D¨®nde est¨¢n
Hace unos meses, en unas jornadas sobre los cambios sociales que ha experimentado Espa?a en los ¨²ltimos treinta a?os, se me ocurri¨® decir, al hilo del asunto de las cuotas, que mientras no vivi¨¦ramos en una sociedad que aceptara de manera natural la igualdad esas cuotas deber¨ªan cubrirse con mujeres altamente preparadas. Tras la charla se me acercaron dos j¨®venes que airadamente me recriminaron el comentario, calific¨¢ndolo de discriminatorio. A m¨ª tambi¨¦n me gustar¨ªa, les dije, vivir en un ambiente en el que hubiera tantas mujeres ineficaces como hombres ineficaces hay en puestos de liderazgo, pero, de momento, nuestros errores o fracasos siempre son se?alados como si fueran consecuencia de la condici¨®n femenina. Un ejemplo: el gesto serio en la dimisi¨®n de un pol¨ªtico se suele interpretar como signo de solemnidad; en una mujer, como el c¨¦lebre n¨²mero de los pucheritos.
De qu¨¦ manera nuestro escenario ha cambiado: ?Somos el mismo pa¨ªs en el que el presidente se fotografiaba con un Gobierno que cumpl¨ªa las cuotas de igualdad? Hoy, arrastrados por la derrota y la crisis, los socialistas parecen haber dicho: ahora vamos a hablar de cosas serias. Y debe ser que lo serio, como el soberano, es cosa de "barones", porque han desaparecido de la foto todas aquellas mujeres que parec¨ªan representar una nueva forma de hacer pol¨ªtica. En cuanto a la discusi¨®n que mantuve con aquellas j¨®venes, creo que hab¨ªa algo de raz¨®n en ambos lados. A los que piensan que las mujeres han desaparecido por su incompetencia, yo les pedir¨ªa que se fijaran un poco en los hombres que ahora deciden el futuro de ese partido: algunos son tan valientes que s¨®lo han criticado a Zapatero cuando estaba p¨²blicamente defenestrado. Pero tambi¨¦n es verdad que teniendo en cuenta la condescendencia del juicio hacia las mujeres, es preciso que sean fuertes como rocas.
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