Ret¨®rica castellana

Antes eran fondas o pensiones las que daban cuartel en los pueblos. Ahora son hoteles de una prestancia y con una historia que ya quisieran para s¨ª muchas capitales... Se puede decir tal cosa de esta casona transformada en posada real, la marca de excelencia de Castilla y Le¨®n, que guarda el paso desde principios del siglo XX a quienes se internan en el casco viejo de Ar¨¦valo. En esa hist¨®rica encrucijada de calzadas reales floreci¨® una juder¨ªa que pudo ser en el siglo XV la segunda del reino de Castilla y cuya prosperidad atrajo a la nobleza m¨¢s encumbrada. Isabel la Cat¨®lica pas¨® en ella buena parte de su juventud.

Las cinco familias que fundaron la villa en los albores de la Reconquista (Brice?o, Montalvo, Verdugo, Sede?o y Tapia) dan nombre hoy a la posada. Si levantaran la cabeza... Porque lo cierto es que la fachada de tan se?ero edificio, cimentado en unas ruinas del siglo XIII, ofrece un aspecto m¨¢s bien lamentable con una torre de sillas apiladas junto a la puerta principal y una ambientaci¨®n mesonera que deval¨²a el significado de los blasones adheridos a los muros del patio-restaurante. La recepci¨®n tampoco entusiasma, muy recargada de objetos in¨²tiles, como esos espejos orondos. All¨ª, el servicio atiende con la amabilidad habitual de las recepciones de hotel espa?olas, siempre inclinado a cumplimentar con meticulosidad los tr¨¢mites de registro y filiaci¨®n.

Al fondo, perceptible desde la calle con sus jarras y platillos, se abre el buf¨¦ de desayunos, presididos por un mural fotogr¨¢fico de gent¨ªo supuestamente tomado en Ar¨¦valo a?os ha. El car¨¢cter del negocio aconseja un buf¨¦ m¨ªnimo, ni muy sabroso ni muy ins¨ªpido, ambientado por un televisor vociferante a petici¨®n de la parroquia.

Arriba se superponen dos plantas de habitaciones comunicadas por una escalera consecuente con la reforma de la casona, en madera de verdad, tallada a mano y resistente al paso de una caballer¨ªa. M¨¢s vale pasar por encima de sus adornos... Los dormitorios ofrecen una amplitud suficiente para el viajero de paso, sin pretensiones desacordes con un confort suficiente y un servicio amable. Decoradas con varias gamas de maderas y contrachapados, sin ton ni son, las paredes parecen gustarse a s¨ª mismas empapeladas de floripondios.

En la misma t¨®nica, el cuarto de ba?o consigna la prevalencia de la t¨ªpica ba?era decimon¨®nica sobre el acto contempor¨¢neo de ducharse para ahorrar agua. Costumbres aparte, la ley obliga. As¨ª le ocurre al testigo de emergencia instalado justo encima de la puerta, junto a la cama, deslumbrante a la hora de conciliar el sue?o. Dan ganas de subirse a una silla y desactivarlo, aunque se descuajaringue. La noche aqu¨ª se cotiza a 65 euros, raz¨®n m¨¢s que suficiente para soportar las cursiler¨ªas de la posada y su ret¨®rica linajuda en el trayecto de Madrid al norte.