Obama aporta fantas¨ªa
No es un nativo atlantista, ni un WASP, blanco, anglosaj¨®n y protestante; es el menos europeo de los presidentes de Estados Unidos. Su biograf¨ªa es onusiana con toques africanos y musulmanes. Es el primer presidente del Pac¨ªfico. Obama recorre estos d¨ªas Europa, un continente ignorado por su presidencia, preocupada sobre todo por Asia, China, India, Pakist¨¢n, reconociendo la deriva de la influencia mundial hacia el Este. Hacia un mundo m¨¢s posoccidental. Obama, primero en Irlanda, luego en Londres, en Francia, para acabar en Polonia, trata de contrarrestar las dudas de que Europa ya no le interesa a Estados Unidos. El presidente no ha acabado de entender la disfuncionalidad de la UE como organizaci¨®n supranacional. Aumenta la preocupaci¨®n en Washington ante la posibilidad de que la cacofon¨ªa europea no logre superar la crisis del euro y el eventual efecto contagio sobre la econom¨ªa global. Recorre una Europa deprimida por la crisis, sin liderazgo, partida en dos, incapaz de proyectarse globalmente. El entusiasmo inicial por la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, cuando muchos europeos creyeron en su idealismo y le estampillaron, apresuradamente, como redentor del malvado Bush, se ha tornado en desilusi¨®n. El mes¨ªas se ha jibarizado en su contacto con el mundo real. Es solo otro presidente de EE UU. Hasta el punto de que muchos europeos hoy se preguntan si todav¨ªa nos queda Obama.
EE UU ha perdido influencia al tiempo que otros pa¨ªses emergen globalmente
Estados Unidos ha perdido influencia al tiempo que otras potencias emergen globalmente. El disparado d¨¦ficit presupuestario le impide seguir haciendo de polic¨ªa del mundo. Quiere cerrar cuanto antes sus guerras exteriores, pero al tiempo apoya la autodeterminaci¨®n democr¨¢tica de los ciudadanos ¨¢rabes, a la que compara con la Revoluci¨®n americana, y busca un plan Marshall para el que Washington carece de liquidez. La solicita en Deauville en la reuni¨®n del G-8, un zombi resucitado de los pa¨ªses m¨¢s ricos, que parec¨ªa enterrado por el G-20.
Estados Unidos teme, mir¨¢ndose a s¨ª mismo, que Europa no tenga el dinero para actuar como catalizador del cambio global aliviando su carga. Esta es la prosa. Pero Obama, con su elocuencia y tir¨®n de estrella medi¨¢tica, vende poes¨ªa y alimenta fantas¨ªa en una Europa envejecida, m¨¢s preocupada por las pensiones de los jubilados que del crecimiento. No asumimos todav¨ªa, tampoco en EE UU, que la fiesta se ha acabado y que las nuevas generaciones lo tendr¨¢n peor. Obama est¨¢ decidido a subirnos la moral. Lo hizo en Dubl¨ªn prometiendo fondos para ayudar al rescate irland¨¦s. Los j¨®venes de Irlanda emigran de nuevo. Europa, dominada por la derecha y sus recetas, est¨¢ fallando a su juventud. Lo vemos en Grecia, en Portugal y, sobre todo, en Espa?a, donde los indignados de la Puerta del Sol han proyectado un grito universal a los pol¨ªticos: ?Que alguien se ocupe tambi¨¦n de los problemas de la vida de la gente!
La socialdemocracia se ha rendido sin ni siquiera dar la batalla por otro modelo, diferente al de la austeridad y los recortes sociales. Triunfo por goleada de Angela Merkel I de Europa, para quien el problema es que los perezosos del sur tienen m¨¢s vacaciones y trabajan menos que las cigarras del norte. Carnaza populista para el Bild Zeitung. Berl¨ªn ratea preocupantemente como motor europeo. Los dos ¨²nicos Gobiernos de la izquierda est¨¢n quebrados, Zapatero de salida y, en Grecia, Papandreu luchando para no cerrar la persiana. La gripe espa?ola ha desnudado a la socialdemocracia, que no tiene alternativas. Para gestionar las pol¨ªticas neoliberales los ciudadanos prefieren al original, la derecha.
Pero la fantas¨ªa po¨¦tica de Obama tiene un tono de pasado, de guerra fr¨ªa, como si a¨²n escuch¨¢ramos a Reagan. Hay que continuar la guerra en Libia y reforzar a una OTAN que se ha quedado sin misi¨®n. Necesita cre¨¦rselo. Quiz¨¢s influido por la pompa y la trompeter¨ªa en el majestuoso Westminster Hall de Londres, afirma que Estados Unidos y Europa no est¨¢n en declive, Occidente todav¨ªa dirige el mundo y las naciones anglosajonas ejercen un dominio indispensable.
Aunque hace mucho que en el Imperio Brit¨¢nico se puso el sol, los brit¨¢nicos necesitan comprar esta mercanc¨ªa, creer en una relaci¨®n especial entre Londres y Washington. Cameron ha recortado contundentemente el presupuesto militar, desguazar¨¢ el ¨²nico portaviones que posee Reino Unido y prescindir¨¢ de los cazas Harrier embarcados en la Royal Navy.
Obama les ha regalado los o¨ªdos. Europa continental necesita otros est¨ªmulos para levantar su moral. No se puede vivir sin poes¨ªa, pero no es suficiente. El presidente estadounidense tuvo sin embargo un rapto de realismo, cuando afirm¨®, en su discurso ante el Parlamento, que se acabaron los tiempos en los que Roosevelt y el primer ministro Churchill se sentaban en torno a una mesa y resolv¨ªan los problemas del mundo con una copa de co?ac. Pues eso.
fgbasterra@gmail.com
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