?Trabajadoras o siervas?
Las empleadas de hogar se rigen por regulaciones desfasadas que las hacen vulnerables a la explotaci¨®n - De 700.000 hogares con servicio, menos de 300.000 cotizan - El Gobierno negocia f¨®rmulas para incluirlas en el r¨¦gimen general
Rosa trabaja de interna en una casa. De lunes a domingo cuida de un matrimonio de ancianos en un barrio del norte de Madrid. Limpia, hace la comida, va al mercado... Libra una tarde a la semana, pero esas horas tampoco descansa. Las dedica a hacer peque?as tareas en una casa cercana. Necesita el dinero. Como empleada dom¨¦stica interna cobra menos de 600 euros al mes. No llega al salario m¨ªnimo interprofesional. Esta paraguaya de 45 a?os cotiza a la seguridad social a trav¨¦s del r¨¦gimen especial de empleados del hogar. Seg¨²n esta ley, no tiene prestaci¨®n por desempleo. Y, si se pone enferma, no disfruta de una baja pagada hasta que lleve 29 d¨ªas en cama; cuando las bajas retribuidas de los trabajadores del r¨¦gimen general son a partir del tercero, y en los aut¨®nomos, del cuarto (aunque con el 60% del salario).
La OIT debatir¨¢ estos d¨ªas las claves para un empleo dom¨¦stico "decente"
Si se ponen enfermas no tienen baja pagada hasta pasados 29 d¨ªas
"Trabajar de lunes a domingo y de sol a sol es esclavitud", sostiene una experta
La equiparaci¨®n de derechos exigir¨ªa un periodo transitorio
Un r¨¦gimen anacr¨®nico que les impide cotizar si trabajan menos de 72 horas al mes y que ni siquiera les garantiza un contrato de trabajo escrito que puedan blandir para hacer valer sus derechos en caso de conflicto con los empleadores. Es una regulaci¨®n de 1985 que sit¨²a a las miles de empleadas dom¨¦sticas que hay en Espa?a -en femenino, porque el 91,5% son mujeres- entre el trabajo y la servidumbre; y que sindicatos, organizaciones sociales y las propias empleadas llevan a?os intentando liquidar. Ahora negocian con el Gobierno la f¨®rmula de inclusi¨®n en el r¨¦gimen general de trabajadores.
"Las empleadas de hogar se enfrentan a una discriminaci¨®n clara", critica Bego?a San Jos¨¦, del F¨®rum de Pol¨ªtica Feminista. "Son una fuerza vital en la sociedad. Mueven un engranaje de cuidados sin el que las cosas no funcionar¨ªan. A pesar de eso, est¨¢n en una situaci¨®n de enorme desventaja. Mucho tiene que ver con esa discriminaci¨®n que la casi totalidad sean mujeres. Si los ch¨®feres dom¨¦sticos est¨¢n en el r¨¦gimen general de trabajadores, ?por qu¨¦ las empleadas dom¨¦sticas no? Eso debe cambiar", exige.
La reforma no ser¨¢ peque?a. M¨¢s de 700.000 hogares espa?oles emplean a una trabajadora dom¨¦stica, seg¨²n la Encuesta de Poblaci¨®n Activa del INE. Sin embargo, solo 296.067 personas est¨¢n afiliadas al r¨¦gimen especial de empleo de hogar de la Seguridad Social. Un dato, en comparaci¨®n, muy bajo -incluso a pesar de que hay empleadas que trabajan en varias casas-, que revela que muchas de estas personas ejercen al margen de legalidad. Y que, por tanto, carecen de derechos.
"No es solo que la legislaci¨®n sea mala, sino que adem¨¢s se incumple sistem¨¢ticamente", apunta la economista Amaia P¨¦rez Orozco, investigadora en temas de g¨¦nero. El r¨¦gimen de empleo de hogar fija un tiempo de descanso de 36 horas a la semana, aunque no obligatoriamente continuadas, para estas empleadas. Una cl¨¢usula que no siempre se practica. Muchas internas, como Rosa, solo tienen una tarde libre cada siete d¨ªas. La ley fija que no pueden cobrar menos del salario m¨ªnimo interprofesional (641 euros al mes). Pero si esa cantidad se calcula anualmente, cobran menos, ya que tienen dos pagas extras anuales de 15 d¨ªas, frente a las dos pagas de mes completo del resto de trabajadores.
Las cosas, aunque poco a poco, comienzan a cambiar. Hace unos meses el Ministerio de Trabajo elimin¨® uno de los puntos m¨¢s escandalosos del r¨¦gimen. La opci¨®n de que se les descontase el 45% del salario en concepto de manutenci¨®n y alojamiento (si era el caso). Una f¨®rmula que, seg¨²n Octavio Granado, secretario de Estado de Seguridad Social, provocaba situaciones "verdaderamente penosas". No obstante, muchas empleadas la siguen sufriendo. Algunas por desconocimiento, pero otras porque su situaci¨®n no les permite negociar nuevas condiciones de empleo.
Y es que a la situaci¨®n de vulnerabilidad se a?aden las dificultades provocadas por la crisis. Desigualdades m¨¢s acusadas entre la poblaci¨®n inmigrante, que supone el 60%. Un colectivo que ocupa la mayor¨ªa de los trabajos de interna, el sector donde la situaci¨®n es peor. Una de cada tres empleadas de hogar internas inmigrantes no tiene papeles, seg¨²n la Asociaci¨®n de Trabajadoras de Hogar de Vizcaya (ATH-ELE).
Estas vulnerabilidades se analizar¨¢n esta semana en la conferencia de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), donde se debatir¨¢n las claves para lograr un empleo dom¨¦stico "decente". Esta instituci¨®n, que alerta de que esta es una de las formas de empleo m¨¢s desprotegidas, donde la explotaci¨®n es frecuente, propondr¨¢ a sus pa¨ªses miembros -183, incluido Espa?a- un convenio para lograr mejores condiciones en lo que considera un trabajo "infravalorado e invisible". Entre las medidas est¨¢ la de fomentar el contrato escrito o que el periodo de descanso sea, al menos, de 24 horas seguidas a la semana.
Condiciones "l¨®gicas" para Isabel Otxoa, asesora de ATH-ELE, quien sostiene que el convenio de la OIT -que los pa¨ªses tendr¨¢n que transponer si se aprueba- es un buen punto de partida. En ¨¦l est¨¢ tambi¨¦n otra de sus reclamaciones hist¨®ricas: que lo que se denomina en la norma espa?ola "tiempo de presencia" -las horas que la empleada interna tiene que estar en el hogar, a disposici¨®n de la familia- se contabilicen como tiempo trabajado. No como ocurre en el r¨¦gimen actual, que fija un tiempo de presencia de siete u ocho horas, independientes a la jornada laboral.
La organizaci¨®n a la que pertenece Otxoa, una de las m¨¢s activas del pa¨ªs, reclama de forma urgente que las empleadas del hogar se incluyan en el r¨¦gimen general de trabajadores. "El empleo dom¨¦stico es un nodo de vulneraci¨®n de derechos. Y las cosas no mejorar¨¢n hasta que se las considere de igual forma que el resto de trabajadores", dice la asesora.
Un punto de vista que comparte Almudena Fontecha, secretaria de Igualdad de UGT. "El pacto de Toledo recomend¨® hace a?os que los reg¨ªmenes especiales, como este, deb¨ªan desaparecer e integrarse en el general o de aut¨®nomos, aunque manteniendo algunas particularidades", opina.
El Gobierno reconoce que el r¨¦gimen de empleo de hogar adolece de desequilibrios. Admite que la situaci¨®n no es buena. De hecho, mejorarla y equiparar sus derechos con los del resto de trabajadores fue una promesa electoral de Rodr¨ªguez Zapatero. Compromiso que a¨²n no se ha materializado. Trabajo lleva desde 2007 intentando cambiar la norma, sin m¨¢s ¨¦xito que unos pocos parches para las situaciones m¨¢s escandalosas como el asunto del salario por manutenci¨®n.
Ahora discute con las organizaciones sociales, patronal y sindicatos la f¨®rmula para integrar a estas empleadas en el r¨¦gimen general de trabajadores. Una inclusi¨®n que, seg¨²n Granado, no es sencilla: "El r¨¦gimen de trabajo de hogar tiene dos particularidades. La primera es que la relaci¨®n laboral (las que est¨¢n a tiempo completo sobre todo) entre empleador y empleada es una relaci¨®n especial marcada por la confianza. Un factor que influye, por ejemplo, en el despido. Y la segunda es la cotizaci¨®n, ya que si trabajan menos de 20 horas a la semana estas empleadas no tienen que estar afiliadas a la seguridad social. Y eso crea altas tasas de econom¨ªa informal".
Con la reforma, que a pesar del poco tiempo que queda de legislatura no se da por muerta, el Gobierno busca que el nivel de protecci¨®n de estas personas sea similar al del resto de trabajadores. "Independientemente de que trabajen una hora o 26", dice Granado. Pero a nadie se les escapa que esto alzar¨ªa la cantidad que hay que aportar a la cotizaci¨®n, algo dif¨ªcil en una ¨¦poca de crisis. Y m¨¢s complicado a¨²n, si se tiene en cuenta que en este sector no hay empresarios, sino familias -que deben cotizar si se pasa un n¨²mero de horas-, a las que no se les puede imponer costes dif¨ªciles de asumir. "Hay que buscar una forma inteligente para que lo que ahora es econom¨ªa informal no se convierta en econom¨ªa sumergida", a?ade Granado.
La secretaria de Igualdad de UGT asume que, si se logra la inclusi¨®n, las cotizaciones se incrementar¨¢n irremediablemente. "Lo m¨¢s dif¨ªcil es conseguir que la equiparaci¨®n de derechos no suponga que empleador o trabajadora se vean perjudicados", dice. Esto se puede conseguir estableciendo periodos transitorios, como se ha hecho con los trabajadores agrarios. "No puedes pasar de no cotizar a pagar 250 euros", dice.
El punto de mayor discrepancia es la prestaci¨®n por desempleo, dice Granado, de la que carecen ahora estas empleadas. "Tiene que haber alg¨²n tipo de protecci¨®n en ciertos casos, pero hay que discutir en cu¨¢les y c¨®mo", dice el secretario de Estado de Seguridad Social. En el resto de reclamaciones, la estructura est¨¢ bastante armada: habr¨¢ contrato escrito y se equipar¨¢n las vacaciones, la jornada y las bajas de estas trabajadoras con las del resto.
Pero cambiar la norma no es tan f¨¢cil en algunos puntos. ?C¨®mo vigilar la seguridad de las trabajadoras cuando la ley de prevenci¨®n de riesgos laborales excluye a los hogares? Es m¨¢s, hasta enero de este a?o la regulaci¨®n no contemplaba la posibilidad de sufrir un accidente laboral o una enfermedad provocada por el trabajo. Cualquier accidente durante su jornada era considerado como com¨²n, con la consiguiente merma de derechos -por una enfermedad laboral se cobra el 100% del sueldo estando de baja-. Ahora, un parche en forma de enmienda en la ley de presupuestos de 2011 reconoce ese derecho, seg¨²n Granado, que tendr¨¢ que ser perfilado a trav¨¦s de una norma con rango de ley. Y otra clave: es dif¨ªcil controlar c¨®mo se paga o se cobra en un hogar; un terreno en el que la inspecci¨®n de trabajo no puede actuar. "?C¨®mo hacer que ese derecho de la familia a mantener su privacidad no suponga una merma de los derechos de la trabajadora?", se pregunta Fontecha.
Grace Gallego lleva tiempo esperando la equiparaci¨®n de derechos. Esta pedagoga colombiana de 50 a?os lleva 10 en Espa?a. Lleg¨® un s¨¢bado y el lunes ya ten¨ªa trabajo de interna. Era la ¨¦poca de expansi¨®n del sector, que coincidi¨® con la llegada de la inmigraci¨®n a Espa?a. Ahora las cosas son distintas. "La crisis no ha disminuido el trabajo, pero s¨ª ha provocado que las condiciones laborales empeoren", explica la economista P¨¦rez Orozco.
Hace tiempo que Gallego forma parte de Sedoac, una asociaci¨®n de empleadas de hogar que lucha para que se las incluya en el r¨¦gimen general. Trabaja de interna desde hace unos meses en casa de un matrimonio mayor. Atr¨¢s qued¨® el tiempo en que el due?o de una casa en la que trabajaba la acos¨®. Una situaci¨®n que la dej¨®, dice, "de m¨¦dicos". Ella est¨¢ bien, afirma, pero cada d¨ªa ve situaciones que la espantan. "Ahora cobrar 800 al mes por trabajar todos los d¨ªas a todas horas es una ganga. Mucha gente no cobra ni el salario m¨ªnimo y vive en unas condiciones lamentables". Y m¨¢s lejos: algunas empleadas inmigrantes siguen pagando la cotizaci¨®n a pesar de haber perdido su empleo (o sin llegar al m¨ªnimo) para poder permanecer en situaci¨®n regular en Espa?a.
"El empleo de hogar cubre situaciones diversas. En algunas, el Estado deber¨ªa ser directamente responsable, por ejemplo, en el cuidado de ancianos o menores y en la conciliaci¨®n", dice Orozco. "Trabajar de sol a sol por menos de 900 euros de lunes a domingo es una pasada", clama Isabel Otxoa "?Esclavitud? Seg¨²n los est¨¢ndares, en la vieja Europa se puede considerar una situaci¨®n de semiesclavitud, desde luego. El sistema, adem¨¢s, no deja otra opci¨®n. Est¨¢ corrupto de base", sigue. La secretaria de Igualdad de UGT, adem¨¢s del compromiso del Gobierno, pide que los ciudadanos tengan m¨¢s conciencia social. "La mayor¨ªa de empleadores somos a su vez trabajadores. Luchamos por tener condiciones de trabajo decentes, pero luego no lo ponemos en pr¨¢ctica en casa".
Y esa es la clave. Hasta que el empleo dom¨¦stico no sea considerado un trabajo digno, una labor tan v¨¢lida y ¨²til como cualquier otra, las reformas no terminar¨¢n con la desigualdad.
Cotizaci¨®n, derechos y deberes
- Contrato. Las trabajadoras dom¨¦sticas pueden tener un contrato verbal o escrito. La mayor¨ªa de los empleadores utilizan la f¨®rmula verbal. En el r¨¦gimen general de trabajadores es obligatorio que el contrato sea por escrito.
- Jornada m¨¢xima. El r¨¦gimen del empleo de hogar fija que la jornada diaria m¨¢xima es de nueve horas. Igual que el r¨¦gimen general. Sin embargo, las empleadas internas pueden estar obligadas a permanecer en el domicilio "a disposici¨®n" de la familia empleadora durante otras siete u ocho horas. Es el "tiempo de presencia".
- Descanso semanal. Est¨¢ previsto que libren 36 horas a la semana. Igual que en el r¨¦gimen general. Sin embargo, para estas empleadas, estas horas pueden no ser continuadas.
- Enfermedad. Las empleadas del hogar solo tienen bajas por enfermedad retribuidas a partir del d¨ªa 29 de enfermedad. Los trabajadores del r¨¦gimen general disfrutan de baja por enfermedad retribuida a partir del tercero. Los aut¨®nomos del cuarto.
- Cotizaci¨®n. No se cotiza si trabaja menos de 72 horas al mes. La cotizaci¨®n es fija y por cuenta de la empleada si trabaja menos de 20 horas semanales para el mismo empleador.
- Salario. Se fija el m¨ªnimo legal (641 euros). Hasta hace unos meses, a esta cantidad se le pod¨ªa descontar el 45% en concepto de manutenci¨®n y alojamiento (en las internas).
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