Maniobras soberanas
En apenas una semana el Gobierno catal¨¢n han tenido ocasi¨®n de experimentar tres actuaciones de su fuerza p¨²blica con motivo de distintos problemas en la ciudad de Barcelona, relacionados con la acampada de los indignados y con la celebraci¨®n de la Champions. La pol¨ªtica es pedagog¨ªa, seg¨²n frase del socialista Manuel Serra i Moret, y las decisiones que toma un Gobierno pueden entenderse como lecciones p¨²blicas que servir¨¢n para el aprendizaje de los ciudadanos respecto a los modos y ¨¦tica de su Gobierno.
La primera lecci¨®n se imparti¨® en los d¨ªas de reflexi¨®n y en la jornada electoral del pasado 22 de mayo. Hab¨ªa ¨®rdenes de las juntas electorales de Barcelona y Central, a las que hab¨ªa recurrido el Gobierno catal¨¢n pidiendo aclaraciones, para que se disolvieran las acampadas. Pero la autoridad gubernativa decidi¨® pasar de los jueces y de sus ¨®rdenes. No lo aconsejaba la prudencia, expresada por una frase del ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba: la polic¨ªa est¨¢ para resolver problemas, no para crearlos. Tampoco lo aconsejaban las elecciones: el reci¨¦n estrenado Gobierno de Converg¨¨ncia i Uni¨® no iba a jugarse un pu?ado de votos por el capricho de unos jueces con vocaci¨®n de gobernantes.
La izquierda suele tener m¨¢s complejos con el uso de la fuerza; al soberanismo le pasa lo contrario
El pasado viernes toc¨® la segunda lecci¨®n, cuando alguien, no se sabe qui¨¦n, decidi¨® limpiar la plaza de Catalunya y retirar todos los objetos que pudieran significar un peligro el s¨¢bado por la noche, en caso de que los seguidores del Bar?a se desplazaran all¨ª a celebrar la victoria. Se trataba de una actuaci¨®n preventiva, que ocup¨® a un amplio destacamento de las fuerzas antidisturbios de los Mossos d'Esquadra y termin¨® con un ¨²nico detenido y m¨¢s de un centenar de personas atendidas por los servicios m¨¦dicos.
Lo m¨¢s destacado fue el funcionamiento de las redes sociales, que difundieron im¨¢genes fotogr¨¢ficas y videogr¨¢ficas de inequ¨ªvoco valor testimonial acerca de la actitud pac¨ªfica y pasiva de los manifestantes, y de la arbitraria y gratuita violencia de los Mossos d'Esquadra. Al final del d¨ªa, la plaza de Catalunya qued¨® de nuevo ocupada, sin que hubiera servido para nada la actuaci¨®n policial, y en cambio, el movimiento de las acampadas recibi¨® un poderoso impulso en toda Espa?a por obra de la decisi¨®n pol¨ªtica que hab¨ªa detr¨¢s de unas cargas policiales de tal contundencia.
La tercera y ¨²ltima lecci¨®n es la de la madrugada del domingo, al final de las celebraciones futbol¨ªsticas. Esta vez los antidisturbios tuvieron que enfrentarse con los habituales hinchas violentos que suelen estropear todo final de fiesta futbol¨ªstico con sus destrozos de mobiliario urbano y sus provocaciones a la fuerza p¨²blica. El saldo habla por s¨ª solo: m¨¢s de cien detenidos y 132 heridos. Los acampados consiguieron separarse de los disturbios mediante cadenas humanas y pusieron a buen recaudo cualquier objeto susceptible de un uso violento. Esta experiencia prueba con posterioridad a los hechos el error de apreciaci¨®n de quien decidi¨® tratar violentamente a los indignados el d¨ªa anterior.
El Estado, seg¨²n la c¨¦lebre definici¨®n de Max Weber, tiene el monopolio de la violencia. En un Estado autoritario no hay explicaciones respecto a la actuaci¨®n de la fuerza p¨²blica. Su violencia no cuenta con controles y las decisiones pol¨ªticas tampoco. No es el caso de un Estado democr¨¢tico y de una polic¨ªa que atienda a este nombre, que deben usar la fuerza con prudencia y proporcionalidad, solo cuando hay que evitar un peligro mayor que la violencia que se va a emplear. En caso de que se utilice, sus responsables est¨¢n obligados a explicar sus acciones, someterse al juicio y correcci¨®n de sus conciudadanos, e indemnizar a quienes hayan sufrido su violencia injustamente.
No se trata de principios legales ¨²nicamente. Se trata tambi¨¦n de cuestiones de ¨¦tica. Desde diciembre, hay por primera vez un Gobierno nacionalista catal¨¢n con entera responsabilidad sobre el orden p¨²blico en toda Catalu?a, Barcelona incluida. Dado que uno de los atributos de la soberan¨ªa es el uso de la fuerza, es f¨¢cil caer en la tentaci¨®n de usar la fuerza para exhibir los atributos de la soberan¨ªa. La izquierda suele tener m¨¢s complejos en este cap¨ªtulo. Al soberanismo, en cambio, suele sucederle lo contrario. Urgen buenas y detalladas explicaciones.
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