Siria ensangrentada
El embrionario frente contra Bachar el Asad debe ser apoyado por las potencias democr¨¢ticas
La oposici¨®n siria no existe como tal. No hay l¨ªderes populares y respetados, es grande la desconfianza entre activistas y en su acefalia abundan los j¨®venes sin afiliaci¨®n conocida. De propiciar este estado de cosas se encarg¨® en su d¨ªa Hafez el Asad, mod¨¦lico asesino de su propio pueblo y padre del actual dictador, aplastando a sangre y fuego cualquier disidencia. Por eso, por su car¨¢cter inaugural, tiene importancia la reuni¨®n en Turqu¨ªa de cientos de opositores para intentar forjar un frente unido contra Bachar el Asad, responsable de la despiadada represi¨®n que ensangrienta el pa¨ªs ¨¢rabe.
Que la secretaria de Estado Clinton se?ale ayer que El Asad ha perdido "casi toda" su legitimidad no deja de ser un sarcasmo brutal ante una situaci¨®n en la que m¨¢s de 1.000 sirios han sido asesinados por las fuerzas del r¨¦gimen, y muchos m¨¢s encarcelados y torturados desde que comenzara en marzo la revuelta contra la corrompida dictadura alau¨ª. Es poco probable que a causa de las sanciones simb¨®licas puestas en pie por Obama y la Uni¨®n Europea el d¨¦spota sirio se sienta disuadido de seguir bombardeando con sus tanques ciudades y pueblos, de eliminar con francotiradores a civiles desarmados o de ordenar matanzas masivas, como la de Deraa. Washington, ¨²nico actor con capacidad para alterar decisivamente los acontecimientos, sigue viviendo por conveniencia en la m¨¢gica idea de que puede acabar abrazando el reformismo.
Bachar el Asad sobrevive pol¨ªticamente contra toda dignidad porque se ha hecho indispensable para el orden de una regi¨®n explosiva. Hasta Israel, enemigo declarado, o Turqu¨ªa prefieren un tirano que mantenga tranquilas sus fronteras a cualquier posibilidad de anarqu¨ªa o colapso en Damasco. Y, por supuesto, Jordania, L¨ªbano, el aliado iran¨ª o los palestinos.
En este tr¨¢gico contexto, decantado del lado de los verdugos, el Consejo de Seguridad, EE UU y la UE est¨¢n obligados a poner todo su peso detr¨¢s del embrionario frente opositor de Antalya, que Damasco ha intentado silenciar anunciando una amnist¨ªa para presos pol¨ªticos. Las reticencias entre los propios disidentes, sus divisiones o su disparidad importan mucho menos que este primer paso hacia una conciencia de la dignidad colectiva frente al tirano. La sangre masivamente derramada lleva la revuelta siria hacia un terreno sin retorno. Las potencias democr¨¢ticas no pueden defraudar esta esperanza.
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