La canci¨®n de la tierra
Yaron Traub enfoc¨® el Adagio de la Sinfon¨ªa D¨¦cima de Mahler a modo de preludio para La canci¨®n de la tierra: lectura crepuscular, g¨¦lida y expresiva a la vez, de contenida tristeza y gran serenidad, excepci¨®n hecha de algunas pinceladas agrestes como esos acordes en forte que parec¨ªan evocar un ¨®rgano diab¨®lico. Pero lleg¨® luego Das Lied von der Erde y s¨®lo pareci¨® reservarse el delicado tono de despedida, tan bien plasmado antes, para los momentos en que interven¨ªa Waltraud Meier.
Debe reconocerse la dificultad de acompa?ar delicadamente a un cantante como Thomas Mohr. La voz, muy potente, se movi¨® casi todo el tiempo en el ¨¢mbito de la estridencia, sin traducir en absoluto las m¨²ltiples sutilezas de estos antiguos poemas chinos. Lanzado el tenor a todo trapo en el primero de ellos (Canci¨®n b¨¢quica de la miseria de la tierra), la orquesta le sigui¨® por tan discutible senda en sus tres intervenciones. La porcelana y la seda que se evocan en Von der Jugend quedaron irremediablemente rotas. Hubo, sin duda, excelentes solos instrumentales, pero el esp¨ªritu de la partitura perec¨ªa perderse en la batalla. Sin embargo, en los poemas reservados a Meier, el agua volv¨ªa a su cauce. La mezzo alemana tiene problemas en las notas graves de una partitura que requiere a veces una aut¨¦ntica contralto. Sin embargo, su manera de decir, la elegancia del fraseo, la sabia acomodaci¨®n a las actuales condiciones de su fiato y el acierto en el enfoque se contagiaron r¨¢pidamente a los profesores, dedic¨¢ndole estos lo mejor de sus esfuerzos. A destacar, en toda la obra, los fant¨¢sticos solos de la madera, cimiento indispensable para construir esa mezcla de amor y soledad que Mahler re¨²ne aqu¨ª. Un poco demasiado en serio se tomaron, batuta y orquesta, en el cuarto poema, la poderosa imagen de los muchachos cabalgando sobre la hierba, y con tan fausto motivo taparon a la cantante. Luego, sin embargo, en Der Abschied (La despedida) se logr¨® uno de esos momentos m¨¢gicos en que todos los int¨¦rpretes se entregan a fondo: desde los huecos acordes iniciales, tan sobrecogedores, hasta las absortas intervenciones del oboe y la flauta, pasando por la forma en que se expresaron las cosas (Der Welt schl?ft ein!, por ejemplo) o los preciosos reguladores que prodig¨® la mezzo. Una maravilla.
INTEGRAL SINF?NICA DE GUSTAV MAHLER
Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Solistas: Waltraud Meier y Thomas Mohr. Obras de Mahler. Palau de la M¨²sica. Valencia, 26 de mayo de 2011.
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