Reflexionar en la oposici¨®n
La izquierda ha sufrido un duro rev¨¦s en Catalu?a y ha perdido Barcelona. Despu¨¦s de 32 a?os de gobierno de la ciudad, las urnas han decidido que un cambio era saludable y se han inclinado por dar la mayor¨ªa al centro-derecha. La democracia y la crisis econ¨®mica han acabado con una tradici¨®n. Esta vez la capital de Catalu?a no ha logrado sobrevivir, como hist¨®ricamente hab¨ªa hecho, a la marea conjunta del PP en el global de Espa?a y de CiU en Catalu?a. Adem¨¢s, los socialistas catalanes han perdido la primera plaza como partido m¨¢s votado en las municipales en favor de Converg¨¨ncia.
Es cierto que los ¨²ltimos cuatro a?os de mandato de Jordi Hereu han estado presididos por algunos errores de bulto, el m¨¢ximo exponente de los cuales fue la convocatoria de un refer¨¦ndum sobre el futuro de la Diagonal. Todo un exotismo -tambi¨¦n por su coste- cuando el paro crec¨ªa y la crisis econ¨®mica hac¨ªa estragos. Por a?adidura, el consiguiente desplome del PSOE en toda Espa?a -confirmado ayer por las urnas- se ha encargado de hacer subir la factura pol¨ªtica de los socialistas catalanes que ya ven¨ªan de sufrir el duro rev¨¦s de las auton¨®micas y a los que les queda un previsible v¨ªa crucis hasta su congreso de oto?o.
Barcelona no ha logrado sobrevivir como en otras ocasiones a la marea conjunta del PP y de CiU
Estamos ante un cambio de ciclo en el que CiU ve legitimados sus dr¨¢sticos planes de austeridad. As¨ª que estos pr¨®ximos cuatro a?os de oposici¨®n deben servir para redibujar estrategias.
Y empezar por la abstenci¨®n. Es ya tradicional que despu¨¦s de cada convocatoria electoral, la mayor¨ªa de los pol¨ªticos se lamenten de la baja participaci¨®n. Pero el duelo no dura m¨¢s de 24 horas. A las 48 horas nadie se acuerda de preguntarse sobre el porqu¨¦. Al fin y al cabo, razonan en la pr¨¢ctica, cuenta el voto de los que van votar y el resto, para la maquinaria del poder, poco importa.
Es cierto que estos no son buenos tiempos para la izquierda. El espectacular crecimiento de CiU y PP y el aumento de la presencia del populismo xen¨®fobo no vaticinan un camino de rosas. Pero si la izquierda quiere recuperar el electorado perdido ha de hacer los deberes: no tolerar el clientelismo, acabar con cualquier atisbo de corrupci¨®n, no resignarse ante los recortes sociales y tratar de revertir con pol¨ªticas tangibles la inexorable realidad de que la crisis la pagan siempre los m¨¢s d¨¦biles.
La izquierda debe sopesar y evaluar debidamente todos estos elementos si pretende que la pol¨ªtica recupere su maltrecho prestigio. Los progresistas entienden la pol¨ªtica como una herramienta de transformaci¨®n con criterios de igualdad y equidad. Por tanto, no es de recibo predicar la ¨¦tica y no practicarla, a menos que se tienda a ver al ciudadano m¨¢s en la l¨®gica del consumidor escasamente exigente que del individuo identificado con una ideolog¨ªa que persigue horizontes de igualdad.
La izquierda debe, pues, tomar buena nota de algunas de las propuestas del movimiento 15-M. Es la expresi¨®n de un malestar que los partidos progresistas no han sabido canalizar y que les concierne especial y casi biol¨®gicamente a ellos.
Es muy probable que el movimiento de los indignados tenga un comportamiento Guadiana y que aparezca y desaparezca a intervalos. Sus objetivos son tan amplios que es dif¨ªcil pensar en unos criterios de continuidad como estructura. No obstante, su conciencia cr¨ªtica es un acicate para que la derrota sirva para cambiar actuaciones. La izquierda debe indignarse y reflexionar.
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