Con todos los honores
Cuando George W. Bush realiz¨® una visita de Estado en noviembre de 2003, Londres le recibi¨® con el fr¨ªo y oscuridad propios del calendario, 150.000 manifestantes increp¨¢ndole en la calle y 5.000 polic¨ªas separ¨¢ndole de lo que mejor sab¨ªa hacer: estrechar manos an¨®nimas. Eran los tiempos de la guerra de Irak y el presidente de Estados Unidos tuvo que conformarse con el calor que le ofrec¨ªa su gran amigo del momento, el primer ministro Tony Blair. Tony se llev¨® a George a su circunscripci¨®n de Sedgefield, territorio amigo, para que pudiera comer un plato de fish and chips y beber una cerveza sin alcohol rodeado de gente corriente.
Barack Obama ha disfrutado en Londres de dos d¨ªas de luminosa primavera, con sol y sin protestas. No le esperaba un amigo, sino un primer ministro, David Cameron, al que Obama consideraba un peso pluma antes de que llegara a Downing Street y que lidera una coalici¨®n que quer¨ªa acabar con "la relaci¨®n esclava" que Blair ten¨ªa con Bush. Son palabras de Cameron.
Pero entre los poderosos suele imponerse el pragmatismo y Obama y Cameron parec¨ªan ayer (casi) amigos de toda la vida. David se ha llevado a Barack a jugar al pimp¨®n al sur de Londres. Los dos pa¨ªses han estrechado a¨²n m¨¢s sus lazos econ¨®micos y de seguridad y ayer templaron cualquier diferencia que les pueda separar en asuntos como Afganist¨¢n, Libia, el proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo o la extradici¨®n de un pirata inform¨¢tico brit¨¢nico que padece el s¨ªndrome de Asperger, Gary McKinnon.
Los brit¨¢nicos han querido honrar a Obama como nunca antes a un presidente de Estados Unidos. Aunque tanto Ronald Reagan como Bill Clinton se hab¨ªan dirigido antes a la C¨¢mara de los Lores y a la de los Comunes reunidas en sesi¨®n conjunta, ninguno de ellos hab¨ªa tenido el privilegio de hacerlo en el imponente escenario del Westminster Hall, el sal¨®n medieval donde empez¨® a cimentarse el parlamentarismo brit¨¢nico en el siglo XI. Aunque una treintena de mandatarios se han dirigido en el pasado a los Lores y los Comunes en sesi¨®n conjunta, incluido el rey Juan Carlos, solo los presidentes franceses Albert Lebrun (1939) y Charles de Gaulle (1960), Nelson Mandela (1996) y el papa Benedicto XVI (2010) lo han hecho desde Westminster Hall. Obama respondi¨® a esa generosidad tratando a Cameron como el l¨ªder de una potencia mundial y elevando la tan manida "relaci¨®n especial" a "relaci¨®n esencial". Visto desde Washington, Cameron se transform¨® en un pol¨ªtico m¨¢s cercano al influyente Blair de los tiempos de Bush que al blando centrista de clase alta que conoc¨ªan. Un cambio que le viene de perlas para incrementar su influencia en Europa y en aquellos asuntos de pol¨ªtica exterior en los que Europa pretende tener m¨¢s peso.
Pero, por encima de todo, se han cerrado cuatro semanas soberbias para la proyecci¨®n mundial del Reino Unido. Cuatro semanas que hab¨ªan empezado con el glamour global de la boda del pr¨ªncipe Guillermo y Kate Middleton, siguieron con el exitoso viaje de Estado de la reina Isabel II a la vecina y problem¨¢tica Rep¨²blica de Irlanda y han culminado con el viaje de Obama.
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