Caer en la tentaci¨®n
La derrota de Elena Mart¨ªn no ha sorprendido en Alicante, donde todo el mundo -a excepci¨®n, tal vez, de unos cuantos incondicionales- la esperaba. Hace meses que el des¨¢nimo se hab¨ªa instalado en las filas socialistas, y era perceptible la falta de calor entre la militancia. Cund¨ªan los desafectos. En la campa?a, pudo advertirse que el discurso de Mart¨ªn no encontraba eco entre los electores. En esas condiciones, todo el mundo daba por descontado que el Partido Popular ganar¨ªa las elecciones. Incluso, se esperaba que aumentara su n¨²mero de concejales. Nadie hab¨ªa previsto, sin embargo, una victoria tan extraordinaria de Sonia Castedo, que la ha llevado a duplicar el n¨²mero de los votos recibidos por Mart¨ªn. El 52% de los alicantinos han elegido a la candidata del Partido Popular.
Castedo -lo escrib¨ª hace un par de semanas, y alg¨²n lector se molest¨® por ello: hay personas a las que molesta la realidad- es una mujer h¨¢bil. Domina los tiempos; tiene, adem¨¢s, la virtud de parecer sincera en cualquier circunstancia. Por ejemplo, escenific¨® de modo admirable su desagrado porque Ripoll figurara en el n¨²mero dos de su candidatura. Convirti¨®, lo que no era m¨¢s que una estrategia electoral, en una propuesta de regeneraci¨®n ante la ciudadan¨ªa. En el asunto del palacio de congresos, en lugar de enredarse con excusas, como hubiera hecho cualquier pol¨ªtico, no dud¨® en reconocer su incapacidad para sacarlo adelante. Estas acciones aportan una frescura y una proximidad que el elector valora positivamente. El resultado es que Castedo puede equivocarse sin que sus votantes se lo reprochen -algunos, incluso, la idolatran.
Frente a Castedo, Elena Mart¨ªn no tuvo jam¨¢s posibilidades de triunfo, y siempre fue vista como un recurso que los socialistas improvisaron a ¨²ltima hora, cansados de discutir. En un mundo medi¨¢tico como el actual, la imagen que proyecta Castedo es muy superior a la de Mart¨ªn, como cualquiera puede constatar. Tuvo que luchar, adem¨¢s, con el inconveniente de su voz, poco apropiada para las exigencias de la pol¨ªtica, pues no logra transmitir convicci¨®n. Todo esto, deber¨ªa haberla llevado a plantear una campa?a diferente pero -rasgo habitual en los socialistas- prefiri¨® repetir los errores conocidos antes que arriesgarse. El resultado fue una campa?a correcta, pero carente de esa emoci¨®n sin la que los discursos toman un aire de informe administrativo y resultan poco convincentes. Mart¨ªn ha hecho varias propuestas sensatas que apenas han ara?ado la epidermis de la opini¨®n p¨²blica. En ellas, ha faltado siempre ese punto de ilusi¨®n que debe despertar todo programa pol¨ªtico para tener ¨¦xito entre los votantes.
La noche del domingo, una abatida Elena Mart¨ªn declaraba que los resultados de Alicante eran "una respuesta a la crisis econ¨®mica". ?Caer¨¢n los socialistas valencianos en la tentaci¨®n de atribuir su derrota electoral a lo sucedido en el pa¨ªs? La crisis econ¨®mica ha tenido un papel importante en el descalabro socialista, que todo el mundo reconoce. Pero no basta para explicar la situaci¨®n valenciana. Si los socialistas terminan por refugiarse en ella -como apuntan las palabras de Mart¨ªn-, se equivocar¨¢n, como ya ha sucedido otras veces. A los problemas del PSOE, debe a?adir el PSPV los suyos propios, que son de un car¨¢cter diferente. El resultado de las elecciones en la Comunidad Valenciana no ha supuesto ning¨²n cambio brusco, sino la confirmaci¨®n de una tendencia que se inici¨® 20 a?os atr¨¢s.
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