuda de Balmes fue un acto de venganza contra la esposa de alguien que no se pleg¨® al futuro caudillo.
El caso es que al d¨ªa siguiente, 17 de julio, Franco se present¨® en Las Palmas para presidir el sepelio. Asegurado el control de Gran Canaria, el 18 de julio vol¨® a Marruecos, se puso al frente del ej¨¦rcito de ?frica y se lanz¨® a la Guerra Civil.
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