Real Mourinho
Rendido al absolutismo que demanda Jos¨¦ Mourinho, Florentino P¨¦rez ha pegado otro volantazo. Esta vez, como ya le pasara a Vicente del Bosque, el sacrificado es otro madridista de cuerpo entero, alguien graduado con honores y por convicciones en lo que hasta la llegada de Mou era La F¨¢brica. Una persona que desde su primer fichaje por el club, en 1984, ha metabolizado hasta el tu¨¦tano los aut¨¦nticos valores del Real Madrid. Con la destituci¨®n de Jorge Valdano, su fiel y valioso guardaespaldas, ¨²ltimo eslab¨®n de la vieja soberan¨ªa madridista, Florentino P¨¦rez no solo evidencia su falta de hoja de ruta desde que fuera elegido presidente en 2000. Al igual que hizo con el actual seleccionador campe¨®n del mundo, corta de nuevo las ra¨ªces del madridismo. En esta ocasi¨®n, en favor del mourinhismo, con el aval, argumentan, de la demoscopia entre la hinchada. Pero lo que dicen las encuestas es que la afici¨®n apoya mayoritariamente al Mourinho entrenador. Nadie, que se sepa, ha preguntado por el caudillaje de Mou.
Como con Del Bosque, al despedir a Valdano P¨¦rez siega las ra¨ªces del madridismo
Queda por ver c¨®mo cohabitan dos presidentes, uno en el palco, otro en la caseta
Con su decisi¨®n, el presidente une su destino al de un entrenador en la misma medida que este se apodera de todo el Real Madrid, ins¨®lito en la historia del club. Y lo har¨¢ de sus ¨¦xitos si llegan, mientras que al primer dirigente, ya sin escudo a la vista, le tocar¨¢ gestionar las calamidades. Se acab¨® "lo que diga Valdano". O sea, lo que diga el Real Madrid. Ahora ser¨¢ lo que diga Mou, cuando quiera Mou, ante quien quiera Mou y donde quiera Mou. Como en el Chelsea, pero con diferencias: el Real Madrid fue el mejor club del siglo XX, tiempo en el que el equipo ingl¨¦s gan¨® una Liga; y Florentino P¨¦rez, madridista desde la cuna, no es el advenedizo Roman Abram¨®vich. M¨¢s bien, est¨¢ en la l¨ªnea de Massimo Moratti, estirpe del mecenazgo familiar del Inter que abandon¨® Mou tras solo dos temporadas. Tambi¨¦n dio un portazo al Oporto.
Valdano, como todos, puede ser prescindible. Y si la convivencia entre un director general y un t¨¦cnico resulta imposible, el presidente est¨¢ obligado a intervenir. Si no logra el armisticio, o si ni siquiera decide buscarlo, ser¨ªa irresponsable, y una dejaci¨®n de funciones por su parte, perpetuar el duelo. Con todo su derecho, Florentino P¨¦rez ha votado por uno de los dos. Nada que reprochar, salvo que con el trasfondo de su decisi¨®n deja al club a los pies de Mourinho, sin un cortafuegos entre el Real Madrid y la coyuntural traves¨ªa del portugu¨¦s. Resulta, cuando menos, muy arriesgado que alguien tan proclive a arrastrar por el barro todo lo que le rodea pase por delante de la propia instituci¨®n. La defensa esgrimida por el propio presidente resulta demasiado ingenua para un gestor mod¨¦lico y de tanto ¨¦xito empresarial.
En la despedida de Valdano, "disfunciones" al margen, sostuvo Florentino P¨¦rez que ahora toca el modelo ingl¨¦s, como si el club m¨¢s galardonado y reputado del mundo necesitara importar formatos ajenos. ?Qu¨¦ modelo, el de Bill Shankly, que estuvo 15 a?os en el Liverpool; el de Alex Ferguson, que lleva 25 temporadas en el Manchester United; o el de Ars¨¨ne Wenger, con 15 cursos seguidos en el Arsenal? Lo dice un presidente que lleva ocho entrenadores, lo que habla de sus idilios con los t¨¦cnicos. Lo afirma quien no vio en Del Bosque al sir Alex blanco porque era un anticuado. Quien present¨® as¨ª a Carlos Queiroz: "Cree en el f¨²tbol de calidad y en la cantera". Dur¨® una temporada. Quien contrat¨® a Jos¨¦ Antonio Camacho porque buscaba "un entrenador espa?ol, con autoridad, de perfil madridista y gran conocedor de la cantera". Se fue a los tres partidos de Liga. Quien emple¨® 100 d¨ªas a Mariano Garc¨ªa Rem¨®n, aguant¨® un a?o a Vanderlei Luxemburgo y sac¨® bandera blanca cuando el interino del vestuario era Juan Ram¨®n L¨®pez Caro. Quien ech¨® el lazo a Manuel Pellegrini por "inteligente, equilibrado, buen gusto y valent¨ªa para apostar por los j¨®venes". El chileno acab¨® la temporada, seg¨²n dijo, sin haber logrado hablar con el presidente. El mismo que ahora tampoco ha contemplado en su agenda propiciar una reuni¨®n entre Valdano y Mourinho.
Quien apuesta por el modelo ingl¨¦s como santo grial lo hace guiado por un entrenador que ha pasado por seis equipos en 11 a?os de carrera y al que, hasta la fecha al menos, a¨²n no se le ha escuchado un ferviente deseo de eternizarse, a ser posible, en el Real Madrid. Lo que Mou llama modelo ingl¨¦s no es m¨¢s que el modelo Mou, el mismo que ambicionaba alternar la selecci¨®n portuguesa con el Real Madrid, el que pretende hacer las alineaciones de Preciado, decidir el calendario y los horarios, dejar crecer la hierba del Bernab¨¦u e imponer los ¨¢rbitros. El mismo entrenador que pide un ariete mientras deja a Benzema en el banquillo y que cuando le regalan a Adebayor reserva en la final de Copa al franc¨¦s, al togol¨¦s y a Higua¨ªn. Mou no siente que deba dar explicaciones a nadie, y mucho menos a un director general, por muy madridista que sea, por muy campe¨®n del mundo que fuera como jugador, por mucho que se alineara con Juanito, Santillana o Butrague?o, por mucho que fuera ganador de una Liga blanca, vengara como t¨¦cnico un 5-0 al Bar?a o sea un ilustrado. Para dar explicaciones ya est¨¢ Karanka. Ese es el modelo. Y, desde luego, en ¨¦l no encajaba Valdano, quien, por su lealtad y sobrecarga de madridismo, defendi¨® a la instituci¨®n como portavoz, no como Valdano. El argentino nunca sintoniz¨®, por m¨¢s que se empleara con f¨®rceps desde el principio de temporada. En realidad, a este paso no encajar¨¢ ni el presidente. Salvo que lo decrete Mou.
?Y cuando se vaya el plenipotenciario Mou? "Pues vendr¨¢ otro entrenador potente", enfatiz¨® Florentino P¨¦rez, ahora repentino admirador del gremio de los banquillos. Un descuido: nadie tiene mayor potencia que la instituci¨®n m¨¢s her¨¢ldica del f¨²tbol mundial. Despu¨¦s de Mou, afortunadamente, siempre quedar¨¢ el Real Madrid, pero el de Di St¨¦fano, Del Bosque, Camacho... Y, por supuesto, el de Jorge Valdano, finalmente vencido por su filiaci¨®n madridista, condenado por el Real Mourinho. No por el Real Madrid en el que sus socios asamblearios eligieron democr¨¢ticamente a un presidente que lleg¨® y volvi¨® con un primer ejecutivo llamado Jorge Valdano.
En el Real Madrid debe mandar el presidente. Una cosa es prescindir de un director general si se est¨¢ convencido de ello, que precisamente para eso tiene la autoridad, y otra dejarse cortar la mano derecha por expreso deseo de un entrenador. M¨¢xime cuando se trata de un reci¨¦n llegado, de alguien que no se distingue por las empat¨ªas con los clubes que le pagan, hasta el punto de que hace un a?o no se subi¨® al avi¨®n del Inter campe¨®n de Europa para cerrar en Madrid su fichaje en el Bernab¨¦u. Si Florentino P¨¦rez quiere inspirarse en el Josep Lluis N¨²?ez que se ech¨® en manos de Johan Cruyff, se equivoca: Mou a¨²n no es al Madrid lo que el holand¨¦s hab¨ªa sido para el Bar?a. Si se inspira en Santiago Bernab¨¦u, tambi¨¦n se equivoca. Que le pregunte a Di St¨¦fano. A Valdano ya no puede hacerlo. As¨ª lo ha querido Mou y no se hable m¨¢s. Queda por ver c¨®mo cohabitan dos presidentes, uno en el palco y otro en la caseta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.