La maldici¨®n de la Casa Civil
Tres jefes del ministerio m¨¢s importante han abandonado el cargo por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n desde 2003
Podr¨ªa pensarse que sobre el influyente Ministerio de la Casa Civil (Presidencia), el organismo clave del Gobierno de Brasil, cuyo titular ha sido siempre visto como una especie de primer ministro en la estructura presidencial, pende una especie de maldici¨®n pol¨ªtica. De hecho, desde que Luiz In¨¢cio Lula da Silva lleg¨® al poder, en enero de 2003, son ya tres los ministros de la Casa Civil que han tenido que renunciar a su cargo. Y siempre por el mismo motivo: bajo acusaciones de corrupci¨®n.
El primero fue el exguerrillero Jos¨¦ Dirceu, antiguo presidente del Partido de los Trabajadores (PT), quien fue el alma de la transformaci¨®n del exsindicalista Lula -el barbudo, aquel dirigente que infund¨ªa miedo a la clase media- en un pol¨ªtico con corbata, vestido a la moda y con la barba recortada. Fue Dirceu quien ayud¨® a que la opini¨®n p¨²blica perdiera el temor a Lula, quien ya hab¨ªa sido derrotado tres veces seguidas en las elecciones presidenciales. Finalmente, en 2002, logr¨® ganarlas merced en gran parte a los consejos de Dirceu.
Un esc¨¢ndalo en el departamento casi acaba con la carrera de Lula
Lula se vio obligado a sustituir a Dirceu -por entonces postulado como su sucesor en la presidencia-, arrastrado por el famoso esc¨¢ndalo del Mensal?o, un caso de sobornos a diputados aliados para que votaran los proyectos del Gobierno. La corruptela estuvo a punto de arrastrar en 2005 al propio presidente.
Dirceu fue reemplazado por la tambi¨¦n exguerrillera Dilma Rousseff, entonces ministra de Minas y Energ¨ªa. Al elegirla m¨¢s tarde como candidata a su sucesi¨®n, Lula coloc¨® al frente del Ministerio de la Presidencia a la que era entonces el brazo derecho de Rousseff, la abogada Erenice Guerra, que acab¨® vi¨¦ndose implicada en un supuesto esc¨¢ndalo de tr¨¢fico de influencias y tuvo que ser relevada de su cargo en plena campa?a. La salida de Erenice sembr¨® dudas por un momento sobre la posibilidad de la elecci¨®n de Rousseff, ya que su sucesora en la Casa Civil era su principal colaboradora.
Y ahora ha llegado, con Palocci, la tercera dimisi¨®n. Siempre por supuesta corrupci¨®n del titular de la maldita Casa Civil. Palocci hab¨ªa sido no solo el articulador de la campa?a de Dilma, sino tambi¨¦n su hombre clave en la formaci¨®n del Gobierno y el gran interlocutor de Lula.
Quiz¨¢s, explican algunos analistas, el gran poder acumulado por ese ministro responsable de coordinar los otros departamentos y de ejercer de mediador entre el Gobierno, el Congreso y los partidos aliados -sin ideolog¨ªa pol¨ªtica, generalmente ¨¢vidos de cargos y de poder-, haga que el titular de este poderoso ministerio est¨¦ m¨¢s expuesto que otros a las tentaciones de la corrupci¨®n pol¨ªtica.
Dilma, vaciando de poder a dicho ministerio, quiz¨¢s est¨¦ queriendo acabar con la maldici¨®n que en los ¨²ltimos 10 a?os ha pesado sobre la omnipresente Casa Civil.
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