Al enemigo ni agua
Los Ayuntamientos, por si alguien no lo sabe, son instituciones con recursos, con gastos, con proveedores. El municipio es un organismo que necesita liquidez, que todo fluya. Hay que irrigar. Ninguna tarea encomendada podr¨ªa ejecutarse si a do?a Rita Barber¨¢ le faltara el l¨ªquido, el dinero que se obtiene con las tasas o con los cr¨¦ditos, que son nuestra carga.
Durante meses, qu¨¦ digo meses: durante a?os, la se?ora Barber¨¢ y su correligionario Francisco Camps han culpado al Gobierno central por impago, por cicater¨ªa, por falta de inversiones. Objetivamente no es cierto, pero la trola ha colado. La Comunidad Valenciana o Valencia habr¨ªan sido abandonadas por el Gabinete de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que les habr¨ªa quitado el pan y la sal. Mejor dicho: que les habr¨ªa quitado el l¨ªquido. Literal y metaf¨®ricamente.
Todo se inici¨® con el agua, en efecto: con el asunto del Plan Hidrol¨®gico Nacional y con el trasvase del Ebro. El discurso del se?or Camps y de la se?ora Barber¨¢ comenz¨® as¨ª, secamente, a dar sus frutos. No hay agua y nos falta l¨ªquido: la culpa, Zapatero. Ese fue el momento en que los socialistas se habr¨ªan convertido en "enemigos del pueblo". El Partido Popular pudo presentarse a partir de entonces como el portavoz ¨²nico de los damnificados, arrog¨¢ndose la representaci¨®n de todos. Fue en aquel instante cuando pudimos comprobar los rendimientos del victimismo, del agravio escenificado.
Es muy probable que muchos hayan olvidado el primer acto que sirvi¨® de p¨®rtico a este populismo tramposo y creciente. Hacia 2003, las instituciones locales pagaron cu?as radiof¨®nicas en las que se defend¨ªa el Plan Hidrol¨®gico Nacional. Se hac¨ªa un llamamiento p¨²blico para convocar a una magna manifestaci¨®n, la protesta de un pueblo sediento, se dijo. Se concibi¨® como una protesta mancomunada frente al Partido Socialista, tan cicatero, tan ro?oso. Los reproches fueron inacabables, basados en un amor propio absolutamente inflamado y en una herida chorreante.
La campa?a radiof¨®nica -una factura que partidarios y contrarios debimos apoquinar- tuvo como fondo sonoro el himno regional. El acto se celebr¨® en el paseo de la Alameda y all¨ª se cocinaron m¨¢s de mil paellas. Aparte se distribuyeron naranjas y horchata. Al finalizar el acto se dispar¨® una masclet¨¤: un desahogo colectivo, festivo y digestivo. Fue el momento de apropiaci¨®n de lo valenciano, justo cuando se asimil¨® lo popular a lo aut¨®ctono. La maniobra todav¨ªa la estamos pagando, pues al PP sus electores no le piden cuentas por su patrioterismo.
Es de chiste o de tebeo. Recordar¨¢n a Roberto Alc¨¢zar y Pedr¨ªn, aquellos espa?oles que daban mamporros. Al enemigo no le daban ni agua. ?Y a los villanos? Jarabe de palo y buches de aceite de ricino.
A¨²n no los hemos digerido.
http://justoserna.wordpress.com
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