Hijos muy buscados
En invierno somos adictos a la chimenea. La encendemos, tendemos una alfombra alrededor, entre los dos sof¨¢s, y ah¨ª hacemos la vida; los fines de semana es que ni nos movemos de ah¨ª los cinco, haciendo nuestras cosas: las ni?as, sus deberes; el ni?o, subido a la mesa, bailando, jugando. Es lo que busc¨¢bamos. Y c¨®mo lo disfrutamos". Esa imagen de hogar la describe Marcos Rodr¨ªguez, sevillano, de 43 a?os, inform¨¢tico, que mantiene desde hace 27 a?os una relaci¨®n con Manuel L¨®pez, de 50 a?os, administrativo, nacido en Jerez de la Frontera. Se casaron en octubre de 2005, pocos meses despu¨¦s de aprobarse la ley que permiti¨® en Espa?a el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Tienen dos ni?as mellizas, Julia y Luc¨ªa, de siete a?os, y un ni?o, Manuel, de dos. Viven en una agradable casa con jard¨ªn en Aznalc¨¢zar, a 30 kil¨®metros de Sevilla.
No hay cifras oficiales. Se cree que el primer ni?o lleg¨® a Espa?a a comienzos de los noventa
Primero pensaron en la adopci¨®n. Luego acudieron a una cl¨ªnica de Bombay. Al final cambiaron a EE UU
El contrato con una agencia de subrogaci¨®n en Estados Unidos cuesta entre 60.000 y 120.000 euros
"Soy periodista, y gracias a mi trabajo he estado siempre haciendo viajes interesantes y conociendo a gente interesante. Pero, no s¨¦, hace tres o cuatro a?os lleg¨® un momento en el que lo que m¨¢s me apetec¨ªa era disfrutar de la casa con mi marido. Empec¨¦ a darme cuenta de que la vida que llevaba, aunque muy alegre y divertida, no me conduc¨ªa hacia la felicidad de verdad. En vez de en el Ritz, quer¨ªa dormir en mi cama con mi marido. Nosotros somos siete hermanos; ?scar son cuatro. Quiz¨¢ por esa atm¨®sfera familiar en la que nos criamos, echamos de menos que pasen m¨¢s cosas en casa". Habla Andrew Ferren, periodista, de 46 a?os, que colabora con publicaciones como The New York Times, nacido en Nueva Jersey (EE UU) y que reside en Madrid desde 2002. Hace seis a?os conoci¨® a ?scar (en realidad, su marido tiene otro nombre, pero es un alto ejecutivo de banca, y teme que salir del anonimato en este caso no sea bien visto por su empresa), espa?ol, de 33 a?os; se casaron en el verano de 2008. Esperan mellizos. Nacer¨¢n al comenzar el oto?o en Minnesota (EE UU).
"Yo soy ginec¨®logo, y he estado muchos a?os ocup¨¢ndome de partos y embarazos de alto riesgo. Ve¨ªa a diario complicaciones. Quiz¨¢ por eso viv¨ª nuestro embarazo con cierta ansiedad. Se me hizo eterno. En el parto, cuando naci¨® Alonso y vi que romp¨ªa a llorar con un llanto muy en¨¦rgico -pes¨® m¨¢s de cuatro kilos-, sent¨ª much¨ªsima paz, me tranquilic¨¦, vi que hab¨ªa llegado bien. En cuanto le cortaron el cord¨®n umbilical nos hicimos cargo y tratamos de separarnos lo menos posible de ¨¦l". Alonso es un ni?o guap¨ªsimo, redondito y de muy buen temple, que naci¨® en California hace nueve meses. Es hijo de Pedro Fuentes, ginec¨®logo, de 53 a?os, nacido en Ja¨¦n, y Javier Gonz¨¢lez, madrile?o, de 49, ingeniero aeron¨¢utico. Llevan 12 a?os juntos. Se casaron en mayo de 2008. Viven en Vallecas (Madrid), en un piso invadido por la ba?era de Alonso, la mesa para cambiarle los pa?ales, la silla, el parque, la cuna, los juguetes.
Son tres historias de padres orgullosos que subrayan la evoluci¨®n que sigue experimentando el concepto de familia hasta acoger m¨²ltiples opciones. La clave aqu¨ª es olvidarse de cualquier prejuicio. De cualquiera.
Las familias de Andrew y ?scar, Marcos y Manuel, Pedro y Javier, han sacado adem¨¢s a flote una realidad que lleva 20 a?os introducida en Espa?a, aunque sin apenas reconocimiento social, legal ni medi¨¢tico: la gestaci¨®n subrogada, llamada de forma muy pl¨¢stica, aunque sensacionalista y un poco despreciativa, "vientres de alquiler".
Las familias homoparentales han desenterrado un fen¨®meno silencioso y oculto. Pero numeroso, seg¨²n los abogados y expertos consultados. Hay quien llega a hablar de unas 400 o 500 parejas espa?olas que acuden a EE UU anualmente en busca de descendencia propia en vientre ajeno. All¨ª es legal en varios Estados. Al contrario que en Espa?a, donde cualquier contrato firmado con una madre de alquiler, la futura portadora de un embri¨®n concebido in vitro, resulta nulo de pleno derecho. El 85% son heterosexuales. Parejas inf¨¦rtiles que buscan un hijo m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Se cree que el primero vino a Espa?a a comienzos de los noventa. No existen cifras oficiales. Ha sido a ra¨ªz de la aprobaci¨®n del matrimonio gay, cuando pap¨¢ y pap¨¢ han querido inscribir a su hijo as¨ª, con dos nombres masculinos, cuando el embrollo legal ha salido a la luz.
Para cubrir ese hueco se han puesto en marcha varios movimientos. Ah¨ª est¨¢n, muy activos, el blog sonnuestroshijos, editado por un grupo de padres gays por subrogaci¨®n, e Intended Fathers, una plataforma de padres homosexuales que re¨²ne a unas 70 parejas. "Somos la punta del iceberg. Nosotros estamos visibilizando el fen¨®meno... Porque no lo podemos ocultar". Habla Antonio, de 39 a?os, mientras su marido desaparece unos instantes para arropar a Manuela, la hija de ambos, que ahora tiene pasaporte norteamericano. En Espa?a, esa ni?a no consta en ninguna parte como suya. Tampoco es espa?ola. Ni tiene DNI. Manuela lleg¨® a casa como turista americana. El consulado espa?ol en Los ?ngeles se neg¨® a registrar su nacimiento. Mientras Antonio pelea por su inscripci¨®n, se ha erigido en uno de los portavoces de sonnuestroshijos, haciendo ruido e informando a trav¨¦s de Internet. El baby boom gay ha abierto una brecha en un sistema de registros sustentado en la hipocres¨ªa o el doble rasero.
"A las parejas heterosexuales nunca se les denegaba la inscripci¨®n", cuenta Iraida Gonz¨¢lez, abogada especializada en derecho internacional privado. Un matrimonio formado por hombre y mujer contrataba los servicios de una agencia de subrogaci¨®n en el extranjero. En India o en EE UU. Cuando la portadora de su hijo daba a luz y los doctores les entregaban las actas de nacimiento, los padres acud¨ªan al consulado espa?ol diciendo una verdad a medias: "Mire, vinimos de turismo al pa¨ªs y justo hemos tenido una hija (o un hijo)". Nadie preguntaba. Ni se les ocurr¨ªa practicar una inspecci¨®n ginecol¨®gica. Hab¨ªa una madre y un padre; se presum¨ªa la paternidad de ambos. O se hac¨ªa la vista gorda. Fin de la historia. "Esto era un secreto a voces", a?ade Antonio. El juego de las inscripciones sigui¨® hasta que los matrimonios homosexuales, reci¨¦n legalizados, quisieron formar familias de pleno derecho.
"Fuimos los primeros en presentar una solicitud de registro", cuenta Jos¨¦, seud¨®nimo bajo el que esconde su anonimato un padre de mellizos. "Nos presentamos a finales de 2008 en el consulado de Los ?ngeles, igual que las parejas hetero. Y en ese momento se atasc¨® el engranaje de la hipocres¨ªa". Inocencio Arias, entonces c¨®nsul, deneg¨® la inscripci¨®n. Y salt¨® -por los aires y por los medios- el vac¨ªo legal.
En realidad, la ley espa?ola no proh¨ªbe esta pr¨¢ctica. Igual que tampoco puede prohibir que un ciudadano espa?ol conduzca a 200 kil¨®metros por hora por las carreteras alemanas. Los padres, Jos¨¦ y Juan, recurrieron la decisi¨®n ante la Direcci¨®n General de los Registros y del Notariado (DGRN). Y ocurri¨® lo inesperado: se la concedieron. Nunca hab¨ªa sucedido antes. Porque nadie lo hab¨ªa solicitado. Lo sorprendente fue el giro de guion posterior, cuando la Fiscal¨ªa de Valencia recurri¨® ante los tribunales la decisi¨®n de la DGRN por considerar que exist¨ªan "dudas en su legalidad", dado que admit¨ªan la inscripci¨®n de unos ni?os nacidos por un m¨¦todo ilegal en Espa?a. Los padres de Valencia perdieron el caso en primera instancia. Pero lo recurrieron. Y mientras, el embrollo jur¨ªdico ha seguido creciendo. A finales de 2010, la DGRN quiso ordenar el desaguisado y public¨® una instrucci¨®n que permite inscribir en los registros consulares a los hijos nacidos por subrogaci¨®n, siempre que los padres presenten una "resoluci¨®n judicial" adecuada. "Queremos dar una soluci¨®n a estos ni?os, que biol¨®gicamente son hijos de padres espa?oles", explica Mar¨ªa ?ngeles Alcal¨¢, directora general de los Registros y del Notariado. "Pero al mismo tiempo hemos querido proteger el inter¨¦s del menor para no amparar casos de trafico internacional y garantizar que las mujeres gestantes no sean objeto de abusos y mafias".
De ah¨ª que este reportaje sea en cierto modo el mundo al rev¨¦s respecto a lo que pasaba hace no tantos a?os. Hemos encontrado muchos hombres y parejas homosexuales dispuestos a hablar y ser fotografiados, pero ninguna pareja heterosexual se ha prestado a poner cara, nombre y apellidos. Mientras las parejas hetero prefieren ocultarse, las homo, aqu¨ª, han sacado consigo del armario un proceso que obliga a mucha gente a cambiar sus chips de pensamiento (y sentimiento). Quieren dibujar, definir bien el asunto, para denunciar el limbo legal en que a¨²n se encuentran estos ni?os. Y para poner las cosas en su sitio. Personajes famosos como las actrices Nicole Kidman y Sarah Jessica Parker, y los cantantes Elton John, Ricky Martin y Miguel Bos¨¦ han llevado la gestaci¨®n subrogada a los titulares de la prensa del coraz¨®n. Explica Marcos: "Por ese camino puede haber gente que piense que se trata de caprichos de ricos que lo tienen todo. Es algo m¨¢s normal y profundo. No dudo de que sea tambi¨¦n lo que mueve a esos famosos, pero el tratamiento a veces es superficial. Nosotros somos gente humilde, que tuvimos que vender nuestra casa de Sevilla y salir a 30 kil¨®metros e hipotecarnos y rehipotecarnos porque cre¨ªamos que merec¨ªa la pena para ser padres. La subrogaci¨®n no es una moda, algo que los gays con dinero se pueden permitir, sino que tambi¨¦n es la ¨²nica opci¨®n para ver cumplidos nuestros sue?os, porque nosotros intentamos insistentemente la adopci¨®n y se nos cerraron todas las puertas".
Antes de seguir hablando, Marcos lanza una pregunta: "?Y c¨®mo lo vais a enfocar?". Recela del tratamiento period¨ªstico que apuesta por el debate de posiciones enfrentadas, tan llamativo, tan estridente. "Aparte de la Igle-sia y asociaciones como el Foro de la Familia, las principales cr¨ªticas nos llegan de grupos de feministas". Quiz¨¢, se le plantea as¨¦pticamente, porque para muchos y muchas la maternidad sigue siendo algo demasiado "sagrado" como para comercializarlo; que no entienden que un hijo pueda ser objeto de transacciones como cualquier otro producto o servicio (ya en su nombre suena a cr¨¦ditos, bancos e hipotecas). Quiz¨¢ porque otros y otras puedan ver en la gestaci¨®n cierta cosificaci¨®n de las mujeres, que se da marcha atr¨¢s a la historia para volver a reducirlas a un ¨²tero... "Si nos conocieran", responde, "si conocieran a nuestras gestantes, nuestra historia y nuestra casa, y las de muchos otros como nosotros, cambiar¨ªan de opini¨®n. Respecto a la Iglesia y las asociaciones de familias tradicionales cat¨®licas, yo no permito que vengan a darme lecciones de moralidad o de lo que es bueno y malo para los hijos, menos cuando estamos viendo c¨®mo la Iglesia ha hecho de intermediaria para robar, vender, regalar ni?os, quit¨¢rselos a sus madres para d¨¢rselos a otros".
La subrogaci¨®n se ha convertido en uno de los debates m¨¢s acalorados entre feministas y activistas por los derechos de los homosexuales. No hay una postura com¨²n. En unos sectores suscita suspicacias mercantilistas, mientras otros abanderan la causa de la filiaci¨®n como una consecuencia del matrimonio. Beatriz Gimeno, presidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Lesbianas, Gays y Transexuales entre 2003 y 2007 (cuando se aprobaron las uniones entre parejas del mismo sexo), cree que se trata de un fen¨®meno "imparable", que tarde o temprano se acabar¨¢ aceptando en Espa?a, y por eso avisa: "Hay quienes a¨²n pensamos que el mercado no puede invadirlo todo y convertirse en un regulador social, llegando a expropiar tus capacidades reproductivas. Cuando abres un mercado, obligas a los pobres a entrar en ¨¦l. Un vientre es una persona. Estamos hablando de contratos leoninos con los que comprometes tu cuerpo y tu vida. Jam¨¢s se dar¨ªan sin una desigualdad de base".
Anna Veiga, madre cient¨ªfica de la primera ni?a probeta en Espa?a y que en julio asumir¨¢ su cargo de presidenta de la Sociedad Europea de Reproducci¨®n y Embriolog¨ªa, no es partidaria de generalizar: "No es dar una posici¨®n a favor o en contra. Depende de cada caso. Los nuevos modelos de familia que permiten las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida no son mejores ni peores, sino distintos. Siempre debe prevalecer el bienestar del reci¨¦n nacido. La subrogaci¨®n puede abrir la puerta a cierto mercantilismo. Este es un tema m¨¦dico, y debemos evitar que se conviertan en meras transacciones econ¨®micas. Se debe analizar caso por caso, con criterios de buena pr¨¢ctica m¨¦dica y ¨¦tica".
Un detalle, Marcos, antes de continuar: ?c¨®mo hacen los ni?os para distinguirles cuando les llaman? "Yo soy papi, y Manuel, que es mayor, es pap¨¢". ?Alguna vez han sentido la tensi¨®n a su alrededor, alguna burla o descalificaci¨®n? ?Julia y Luc¨ªa han pasado por el trago de alg¨²n comentario malintencionado? "Mentir¨ªamos si dij¨¦ramos que s¨ª. M¨¢s all¨¢ de los codazos que a veces advertimos para avisarse: son estos, son estos..., nunca hemos notado un trato discriminatorio. Todo lo contrario. En la familia, con los compa?eros de trabajo y los vecinos, con los pap¨¢s y mam¨¢s del colegio, todo han sido ofrecimientos para hacernos sentir c¨®modos e integrados. Solo una amiguita de Luc¨ªa y Julia una vez nos pregunt¨®, as¨ª con cara un poco p¨ªcara, que nosotros c¨®mo dorm¨ªamos. Le expliqu¨¦ que juntos, como su pap¨¢ y su mam¨¢. Dijo: ah, vale, y sigui¨® a lo suyo". Manuel a?ade: "Yo creo que el secreto puede estar en que nosotros siempre nos hemos comportado con naturalidad, sin aparentar ni esconder nada. Si vas con la visibilidad por delante, yo creo que todo fluye mejor. Es f¨¢cil que la gente lo entienda y acepte. Con las ni?as, igual, se lo vamos explicando todo poco a poco, seg¨²n van preguntando". Y Julia y Luc¨ªa empiezan a hablar al periodista de un encuentro en C¨¢ceres de familias de lesbianas y gays; a qui¨¦nes conocieron, cu¨¢ntas banderas arcoiris hab¨ªa, a qu¨¦ jugaron... En esa actitud de visibilidad y naturalidad, los padres han querido que en las fotograf¨ªas que acompa?an este reportaje se vean las caras de sus hijos, para que ni Julia ni Luc¨ªa ni Manuel se decepcionen al ver la revista y puedan pensar que hay algo que ocultar en su vida.
Son historias a menudo con puntos convergentes: sentir la pulsi¨®n de la paternidad tras verse seguros en una pareja estable. El amor por los ni?os, que al principio se volc¨® en la relaci¨®n con los sobrinos. Una primera decisi¨®n de adoptar, para convencerse, tras largas esperas, pruebas de idoneidad, formularios y tr¨¢mites durante a?os, de que es una v¨ªa pr¨¢cticamente cerrada a parejas gays (los pa¨ªses donde m¨¢s adopciones se realizan no reconocen el matrimonio homo; en los pa¨ªses donde se acepta no hay excedente de ni?os).
Andrew y ?scar comenzaron el proceso en una conocida cl¨ªnica de Bombay. Tras un a?o de intentos con dos gestantes, un aborto y un desembolso de unos 47.000 euros, cambiaron a EE UU, con una de las agencias m¨¢s reputadas, Growing Generations, creada en 1996. Quedaron embarazados a la primera, con tres embriones; uno se perdi¨®; tendr¨¢n mellizos. Y Andrew est¨¢ tan contento con las gestiones de Growing que ha decidido colaborar con ellos en Espa?a. Una agencia de estas se encarga de buscar las donantes y gestantes que mejor se adapten a los gustos y necesidades de los clientes (el matching, como lo llaman, encajar ambas partes, que se hace siempre de mutuo acuerdo, tras conocerse y firmar un contrato), adem¨¢s de interceder en aspectos sanitarios, abogados, gestiones de seguros y papeleos m¨²ltiples como el juicio de parentalidad, donde un juez debe certificar qui¨¦nes son los padres que se har¨¢n cargo del beb¨¦.
La cig¨¹e?a de Javier y Pedro vino desde California, con la agencia Extraordinary Conceptions. "Vivimos el embarazo d¨ªa a d¨ªa, con la preocupaci¨®n de los primerizos; todos los d¨ªas nos comunic¨¢bamos con la gestante", dice Pedro. "Antes yo hab¨ªa estado casado con una mujer 15 a?os, y los hijos, por lo que fuera, no llegaron. Tampoco me preocup¨® mucho. Ahora Alonso nos ha hecho felices".
La historia de Marcos y Manuel es m¨¢s larga, y repleta de contratiempos, pr¨¦stamos, paciencia y disgustos que pusieron a prueba el extraordinario entendimiento que existe entre ellos hasta conseguir ser padres de familia numerosa. Muchos a?os para iniciar cuatro procesos de adopci¨®n, incluyendo una denuncia a la Junta de Andaluc¨ªa por homofobia, y cinco a?os en la subrogaci¨®n (nueve intentos, con cinco donantes distintas de ¨®vulos y tres gestantes). Hasta que hace siete a?os llegaron, preciosas, Luc¨ªa y Julia. Pasado un lustro, se animaron a ir a por el tercero. Aparte de que se lo pidieron las ni?as, Manuel da otra raz¨®n: "Yo creo que verse acompa?ados, ser m¨¢s hermanos, les hace menos vulnerables frente a dificultades o cr¨ªticas". Con el ni?o, que est¨¢ superempadrado y no se apea de los brazos de pap¨¢ o de papi mientras hay extra?os en casa, lo hicieron por libre, sin agencia. Tras 12 viajes a Los ?ngeles para tener a las mellizas, conoc¨ªan ya a tanta gente que contactaron directamente con una mujer dispuesta a ayudarles.
A la hora de hablar de dinero, ninguno quiere poner precio a lo que para ellos no tiene valor, un hijo. Adem¨¢s, si empiezan a sumar lo desembolsado en viajes, gestiones, hoteles, seguros, m¨¢s las retribuciones a gestantes, donantes y agencias, parece que siempre hay alg¨²n n¨²mero que queda por salir. No se ponen precisos y matem¨¢ticos, pero se avienen a hacer aproximaciones. M¨¢s o menos, un proceso de gestaci¨®n subrogada con una agencia puede oscilar entre 60.000 y 120.000 euros (dependiendo de las complicaciones, el n¨²mero de transferencias de embriones que se necesiten, los seguros, el prestigio de la agencia...); en torno a la mitad si se hace por libre o en India. La mujer gestante se lleva "una compensaci¨®n econ¨®mica" por el a?o y medio en que ve alterada su vida, unos 25.000-30.000 euros. Y todos coinciden en que en un pa¨ªs como EE UU, esa no es cantidad suficiente como para que la ¨²nica motivaci¨®n sea la econ¨®mica. Adem¨¢s se pide a las mujeres que, aparte de ya haber dado a luz a alg¨²n hijo propio, tengan una renta determinada, para intentar evitar que esto se convierta en un negocio para gente sin recursos.
Motivaciones no hay una sola. Andrew cuenta el caso de una gestante que se ofreci¨® movida por algo muy personal: cuando ten¨ªa 16 a?os, se enter¨® de que su padre, un hombre que viv¨ªa en un peque?o pueblo de la Am¨¦rica profunda, era gay, pero siempre lo ocult¨®. Sinti¨® que ella era lo ¨²nico que ten¨ªa ese hombre para ahuyentar tanta soledad. Y quiso ayudar a alguien como su padre.
Javier y Pedro cuentan que Ann, a la que llaman la mujer m¨¢s maravillosa del mundo, tiene 32 a?os, est¨¢ divorciada, con dos hijas de 9 y 15 a?os, trabaja en marketing y ha sido la primera y la ¨²ltima vez que lo ha hecho. En su caso, guardaba muy dentro de su memoria los recuerdos de su padre, que fue director de un orfanato: desde peque?a vio la cara de felicidad de muchos padres y madres cuando iban a adoptar un ni?o. Alonso ha sido una especie de homenaje a su padre, que muri¨® muy joven.
En el caso de Marcos y Manuel, a¨²n debemos abrir m¨¢s la mente. Tras nueve intentos sin quedarse embarazados y ya a punto de desistir, un d¨ªa la hermana peque?a de Marcos les pregunt¨®: ?qu¨¦ tal va lo vuestro? "Le dijimos que fatal, que ya no nos quedaba ni dinero para seguir intent¨¢ndolo y buscar una nueva donante de ¨®vulos. Mi hermana se ech¨® a llorar y nos dijo: yo puedo ser la donante". As¨ª que Julia y Luc¨ªa nacieron de los ¨®vulos de su t¨ªa y del esperma de Manuel en el vientre de Maricela, ama de casa que tuvo a las mellizas con 32 a?os, y entonces era ya madre de Lilliana, de cinco a?os, y Johnattan, de dos. En el caso del ni?o peque?o, fue la propia gestante, M¨®nica, la que se ofreci¨® a ser tambi¨¦n la donante de ¨®vulos, lo que se llama subrogaci¨®n tradicional, que no es ahora la habitual, pues se tiende a que gestante y donante no coincidan para evitar afectos, susceptibilidades, compromisos, implicaciones... Es m¨¢s, la donante suele ser an¨®nima. M¨®nica tiene 33 a?os, es asesora fiscal, est¨¢ casada; ten¨ªa ya dos hijos de 12 y 10 a?os, luego trajo al mundo a dos subrogados, y tras Manuel ha querido tener uno m¨¢s para ella. "Seguimos manteniendo una relaci¨®n estrecha con ellas. Estamos ahorrando para el a?o que viene ir a Los ?ngeles con los tres ni?os a pasar las vacaciones con Maricela y M¨®nica y sus hijos".
Sophia, de 24 a?os, la gestante de los mellizos de Andrew y ?scar, est¨¢ casada y tiene un hijo de a?o y medio, trabaja en una cl¨ªnica veterinaria en Minnesota y tambi¨¦n quiere explicar su punto de vista: "Mi marido tiene sus dudas sobre la subrogaci¨®n; cree que el mundo est¨¢ superpoblado y por eso defiende m¨¢s la adopci¨®n, pero yo s¨¦ que esa no es una opci¨®n para parejas del mismo sexo. Yo estoy feliz pudiendo hacer este regalo a personas como Andrew y ?scar, que s¨¦ que van a ser unos padres perfectos. Yo tuve siempre tantas ganas de ser madre que s¨¦ lo que eso significa, y s¨¦ lo mal que me habr¨ªa sentido si alguien me hubiera dicho que no pod¨ªa tener hijos".
Desde el primer caso de Valencia esperan en el registro los recursos de una docena de familias, homosexuales y heterosexuales, solicitando que se reconozca que sus hijos son suyos. Alfonso Calvo Caravaca, uno de los juristas que defienden a los padres valencianos, resume el embrollo: "Cuando se aprob¨® la Ley de Reproducci¨®n Asistida y se prohibi¨® la maternidad subrogada, en 2006, no se dieron cuenta de que el mundo estaba globalizado, y si no reconoces estos actos, acabas creando un absurdo". Todo apunta que esto no ha hecho m¨¢s que empezar.
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