"El mundo empresarial va muy por delante de los pol¨ªticos respecto al cambio clim¨¢tico"
Le han llamado exagerado y apocal¨ªptico, pero Nicholas Stern (Hammersmith, Reino Unido, 1946) ha demostrado en su vida y en sus estudios que camina con los pies sobre la tierra. A este economista vivo y r¨¢pido le debe el mundo la misma cuota de concienciaci¨®n sobre el problema del cambio clim¨¢tico que a Greenpeace o a Al Gore, por poner dos grandes ejemplos medi¨¢ticos. El informe que Stern fabric¨® para Tony Blair y que vio la luz en 2005 con 700 p¨¢ginas fue el origen para que los foros m¨¢s poderosos tomaran conciencia de la gravedad del asunto.
Stern salt¨® a la esfera p¨²blica con los laboristas y su trabajo se convirti¨® en la base de varias pol¨ªticas posteriores. Advert¨ªa que si no se tomaban medidas urgentes, el crecimiento disminuir¨ªa entre un 5% y un 20% a nivel global y la desertizaci¨®n de varias zonas del planeta originar¨ªa movimientos masivos con sus consecuentes conflictos. Una pol¨ªtica de desprecio y brazos ca¨ªdos ante el problema medioambiental acarrear¨ªa pobreza y tensi¨®n.
"Espa?a podr¨ªa convertirse en un S¨¢hara en 100 a?os si no actuamos"
"Tenemos 10 o 15 a?os para reaccionar. Si no, el futuro no ser¨¢ halag¨¹e?o"
Todav¨ªa la pelota est¨¢ en el tejado de los dirigentes mundiales. Se han tomado medidas, pero no se est¨¢ actuando con la urgencia que ¨¦l desear¨ªa ver. El mundo de la empresa ha reaccionado mejor, a su juicio. Y las nuevas potencias encaran con m¨¢s determinaci¨®n la lucha contra el cambio clim¨¢tico que las viejas.
Lo comenta Stern en su despacho de la London School of Economics, la universidad en la que ense?a y donde celebra la noticia de haber recibido el Premio Fronteras del Conocimiento, otorgado por la Fundaci¨®n BBVA, que ¨¦l recoger¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 15 en Madrid.
Anda estos d¨ªas revuelto. No es que haya perdido el Wimbledon, el club de f¨²tbol por el que suspira. Ha sido abuelo. Algo que acrecienta su conciencia: "Si no actuamos r¨¢pido, la generaci¨®n que nace ahora puede que sufra las consecuencias", asegura. Si no queremos que la temperatura del planeta aumente cinco grados, algo catastr¨®fico, hay que reducir las emisiones para que no alcancen al ritmo actual las 550 partes por mill¨®n en el a?o 2050. Es necesario ponerse a limpiar ya.
No s¨¦ si, cinco a?os despu¨¦s de su informe, la situaci¨®n en el mundo con respecto al cambio clim¨¢tico es mejor o peor. ?Se han adoptado las medidas oportunas? ?Se han quedado cortos? ?Nos hemos concienciado? Si miramos hacia atr¨¢s, se han producido grandes cambios. Por ejemplo, en lo referente a la pol¨ªtica, la econom¨ªa y los negocios. Si nos remitimos a los a?os previos, en la reuni¨®n del G-8 que tuvo lugar en Gleneagles (Escocia) en 2005, los asuntos principales fijados por Tony Blair para tratar fueron ?frica y el cambio clim¨¢tico. Sobre lo primero hab¨ªamos hecho un gran trabajo preparatorio, m¨¢s que sobre el cambio clim¨¢tico. Era la primera vez que una reuni¨®n de ese nivel abordaba el desarrollo de un continente como ?frica y trataba de ver su ayuda al desarrollo. Exist¨ªa una enorme concienciaci¨®n en el asunto, cosa que no ocurr¨ªa con respecto al cambio clim¨¢tico. No les parec¨ªa una cuesti¨®n seria ni grave a tratar. Chirac y Blair eran los ¨²nicos a los que realmente preocupaba. Los funcionarios que suelen preparar estas reuniones ni se lo hab¨ªan planteado, les parec¨ªa anecd¨®tico y que no era el lugar para discutirlo. Para ellos era menor. Hoy es uno de los grandes temas en cualquier agenda de Estados pol¨ªticamente al m¨¢ximo nivel, incluyendo nuevas potencias como Brasil, China o India. En 2007, ya Angela Merkel, durante su periodo de presidencia europea, le dio prioridad y mostr¨® un fuerte compromiso con ello. As¨ª que lo hemos visto crecer. Hoy no existe un pol¨ªtico serio que lo ignore.
?Ni siquiera la irrupci¨®n de la crisis lo ha relegado? En ese nuevo contexto, la atenci¨®n de los dirigentes disminuy¨®. No es l¨®gico, ni recomendable, porque se ha dispersado justo cuando el momento requer¨ªa mayores esfuerzos. Lo normal y lo m¨¢s sano para invertir en este tipo de iniciativas aparece cuando disminuye la presi¨®n sobre los recursos. Pero el mundo desarrollado ha desviado la atenci¨®n, sobre todo Estados Unidos. Si nos fijamos en los pa¨ªses m¨¢s industrializados, particularmente es as¨ª. Pero existen otros, vuelvo a insistir, Brasil, India, China, que lo han abordado mejor.
Aunque en el caso de China se debe a razones de aut¨¦ntico inter¨¦s. Han desarrollado toda una industria de energ¨ªas renovables. Lo han hecho de manera muy honrosa. China est¨¢ dirigida por ingenieros, la mayor¨ªa proceden de universidades punteras como Tsinghua en los ¨²ltimos a?os.
?Se lo han tomado muy en serio? Desde luego. Conocen a fondo los riesgos que corren. Son muy vulnerables. La poblaci¨®n de las zonas costeras y lo colindante con el Himalaya es muy alarmante. Gran parte de su agua proviene de all¨ª, saben que est¨¢ en peligro. Han aprendido viejas lecciones para las nuevas zonas en constante crecimiento. El antiguo desarrollo basado en importaci¨®n y exportaci¨®n no da para m¨¢s y buscan nuevos sistemas de crecimiento que favorezcan el consumo de su propio mercado, as¨ª como modos de energ¨ªa limpia. En eso se est¨¢n dejando el cerebro, la inventiva, con propuestas de innovaci¨®n constantes.
?Tan pr¨¢cticos como radicales? Absolutamente. Hay que tratar de observarlos de forma diferente respecto a nosotros en Europa. El rev¨¦s de la crisis econ¨®mica nos ha afectado tan profundamente que otros han tomado el relevo buscando nuevas formas de crecimiento basadas en alternativas buenas para el medio ambiente. Pero debemos aprender que una buena pol¨ªtica econ¨®mica busca nuevas v¨ªas de progresar cuando los modelos se agotan. Es lo que ocurri¨® en los tiempos de la revoluci¨®n industrial; si la analizamos, vemos que cont¨® con periodos de inversi¨®n, innovaci¨®n y creatividad.
Buscar alternativas a lo da?ino es lo natural. Como cuando la contaminaci¨®n del carb¨®n en Londres llev¨® a la sociedad a buscar otros modelos de energ¨ªa. Aquello fue en la ¨¦poca de su infancia, ?no? Cuando yo iba al colegio, en los a?os cincuenta, hab¨ªa periodos en los que ten¨ªa que ir andando porque el aire era tan pesado y espeso que no arrancaban los autobuses. Te dabas cuenta de que algo no funcionaba, qu¨¦ era, y pon¨ªas remedio. Esto de ahora es mucho m¨¢s profundo porque causa da?os mayores y tiene el inconveniente de que es a escala global. Adem¨¢s, no se ve como entonces se ve¨ªa la niebla o se nota la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica.
?Es cuesti¨®n de que los cient¨ªficos se ganen nuestra fe cuando predican este Apocalipsis? S¨ª, es toda una prueba racional.
?Fe en la raz¨®n? Evitar¨ªa esa palabra, fe, y la sustituir¨ªa por compromiso. Compromiso con la racionalidad.
Perfecto. Mi opini¨®n sobre las posturas pol¨ªticas ha cambiado radicalmente desde 2005 o 2006. Algunas cosas han ido a mejor, con pasos adelante y hacia atr¨¢s por parte de EE UU y con posiciones dubitativas en la UE. Pero en lo que se refiere al mundo empresarial, se ha producido un fen¨®meno extraordinario. Muchas grandes compa?¨ªas se han situado a 10 o 15 a?os vista y son conscientes del problema. Saben que hay que bajar sensiblemente las emisiones y se esfuerzan en innovar. Los coches que se fabrican en Europa desde hace cinco a?os son menos contaminantes. ?Qui¨¦n hubiese pensado que las grandes marcas tendr¨ªan ya preparados modelos h¨ªbridos a estas alturas? Se est¨¢n anticipando, y la creatividad es extraordinaria en campos como la transmisi¨®n el¨¦ctrica, bater¨ªas, como los materiales de construcci¨®n de edificios. Es mucho m¨¢s sostenible. Empresas como Walmart o Dupont han ahorrado energ¨ªa por valor de millones de euros, algo que redunda en sus beneficios. Son cambios radicales.
Les trae a cuenta. ?Son m¨¢s de fiar que los pol¨ªticos en esto? El mundo empresarial se est¨¢ moviendo, y lo hace r¨¢pido y con eficacia. Va muy por delante de los pol¨ªticos respecto al cambio clim¨¢tico. No todos, pero poco a poco se va imponiendo como un asunto primordial. Los cient¨ªficos tambi¨¦n han propiciado una concienciaci¨®n importante en el ¨¢rea privada. Si uno tiene en cuenta globalmente a la esfera pol¨ªtica, industrial, cient¨ªfica, se avanza. Pero m¨¢s por los dos ¨²ltimos aspectos que por el primero.
Tambi¨¦n las cat¨¢strofes aumentan esa conciencia, quiz¨¢ m¨¢s que nada cuando se observa el peligro de cerca. En ese aspecto se aprecian fen¨®menos, nuevos registros: el aumento de la temperatura en Rusia es mayor que nunca. Lo mismo que las inundaciones en Pakist¨¢n, dram¨¢ticas. Hay que ser cuidadosos para no caer en el catastrofismo, porque todo es cuesti¨®n de probabilidades y no conviene sacar conclusiones generales de sucesos precisos. Aun as¨ª, lo que la ciencia nos dice es que estos cada vez m¨¢s frecuentes acontecimientos ser¨¢n comunes si no tomamos las medidas adecuadas. Hay que sacar conclusiones de las cat¨¢strofes cuidadosamente. Es crucial no exagerar para no pervertir argumentos porque la realidad en s¨ª es suficientemente grave.
No me extra?a que sea usted tan cauteloso. Cuando apareci¨® el famoso informe, se le tach¨® de catastrofista. Pero visto hoy, creo que usted fue hasta optimista en sus conclusiones. ?Se le malinterpret¨®? Pues le dir¨¦ una cosa. Me acusaron de eso, pero fui extremadamente prudente.
Le digo que fue optimista porque, en aquella ¨¦poca, lo que usted vino a decirnos es que est¨¢bamos a tiempo de tomar medidas. Y sigo siendo optimista. Hoy poseemos una perspectiva m¨¢s clara sobre el alcance del problema y se han desarrollado muchas alternativas. As¨ª que en lo que se refiere a lo que seremos capaces de hacer sigo siendo optimista. Pero de lo que no estoy seguro es de que realmente logremos hacer lo que hoy sabemos que es necesario, seguimos disponiendo de tiempo para reaccionar, pero empiezo a dudar de que nos movamos suficientemente r¨¢pido. Observo de nuevo una preocupante dejadez y falta de valent¨ªa.
?Dice que hay dejadez porque lo ha comprobado usted mismo dentro del Gobierno cuando trabaj¨® para los laboristas? Se fue y todav¨ªa muchos se preguntan por qu¨¦. Bueno, siempre hab¨ªa planeado estar un tiempo. Soy un profesor universitario, la pol¨ªtica en mi vida ha sido un par¨¦ntesis. Entr¨¦ en la Universidad cuando ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os. Esa ha sido mi vida, como servidor p¨²blico no he pasado m¨¢s de tres a?os y medio de mi carrera. As¨ª me lo plante¨¦ siempre, como un corto periodo. Tengo que decir que fue una etapa apasionante porque la materia de la que deb¨ª ocuparme lo era, pero gen¨¦ticamente no estaba programado.
?Para la pol¨ªtica? Fui, repito, un servidor p¨²blico feliz. ?La pol¨ªtica? ?Qu¨¦ no es pol¨ªtica?
Ya, como perfil, me refer¨ªa. Pero sin duda prefiere el de ahora en su vida como abuelo. ?Sus nietos habitar¨¢n un planeta m¨¢s limpio que el nuestro? Eso espero, a no ser que frenemos. Si no aceleramos en lo que hay que hacer, se producir¨¢n grandes movimientos migratorios, y eso agudizar¨¢ varios conflictos.
Pero esa ha sido la historia de la humanidad. El movimiento perpetuo. No a esta escala. No en estas dimensiones. Hablamos de cientos de millones de personas afectadas en lugares del planeta que se volver¨¢n inhabitables. Espa?a podr¨ªa convertirse en otro desierto del S¨¢hara dentro de cien a?os, una parte del mundo que adoro y admiro. Bangladesh puede quedar sumergida; California, convertida en otro desierto. Son cambios que originar¨¢n un movimiento masivo. Eso es lo que est¨¢ ahora en riesgo si no actuamos r¨¢pido. Conocemos la historia lo suficiente como para saber que las migraciones originan su tensi¨®n, y a este nivel ser¨¢n graves, dram¨¢ticas. Si no ponemos remedio, la generaci¨®n que nace ahora lo empezar¨¢ a sufrir.
Desde un observatorio de futuras generaciones y liderazgo como la London School of Economics, ?qu¨¦ piensa de los j¨®venes? ?Estar¨¢n preparados para afrontar esos problemas? ?Se f¨ªa? Mucho. Los j¨®venes de esta generaci¨®n viven intensamente el momento, pero tambi¨¦n se muestran inquietos y preocupados por lo que pueda venir. Imaginan el mundo cuando tengan 40 a?os o 70. Hace 20 a?os lo eran mucho menos. Probablemente los de ahora sean conscientes de que tendr¨¢n que hacerse cargo de sus futuras pensiones. Las percepciones cambian, es normal. Ahora ha surgido una conciencia, y los j¨®venes de hoy no dudar¨¢n en pedir cuentas si nosotros actuamos de manera negligente. Se lo toman muy en serio, al menos a los que pregunto en la universidad. En cuanto a m¨ª, insisto, no pido ya una concienciaci¨®n del problema en s¨ª, que he comprobado que existe, sino un paso m¨¢s: la certeza de que es necesario actuar r¨¢pido, la falta de convencimiento sobre lo urgente que es el problema me preocupa.
?La lentitud es entonces ahora nuestro peor enemigo? No hemos estado a una temperatura de 5 grados por encima de lo normal desde hace 30 millones de a?os, algo que nosotros como especie desconocemos porque los Homo sapiens habitamos la Tierra desde hace 200.000 a?os y nuestra civilizaci¨®n tal como la conocemos apenas data de hace 7.000. Hablamos de un periodo equivalente a la edad de hielo hacia el que estamos avocados si no reaccionamos con urgencia. Tenemos 10 o 15 a?os; si no, acabaremos encerrados en un futuro nada halag¨¹e?o.
No es que nos dirijamos hacia el fin del mundo, sino a uno muy diferente. S¨ª, pero para eso es necesario romper la cadena actual basada en consumo, producci¨®n y emisiones. Si seguimos as¨ª, emitiremos 50 billones de toneladas al a?o, lo que detendr¨¢ nuestro desarrollo y nuestro crecimiento. Debemos bajar las emisiones a alrededor de 20 billones; si lo conseguimos, progresaremos; si no, seremos vencidos por el cambio clim¨¢tico, este traer¨¢ un empobrecimiento absoluto. Uno lleva a otro; si no logramos pararlo, ambos nos habr¨¢n derrotado.
En lo referente al movimiento, su familia lo ha conocido por motivos distintos. Su padre huy¨® de Alemania despu¨¦s de la noche de los cristales rotos. ?C¨®mo se vivi¨® aquello en su familia? ?Se hablaba del asunto? No mucho. Era un trauma. Mi abuela muri¨® en un campo de concentraci¨®n y mi padre no lo comentaba a menudo. Tampoco lo elud¨ªa, pero hab¨ªa que preguntarle, no sal¨ªa de ¨¦l. Fuimos siempre conscientes de todo. Mis tres hermanos y yo. Aquella fue una de las causas principales del compromiso civil de mi padre. ?l fue un hombre activo en pol¨ªtica a nivel de barrio, de calle. Se dedic¨® a fondo a combatir el fascismo y el racismo. Para ¨¦l era una obligaci¨®n moral y lo dej¨® claro. Nosotros heredamos en gran parte esa conciencia. Ten¨ªa una personalidad muy fuerte, amaba la vida y no estaba amargado, pero aquello le marc¨®. Sab¨ªa perfectamente diferenciar el bien del mal y los deberes del individuo en una sociedad cuando se ve acechado por ciertos males.
?Y qu¨¦ fue de su abuela? ?D¨®nde le perdieron la pista? Imagine el dolor que eso le hab¨ªa causado a mi padre. Investig¨® en los archivos, donde pudo, quiso saber d¨®nde hab¨ªa ido a parar. Pudo m¨¢s o menos saber cu¨¢ndo hab¨ªa dejado su pueblo y llegar a imaginar que acab¨® en Letonia, pero no con seguridad. ?l fue desafortunado con su experiencia y yo tremendamente afortunado de aprender todo lo que aquella vivencia le hab¨ªa ense?ado.
?Y le dej¨® una profunda conciencia izquierdista? ?l no fue en absoluto un dogm¨¢tico. Simplemente se centraba en construir un mundo mejor, mostraba mucho inter¨¦s por la pol¨ªtica mundial y se esforzaba por abrir su mente.
El PSOE le incluy¨® a usted entre aquel equipo de expertos internacionales que perfilaron su ¨²ltimo programa electoral. A su juicio, ?han cumplido? Nosotros nos limitamos a aportar ideas. Joseph Stiglitz es un gran amigo m¨ªo y me convenci¨®. Insistimos mucho en el cambio de modelo para buscar nuevas formas de crecimiento. Desde la perspectiva europea, Espa?a se ha convertido en un pa¨ªs que abandera con fuerza esa necesidad.
Pero quiz¨¢ tarde y presionada despu¨¦s por un contexto econ¨®mico traum¨¢tico. De nuevo las empresas han tomado la iniciativa en ese campo. En ese relato novedoso que debemos formular, varias empresas espa?olas se ganar¨¢n un puesto de liderazgo. Espa?a puede jugar un papel fundamental en ese nuevo mapa del crecimiento convenciendo a los pa¨ªses europeos m¨¢s lentos en ese campo. Sus logros en innovaci¨®n y su posici¨®n estrat¨¦gica en la Europa actual le dan buenas perspectivas, si lo aprovecha y puede permitirse el lujo de presionar en ese sentido.
?Quiere decir si la crisis se lo pone f¨¢cil? ?Qu¨¦ nos ha ocurrido, seg¨²n usted? Su punto d¨¦bil ha sido la burbuja inmobiliaria. Espa?a no ten¨ªa un grave problema de d¨¦ficit p¨²blico. El consumo y la econom¨ªa de las familias estaban muy atados a esta burbuja. Un problema que tambi¨¦n se dio en Estados Unidos, Irlanda, Reino Unido... Eso origina graves desajustes fiscales y financieros, es un asunto potente del que cuesta mucho recuperarse. Si cuesta arrancar con el crecimiento, los obst¨¢culos se complicar¨¢n.
Quiz¨¢ es el momento de aprender recetas e iniciativas de las nuevas potencias. De pa¨ªses como India o China, donde usted ha trabajado. En China, durante 20 a?os, y en India, mucho m¨¢s. Nos empujan y los ayudamos con experiencia. La colaboraci¨®n entre China y Espa?a en materia de energ¨ªas renovables es ejemplar. Redundar¨¢ en beneficios a corto plazo. Pero tambi¨¦n en lo que todo eso supondr¨¢ de pujanza para esta nueva revoluci¨®n industrial en la que estamos embarc¨¢ndonos.
De su experiencia en India, ?qu¨¦ ha aprendido? He trabajado en Palanpur, un pueblecito donde voy una vez al a?o desde 1974. Hemos hecho ya seis estudios sobre la situaci¨®n que se vive all¨ª, he llegado a echar ra¨ªces observando sus cambios. La macroeconom¨ªa hay que vivirla en el terreno. Lo que aprendes en ese tipo de comunidades es que la creatividad prende en cualquier parte del mundo. El papel de los pol¨ªticos es dar lugar a unas condiciones objetivas en las que esa creatividad se pueda encauzar y dar frutos. Eso es lo que me interesa de la esfera p¨²blica. Propiciar eso. El gusto por la vida, por la familia, por la belleza, por la m¨²sica prende en los individuos y es curador. Ese es el camino, porque si no se dan las condiciones, lo que brota es la brutalidad y la violencia. No podemos ser ingenuos y pensar que ese lado oscuro no nos amenaza.
Los contrastes de la vida. Como en el f¨²tbol que usted tanto ama. S¨ª, desde ni?o. Soy seguidor del Wimbledon, pero nada que ver con el Barcelona. Es el mejor equipo de f¨²tbol que he visto en mi vida. La selecci¨®n de Brasil se le puede acercar, pero no llega a tanto. Nunca vi una cosa igual.
Entre Londres, China y Palanpur
Nicholas Stern (Hammersmith, Reino Unido, 1946) tiene una envidiable capacidad de adaptaci¨®n al medio. Lo mismo investiga en su despacho de la London School of Economics que sobre el terreno en Palanpur (India). Lo mismo aprendi¨® las bases de la pol¨ªtica a pie de calle gracias a su padre que se desenvuelve ahora en la C¨¢mara de los Lores.
Economista y acad¨¦mico, logr¨® gran notoriedad mundial con el informe que lleva su apellido por encargo del Gobierno de Blair. Ha trabajado en las universidades de Oxford y Warwick, as¨ª como en el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts, la Escuela Polit¨¦cnica de Par¨ªs, el Instituto Indio de Estad¨ªstica y la Universidad del Pueblo en China. Fue vicepresidente del Banco Mundial y ha recibido el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundaci¨®n BBVA.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.