Una victoria clara, un futuro incierto
Cuando el presidente de la Generalitat atraviese hoy la puerta de su despacho en la calle de Cavallers de Valencia, tras la satisfacci¨®n de la pasada noche electoral, se encontrar¨¢ con un mont¨®n de carpetas, informes y decisiones que tomar. Y lo har¨¢ con el respaldo claro y contundente del electorado valenciano, pese a que pierde cuatro puntos porcentuales de voto respecto a 2007 por el desgaste de la corrupci¨®n y la gesti¨®n realizada.
Desde hace m¨¢s de dos a?os, cuando estall¨® el caso G¨¹rtel, Francisco Camps ha tomado las decisiones sobre la marcha, marc¨¢ndose siempre objetivos a corto plazo y superando los obst¨¢culos uno a uno. Primero se amarr¨® al m¨¢stil del Palau para evitar que los esc¨¢ndalos le arrancasen la dimisi¨®n, luego pele¨® para que su propio partido le mantuviese la confianza y el mando y, finalmente, ha echado el resto para lograr una mayor¨ªa como la de ayer. Pero nunca antes hab¨ªa saboreado una victoria como esta, su tercera mayor¨ªa absoluta, con una coyuntura personal y econ¨®mica tan adversa.
La precaria situaci¨®n de las arcas p¨²blicas y la situaci¨®n judicial del PP condicionan el mandato
Las dos primeras prioridades que tendr¨¢ que atender Camps son la enorme deuda acumulada por la Generalitat, que lastra los pagos a los proveedores y la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos, y su propia situaci¨®n judicial y la de su partido. Con la Administraci¨®n valenciana inmersa en un plan de estabilidad financiera, sin capacidad adicional de endeudamiento (a finales de 2010 se deb¨ªan m¨¢s de 17.600 millones de euros) y con dificultades para colocar la deuda autorizada (en la ¨²ltima emisi¨®n se han cubierto 720 de los 900 millones previstos), Camps tendr¨¢ que acelerar la reestructuraci¨®n de la Generalitat y la entrada del sector privado en los servicios que m¨¢s gasto ocasionan -sanidad, educaci¨®n e infraestructuras-. E iniciar los recortes de gasto que ya han empezado a adoptar autonom¨ªas vecinas, como Murcia y Catalu?a, y que dif¨ªcilmente se podr¨¢n retrasar m¨¢s, aunque el entorno de Camps conf¨ªa en que algunos de los tratamientos de caballo previstos, como la reestructuraci¨®n de Canal 9-R¨¤dio Televisi¨® Valenciana, se podr¨¢ posponer hasta despu¨¦s de las elecciones generales del pr¨®ximo a?o.
Con estos condicionantes, el reelegido presidente de la Generalitat ya tiene esbozada la estructura de su nuevo Gobierno, que atiende las principales reivindicaciones de las organizaciones empresariales. Es decir: menos Administraci¨®n, m¨¢s privatizaci¨®n y un modelo educativo vinculado a las necesidades del mercado de trabajo. Un proyecto para el que contar¨¢ con un buen n¨²mero de caras conocidas, sabido como es que Camps presume de no haber echado a nadie de sus Gobiernos. La consejera portavoz, Paula S¨¢nchez de Le¨®n, el vicepresidente Vicente Rambla y el consejero Rafael Blasco son algunos de los puntales en los que, presumiblemente, se sustentar¨¢ Camps para impulsar la gesti¨®n del nuevo Gabinete, que tendr¨¢ que nombrar a finales del pr¨®ximo mes de junio.
Pero la principal preocupaci¨®n para el reelegido presidente de la Generalitat no estar¨¢ dentro de su despacho, sino fuera. El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunidad Valenciana adoptar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas dos decisiones trascendentales: propondr¨¢ la apertura de juicio oral contra Camps, Ricardo Costa, V¨ªctor Campos y Rafael Betoret por el caso de los trajes y se declarar¨¢ competente para investigar la supuesta financiaci¨®n irregular del PP regional tras la inhibici¨®n del juez Antonio Pedreira que instruye el caso G¨¹rtel en Madrid.
Los problemas con la justicia, que previsiblemente se prolongar¨¢n durante a?os, condicionar¨¢n no solo la gesti¨®n de Camps y su nuevo Consell, sino tambi¨¦n el futuro del PP regional. En las Cortes Valencianas ya est¨¢n presentes los posibles relevos del jefe del Consell, que hoy por hoy no son otros que la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢; el de Castell¨®n, Alberto Fabra; y el presidente provincial del PP de Valencia, Alfonso Rus. Y eso pese a que Camps logra un esca?o m¨¢s, 55, que hace cuatro a?os. Pero las imputaciones judiciales tienen tambi¨¦n repercusiones fuera del territorio valenciano. Sobre todo ante un Mariano Rajoy que conf¨ªa en alcanzar dentro de un a?o la presidencia del Gobierno sin sobresaltos y que ha reducido al m¨ªnimo los encuentros p¨²blicos con Camps desde que volvi¨® a ser imputado.
La victoria en Castilla-La Mancha de Mar¨ªa Dolores de Cospedal, que ya ha anunciado que no renunciar¨¢ a la secretar¨ªa general del PP y que mantiene unas relaciones tirantes con el jefe del Consell; de Jos¨¦ Ram¨®n Bauz¨¢ en Baleares, que ha hecho limpieza de imputados en las listas; y el acercamiento de Rajoy a Artur Mas en Catalu?a; complican tambi¨¦n las relaciones del presidente de la Generalitat con los Gobiernos vecinos y disminuyen su influencia en la pol¨ªtica estatal.
Una situaci¨®n que puede dificultar la llegada a puerto de la segunda reforma del Estatut d'Autonomia, impulsada por Camps para incluir una nueva disposici¨®n adicional que obliga al Gobierno central a invertir durante los pr¨®ximos siete a?os conforme al porcentaje de poblaci¨®n. Un cambio aprobado con los votos del PP y el PSPV al final de la legislatura pasada y que requiere, de nuevo, el visto bueno de las Cortes Generales y la convocatoria de un refer¨¦ndum, para no ser devuelto a los corrales.
Desde el punto de vista territorial, Camps tambi¨¦n tiene el reto de resta?ar las heridas abiertas en la provincia de Alicante, donde las numerosas escisiones locales del PP han despertado la preocupaci¨®n de un buen n¨²mero de cargos, nada sospechosos de zaplanismo, como Barber¨¢ o el propio Rus, que mantiene las l¨ªneas de comunicaci¨®n abiertas con su hom¨®logo alicantino, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll. Y es un reto que tampoco se puede aplazar, ya que la voluntad de Camps para cerrar o no el conflicto se pondr¨¢ a prueba en breve con el proceso de elecci¨®n del presidente de la Diputaci¨®n de Alicante. Cargo en el que aspira a repetir Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, imputado en el caso Brugal, y enfrentado a la alcaldesa de la capital, Sonia Castedo, tambi¨¦n salpicada por el caso de las basuras junto con su antecesor Luis D¨ªaz Alperi.
Otra de las cuestiones, y no menor, que el presidente de la Generalitat tendr¨¢ que decidir de inmediato es c¨®mo afronta sus relaciones con la oposici¨®n socialista, con la que dinamit¨® todos los puentes en la pasada legislatura. A partir de ahora, ya no se tendr¨¢ que enfrentar con ?ngel Luna, sino con el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, que ha realizado una campa?a electoral centrada en recuperar los valores ¨¦ticos y de lucha contra la corrupci¨®n y que no parece dispuesto a dejar ese hilo argumental en la VIII legislatura que ahora se inicia. Tambi¨¦n ser¨¢ interesante comprobar qu¨¦ relaciones mantiene con Comprom¨ªs, un grupo parlamentario al que dio por desahuciado durante meses en sus intervenciones en el Parlamento, y que ha sido la gran sorpresa de estas elecciones.
La primera pista la dar¨¢ con la constituci¨®n de la Mesa de las Cortes, donde evidenciar¨¢ qu¨¦ clima institucional pretende imprimir en los primeros compases de la VIII legislatura.
En cualquier caso, mientras asume la toma de decisiones, el triunfante presidente de la Generalitat tendr¨¢ tiempo para recibir los aplausos de los ¨®rganos de gobierno del PP, tanto en Valencia como en Madrid, que ahora ya saben que quien resiste, gana.
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