Democracia excluyente
La crisis de la deuda soberana no est¨¢ superada. Cualquier acontecimiento que genera dudas a los mercados la reabre con fuerza y ampl¨ªa, en distintos grados, el riesgo de contagio en la eurozona. Sucedi¨® la pasada semana: el viernes termin¨® con un crecimiento de la prima de riesgo de la deuda espa?ola que super¨® los 240 puntos b¨¢sicos en los bonos a 10 a?os. Las explicaciones son muy variadas y probablemente la m¨¢s convincente sea que la reestructuraci¨®n de la deuda griega y la necesidad de m¨¢s dinero para rescatar a la econom¨ªa helena de su quiebra ponen nerviosos a todos los agentes.
Pero tambi¨¦n se mencionaron como otras causas a?adidas al hecho de que Espa?a deba pagar m¨¢s para financiarse: la debilidad pol¨ªtica del Gobierno a ra¨ªz de las elecciones municipales auton¨®micas y municipales de ayer, y de la emergencia del movimiento de indignados, todav¨ªa no estructurado. Un Gobierno que necesitar¨¢ de toda la fortaleza para cumplir el objetivo de d¨¦ficit p¨²blico y las reformas estructurales exigidas por Bruselas y que puede estar sometido a una tenaza de presiones m¨¢s fuertes a su derecha e izquierda y, por consiguiente, con menor capacidad de actuaci¨®n en su pol¨ªtica econ¨®mica de austeridad, desigualmente distribuida.
Aumenta el n¨²mero de miembros de una 'underclass' que no se sienten representados
De las elecciones de ayer preocupa no solo la posibilidad de un mapa pol¨ªtico esquizofr¨¦nico (un Gobierno central de un color pol¨ªtico y un poder municipal y auton¨®mico de otro, en un Estado fuertemente descentralizado), sino que los presidentes de las comunidades aut¨®nomas o los alcaldes de las principales ciudades hagan emerger un d¨¦ficit hasta ahora oculto o maquillado, que dificulte aun m¨¢s la posibilidad de que el desequilibrio de las cuentas de todas las Administraciones p¨²blicas se reduzca al 6% del PIB a final de a?o. El precedente de Catalu?a, donde tras las elecciones auton¨®micas apareci¨® una situaci¨®n manifiestamente peor de lo que se dec¨ªa, y donde para reducir su desequilibrio fiscal se est¨¢n aplicando medidas que afectan a las pol¨ªticas de proximidad de los ciudadanos (sanidad, educaci¨®n, dependencia...) est¨¢ presente en todos los que quieren invertir en deuda espa?ola. Adem¨¢s de ello, se teme que se acent¨²e la morosidad de las distintas Administraciones del Estado con las empresas (sobre todo con las pymes, que son las que tienen menos capacidad de negociaci¨®n, y con los trabajadores aut¨®nomos), de modo que ello multiplique la mortandad empresarial y dificulte a¨²n m¨¢s la creaci¨®n de empleo.
Respecto de la segunda inquietud, nadie sabe lo que va a dar de s¨ª el movimiento de los indignados. Pero despu¨¦s de su aparici¨®n como nuevo sujeto p¨²blico va a resultar m¨¢s dif¨ªcil, sea quien sea quien gobierne, aplicar pol¨ªticas de ajuste que no est¨¦n bien explicadas y justificadas. Seguramente sin saberlo, los j¨®venes manifestantes han hecho suyo el concepto de "democracia excluyente" que avanz¨® el economista John Kenneth Galbraith en La cultura de la satisfacci¨®n: cada vez es mayor la cuant¨ªa num¨¦rica de una underclass compuesta de mileuristas y menos que mileuristas, de parados y de desempleados de larga duraci¨®n, de jubilados con escasas pensiones, de desanimados, etc¨¦tera, que se siente pol¨ªticamente invisible, que est¨¢ decepcionada y que en buena parte no tiene ning¨²n deseo de votar. Dice Galbraith -que no era precisamente un apocal¨ªptico, aunque tampoco un integrado- que los satisfechos de las sociedades operan bajo la convincente cobertura de la democracia, aunque de una democracia no de todos los ciudadanos sino de aquellos que acuden a las urnas. El resultado son Gobiernos que se ajustan no a la realidad o a la necesidad com¨²n, sino a las creencias de los satisfechos, que constituyen la mayor¨ªa de los que votan. Esa mayor¨ªa silenciosa (una mayor¨ªa compuesta no por todos los ciudadanos, sino solo por los que votan) act¨²a "al c¨®modo abrigo de la democracia, una democracia de la que no participan los menos afortunados".
Que esta tesis sea discutible no significa que haya que despreciarla si en ella se sienten cobijados los manifestantes de estos d¨ªas. Seg¨²n la misma, la contradicci¨®n principal ya no estar¨ªa situada entre el capital y el trabajo sino entre los favorecidos y sus burocracias, sean asalariados o no, y los social y econ¨®micamente desfavorecidos junto con el considerable n¨²mero de quienes "por inquietud o compasi¨®n" acuden en su ayuda. Es otra forma de representaci¨®n dual de la sociedad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.