Eternamente joven
Al margen de su traducci¨®n concreta en el sistema pol¨ªtico, las movilizaciones de estos d¨ªas en las plazas de nuestras ciudades son interesantes porque permiten visibilizar algunos rasgos de esa categor¨ªa abstracta a la que solemos llamar juventud. A pesar de la heterogeneidad de los concentrados, un grupo destacado de las personas convocadas son j¨®venes que han decidido expresar su malestar. Se ha hablado de los ni-ni y de la generaci¨®n de 1978, pero ?a qui¨¦n nos referimos exactamente cuando hablamos hoy de juventud?
Algunos historiadores afirman que la edad media de los fallecidos en la I Guerra Mundial eran los 22 a?os. Hoy, en Occidente, una persona de 20 a?os es considerada un ni?o que no sabe lo que quiere, que necesita protecci¨®n y ni siquiera puede so?ar con ser h¨¦roe de su propia historia. Actualmente, tambi¨¦n una mujer que es madre a los 22 a?os suele suscitar sorpresa y preocupaci¨®n. Sin lugar a dudas, a esta infantilizaci¨®n de la juventud ha contribuido un sistema econ¨®mico que retrasa la edad de emancipaci¨®n familiar hasta los 32 a?os. Estos j¨®venes tard¨ªos son v¨ªctimas de la precariedad en un mundo que les niega una vivienda y un trabajo dignos. Los j¨®venes treinta?eros se ven obligados a compartir piso como si fueran estudiantes porque ning¨²n Parlamento se ha preocupado por considerar la vivienda un derecho fundamental. Adem¨¢s de las incertidumbres propias del mundo global, los j¨®venes de hoy, los mejor formados de nuestra historia, deben hacer frente a una situaci¨®n laboral precaria e incierta en la que se multiplican y alternan las pr¨¢cticas y becas con los contratos de aut¨®nomos o de tiempos cortos. Se acabaron los trabajos para toda la vida y las trayectorias profesionales lineales y coherentes. Incluso rozando los 40, muchos j¨®venes luchan hoy por "encontrar algo" y sobrevivir en un mundo de "adultos" que solo les genera frustraci¨®n. Que con el 40% de paro juvenil las protestas hayan tardado tanto en florecer solo se explica por la eficacia de las redes familiares, que se han convertido en una especie de Estado de bienestar paralelo que cofinancia la vivienda y ofrece servicios de guarder¨ªa gratuitos.
Los aires del tiempo tienen poca relaci¨®n con la legitimidad y las razones de las protestas de los j¨®venes de estos d¨ªas
Esta obligada eterna juventud es fruto de los elementos estructurales de una econom¨ªa desregulada y un sistema pol¨ªtico desubicado. La paradoja es que tambi¨¦n sintoniza con un factor de ra¨ªz m¨¢s cultural que es la exaltaci¨®n perpetua de la juventud como valor central de nuestra existencia. Pero los aires del tiempo tienen poca relaci¨®n con la legitimidad y las razones de las protestas de los j¨®venes de estos d¨ªas. Cuando nadie esperaba nada de ellos, por supuestamente ap¨¢ticos, apol¨ªticos y materialistas, nos sorprenden con la defensa de los principios democr¨¢ticos m¨¢s b¨¢sicos. Asimismo, en estas movilizaciones se ha consolidado la centralidad y el tempo de las nuevas tecnolog¨ªas como forma de canalizaci¨®n de las inquietudes sociales y la reivindicaci¨®n de la pol¨ªtica. Son expresiones espont¨¢neas que se benefician de la rapidez y la instantaneidad del medio y que, a pesar de su aparente volatilidad, configuran un s¨®lido mapa de malestares. La generaci¨®n nacida en la ciberesfera est¨¢ acostumbrada a este nuevo lenguaje, a navegar en comunidades virtuales en las que puede reinventar su identidad una y otra vez, sin compromisos firmes y con todas las opciones siempre abiertas. Estos j¨®venes reclaman democracia real y, a la vez, viven familiarizados con redes poco institucionalizadas que no exigen lealtades ¨ªntegras ni exclusivas a sus miembros, sino que dependen ¨²nicamente de la intensidad de la comunicaci¨®n virtual. En este sentido, es interesante constatar que es un movimiento ainstitucional en su sentido m¨¢s amplio, que se desarrolla fuera de partidos pol¨ªticos, sindicatos, Parlamentos y Gobiernos pero tambi¨¦n de la Universidad. Por el momento, no se trata de un movimiento estudiantil ni ha habido huelgas universitarias; han sido concentraciones basadas en adscripciones personales. La democracia exige un debate p¨²blico constante y fuerte que las nuevas tecnolog¨ªas pueden favorecer, pero tambi¨¦n requiere unas estructuras pol¨ªticas s¨®lidas y perdurables que no pueden permitirse ser eternamente j¨®venes. Resultar¨¢ interesante observar c¨®mo unas instituciones democr¨¢ticas basadas en viejos tiempos ser¨¢n capaces de canalizar las demandas de unos j¨®venes formados en valores radicalmente opuestos.
Judit Carrera es polit¨®loga
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.