Callej¨®n sin salida
El rescate de Grecia ha fracasado; la pr¨®rroga del vencimiento de la deuda es el mal menor
La crisis griega se ha convertido en un aut¨¦ntico callej¨®n sin salida para las instituciones de la zona euro. Para superar una situaci¨®n potencialmente catastr¨®fica, evidente por el hecho de que Grecia necesita imperiosamente un segundo plan de rescate (no podr¨¢ acudir a los mercados de dinero en 2012 y solo dispone de liquidez para 2011), el ministro alem¨¢n de Econom¨ªa, Wolfgang Sch?uble, ha propuesto que los tenedores de bonos griegos prorroguen su vencimiento durante siete a?os. La sugerencia ha excitado el debate institucional. Bruselas y el BCE solo son partidarios de un aplazamiento si los titulares de la deuda lo aceptan voluntariamente, mientras que Berl¨ªn sostiene que los acreedores est¨¢n obligados a colaborar. Los mercados han reaccionado disparando el diferencial de deuda de Portugal e Irlanda y las agencias de rating pronostican ventas masivas de t¨ªtulos de ambos pa¨ªses, causadas por el miedo a que sean incapaces, como Grecia, de cumplir con los ajustes pactados.
La realidad es que Grecia, los pa¨ªses de la eurozona y el BCE se han quedado sin opciones. Los planes de rescate, tal como est¨¢n formulados, son un fracaso por razones que se han expuesto con insistencia: obligan a pol¨ªticas econ¨®micas restrictivas que obstaculizan el crecimiento econ¨®mico, imponen plazos perentorios para volver a la estabilidad presupuestaria y comprometen a los pa¨ªses rescatados a pagar intereses pr¨®ximos a los de mercado por las inyecciones de liquidez que reciben. Adem¨¢s, provocan conflictos pol¨ªticos de cierta virulencia, puesto que los ciudadanos se niegan a aceptar recortes en servicios b¨¢sicos. Por eso era urgente, ya desde finales de 2010, que tales condiciones fueran modificadas; urgencia que Alemania y Francia se han negado a reconocer.
En el caso de Grecia, la situaci¨®n es tan grave que las soluciones se limitan pr¨¢cticamente a una quita del principal de lo adeudado (nada menos que 146.000 millones de euros, gran parte en manos de bancos europeos, principalmente alemanes, que sufrieron ayer las consecuencias en el Eurostoxx) o una pr¨®rroga de los vencimientos. La primera opci¨®n equivale (as¨ª lo entender¨ªan los acreedores) a un impago; la segunda es el mal menor. Evita que Europa se vea obligada a inyectar m¨¢s dinero en Grecia (lo cual complace a Alemania) y aleja el riesgo de una quita, puesto que el aplazamiento implicar¨ªa una prima.
Pero tambi¨¦n tiene riesgos. Los acreedores confirmar¨¢n que los planes de rescate no funcionan y encarecer¨¢n la financiaci¨®n de todos los pa¨ªses que orbitan en la zona financiera gris de Europa. Que son casi todos, con excepci¨®n de Alemania, Holanda, Francia y quiz¨¢ Finlandia. Las evidencias se imponen; los gobiernos de la eurozona han de admitir que los rescates tienen que ser reestructurados, valga la iron¨ªa, y que la gesti¨®n de la crisis financiera, pilotada ostensiblemente por Alemania y Francia, ha sido deplorable. Y lo peor es que a este callej¨®n sin salida se ha llegado, como quien dice, por no perder votos en Baja Sajonia o en Schleswig-Holstein.
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