Leonora Carrington, pintora, ind¨®mita maestra del surrealismo
Destinada a entrar en la realeza brit¨¢nica, acab¨® recluy¨¦ndose en M¨¦xico
"Ser mujer sigue siendo muy dif¨ªcil todav¨ªa. Y debo decir, con un mejicanismo, que solo se supera con mucho trabajo cabr¨®n". La pintora Leonora Carrington (Lancanshire, Inglaterra, 1917) siempre fue una rebelde. Desde ni?a -la expulsaron varias veces de los colegios- y hasta sus noventa a?os, en los que segu¨ªa desafiando al tiempo, a las modas y a los lugares comunes en la calle de Chihuahua de la Ciudad de M¨¦xico, donde viv¨ªa. Su lucha por ser ella misma le llev¨® a ser denostada por su padre y encerrada en un psiqui¨¢trico de Santander en 1940, nada m¨¢s acabar la Guerra Civil espa?ola. Un destino habitual para aquellas mujeres que quer¨ªan ser, por encima de todo, ellas mismas, con iguales derechos que sus hermanos. Por eso Leonora, nada loca, cre¨ªa ser un caballo ("no una yegua"), la figura que ha ocupado buena parte de su obra art¨ªstica.
Fue pareja de Max Ernst, genio de la pintura alemana de vanguardia
Tras una vida agitada, protagonizando escapadas y huidas de un pa¨ªs a otro, Leonora Carrington viv¨ªa semirrecluida. "No tiene nada de figura p¨²blica. Cuando le hacen un homenaje, la matan", comentaba recientemente la escritora mexicana Elena Poniatowska, autora de una novela sobre la pintora (Leonora, premio Biblioteca Breve 2011). En su retiro, una casa de l¨ªnea vanguardista en la Colonia Roma de la Ciudad de M¨¦xico, Leonora ha fallecido poco despu¨¦s de cumplir los 94 a?os. Apenas pintaba ya. Su ¨²ltimo cuadro estaba celosamente guardado en un armario de su estudio. En sus ¨²ltimos a?os, animada por su galerista Isaac Masri, se dedic¨® a la escultura, modelada a partir de cera. Sus figuras antropom¨®rficas de gran volumen, que casan con su producci¨®n pict¨®rica y literaria previa, se yerguen en la avenida Reforma de M¨¦xico DF. Ya muy mermada, present¨® en abril sus ¨²ltimas obras en el centro Indianilla.
Su adinerada familia aspir¨® a casarla con un miembro de la realeza brit¨¢nica y fue presentada como debutante en la corte de Jorge V. Leonora escribi¨® una historia demoledora contra las pretensiones familiares, en la que una chica bien se travest¨ªa de hiena.
Estudi¨® en la galer¨ªa de los Uffizi en Italia, y m¨¢s tarde en Par¨ªs, donde tuvo como primer gran maestro al cubista Am¨¦d¨¦e Ozenfant, "que no nos dejaba hablar mientras dibuj¨¢bamos".
En Londres, donde se relaciona con el grupo de artistas surrealistas, se enamora a primera vista del gran pintor alem¨¢n Max Ernst. Abandonan a sus familias y se van primero a Par¨ªs y luego al sur de Francia, donde su felicidad es arruinada por la invasi¨®n nazi. Ernst es detenido -primero por la polic¨ªa francesa y luego por la Gestapo- y Carrington busca una salida en Espa?a. Se derrumba psicol¨®gicamente ("trauma de guerra") y por influencia de su padre, el c¨®nsul brit¨¢nico en Madrid, es internada en el psiqui¨¢trico que dirige en Santander el doctor Morales, donde es sometida a un tratamiento farmacol¨®gico tan brutal como el electrochoque. "Espa?a fue como una prisi¨®n para m¨ª". Escribe como catarsis un libro sobre este episodio, Memorias de abajo (Siruela, 2001), una obra ¨²nica.
De Santander huye a Lisboa yse refugia en la Embajada de M¨¦xico. Se casa de inmediato con el diplom¨¢tico y poeta Renato Leduc, que la libera del control familiar, de Ernst y de la Europa nazi. Instalada en Nueva York en 1941, Leonora, la ni?a bonita de Andr¨¦ Breton -que la incluye en su Antolog¨ªa del humor negro- contin¨²a su relaci¨®n con el grupo surrealista en el exilio.
Al cabo de poco tiempo la pareja decide establecerse en M¨¦xico, el pa¨ªs del "surrealismo natural". Su creatividad y actividad imparable la convertir¨¢n en polo de atracci¨®n e inspiraci¨®n para los artistas latinoamericanos: Luis Bu?uel, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsivais, Alejandro Jodorowski... todos ellos y muchos m¨¢s fueron tocados por su varita de maga. Comparte travesuras y libera pict¨®ricamente a la surrealista espa?ola m¨¢s destacada, Remedios Varo, gracias a la que conocer¨¢ al padre de sus hijos, Emerico Chiqui Weisz, el compa?ero inseparable de Robert Capa y fot¨®grafo tambi¨¦n en la guerra espa?ola gracias al cual se salvaron los ¨²ltimos negativos de Capa, recientemente reaparecidos en una maleta. "Los espa?oles ten¨ªan el don de saber comunicarse", comentaba al recordar a su grupo de ¨ªntimos.
Educada en las t¨¦cnicas m¨¢s cl¨¢sicas de la pintura y con maestros puristas, Leonora se entronca en los surrealistas, pero desaf¨ªa el encajonamiento en una corriente por la carga tan exuberante de su universo pict¨®rico. Atractivos siempre al ojo, sus cuadros est¨¢n poblados de figuras y estructuras complejas que tratan de mostrar y explicar su propia vida. La mitolog¨ªa celta, la c¨¢bala, los juegos surrealistas... fueron sus recursos para revelar, en lo pict¨®rico y lo literario, un mundo absolutamente original. Su obra cuelga en templos del arte como el Metropolitan de Nueva York y su nombre est¨¢ inscrito entre los grandes de la Tate de Londres. Pero la mujer que huy¨® de su casa y de un pa¨ªs a otro para ser fiel a s¨ª misma, que fue el foco de la vanguardia en M¨¦xico, que vivi¨® en Nueva York y Chicago, prefiri¨® en los ¨²ltimos a?os la discreci¨®n y la intimidad. "Me da mucho miedo el tiempo, porque no lo entiendo. Y no me tome esto que si me ven fumando me rega?ar¨¢n mis hijos". El humo envolv¨ªa el ambiente de nuestro rodaje con la ¨²ltima surrealista, pitillo en boca a sus noventa a?os. Max Ernst la llamaba "la novia del viento". Su vida y su memoria est¨¢n llenas de un aire fresco, que perdurar¨¢.
Javier Mart¨ªn-Dom¨ªnguez es el director de la pel¨ªcula Si fuera una flor... Leonora Carrington y el juego surrealista, en fase de producci¨®n
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