Huellas de vikingos en la arena
Un colectivo cultural de A Mari?a notifica a la Xunta el hallazgo de una posible fortificaci¨®n normanda en la playa de San Rom¨¢n, en O Vicedo
En A Mari?a no sorprenden las historias de vikingos. All¨ª todo el mundo da por sentado que los hubo, y en abundancia, aunque otros muchos perecieran ahogados poco antes de tocar la costa, se cuenta que por los rezos y las cruces que dibuj¨® en el aire el Bispo Santo. Y se sabe que por esto el Mondo?edo grande, el que todos los gallegos conocen, existe con ese nombre y es adem¨¢s sede episcopal. Porque el Mondo?edo peque?o, San Marti?o de Mondo?edo, pegado al mar, en Foz, estaba demasiado expuesto a los ataques, tanto que la reina Urraca opt¨® en el siglo XII (ya muerto el santo que obraba naufragios masivos de invasores pelirrojos) por trasladar el obispado al interior, al Val de Brea. Pese a dejar de ser cabecera de la provincia cat¨®lica, San Marti?o conserva su bas¨ªlica del siglo X, considerada la catedral m¨¢s antigua de Espa?a, y una fiesta anual que tambi¨¦n se podr¨ªa declarar predecesora de todo macrobotell¨®n que se precie.
Al plantar patatas van sacando a golpe de sacho restos de cer¨¢mica
La primera pista la dio la toponimia: el promontorio se llama Os Moutill¨®s
Mientras Foz se prepara estos d¨ªas para celebrar, sumergida en vino, esta romer¨ªa que conmemora el milagro de San Gonzalo y el hundimiento de la flota normanda, Patrimonio se interesa por un posible yacimiento vikingo en la otra punta de A Mari?a.
La primera pista no apareci¨® en la arena, sino en la microtoponimia que se?ala ciertos elementos singulares de la playa de San Rom¨¢n, en O Vicedo. Seg¨²n se mira al mar, hay una peque?a ensenada a la izquierda conocida como O Porto. Algo m¨¢s a la derecha, emergen del agua dos rocas que se llaman (como otras muchas piedras que asoman a la superficie) Os Castelos. Y enfrente de ¨¦stos, separado del mar por la franja de arena, se levanta el promontorio extra?¨ªsimo de Os Moutill¨®s.
Existen en toda Galicia m¨¢s de cien lugares bautizados desde no se sabe cu¨¢ndo como motas, moutas, mouteiras y moutill¨®ns, y se considera que en esos determinados accidentes geogr¨¢ficos, elevados y con buena visibilidad, pudieron levantarse, en tiempos, diferentes infraestructuras defensivas.
Manuel Miranda, portavoz de Mari?aPatrimonio, incansable rastreador de vestigios del pasado (encontr¨® en Foz, por ejemplo, uno de los supuestos refugios donde se escond¨ªan, monte arriba, los lugare?os cuando llegaban los vikingos), cay¨® en la cuenta despu¨¦s de varias excursiones de que Os Moutill¨®s de San Rom¨¢n repet¨ªan fielmente el modelo de mota normanda.
Las llamadas motte & bailey, algo as¨ª como "mota y patio", han sido recuperadas en diversos lugares, sobre todo en Gran Breta?a e Irlanda. Eran castillos de car¨¢cter provisional que constru¨ªan al tomar tierra los normandos, con su parte de foso en primer plano, una gran elevaci¨®n donde se instalaba el puesto de defensa, sus parapetos, sus rampas y una explanada trasera en la que se ubicaban, protegidas, las viviendas. Manuel Gago, profesor de ciberperiodismo en Santiago y director del portal del Consello da Cultura Galega, cuenta en su blog Cap¨ªtulo Cero que un centenar de hombres pod¨ªan remover la tierra, abrir fosos y levantar un castillo de madera en cuesti¨®n de d¨ªas.
Se sol¨ªa decir que la forma de Os Moutill¨®s escond¨ªa un castro, "pero no tiene forma de castro; los castros se construyen al rev¨¦s", explica Miranda. El portavoz de Mari?aPatrimonio, un colectivo que da la voz de alarma cada vez que un particular, una empresa o una Administraci¨®n atentan contra los bienes culturales, cont¨® lo descubierto primero a Manuel Gago y, a finales de la semana pasada, se lo comunic¨® por escrito a Patrimonio. Esta semana los t¨¦cnicos de la Xunta empezar¨¢n a estudiar el caso.
Si las empalizadas, las viviendas y la torre defensiva fueron de madera, la principal huella que puede quedar hoy, adem¨¢s de la toponimia, es la forma de aquel mont¨®n de tierra mezclada con arena donde se asentaban. Su perfil es id¨¦ntico al de las motas normandas conocidas, y es evidente que no es un capricho de la naturaleza, sino obra de muchas manos humanas. Aunque las manos de otros hombres m¨¢s recientes se encargaron de modificarla poco a poco. Hace no mucho estuvo removiendo la superficie una pala excavadora y tambi¨¦n, dice Miranda, est¨¢ m¨¢s que demostrado que aquella tierra al borde del mar es "la mejor para las patatas".
Claro que gracias a los que botaron sus tub¨¦rculos durante a?os han ido aflorando restos de cer¨¢mica antigua, peque?os fragmentos machacados por el sacho que el defensor del patrimonio mari?¨¢n va fotografiando como pruebas del hallazgo, en la palma de su mano, cada vez que visita el lugar.
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