Un Narciso sin pantalones y a lo loco
De pretendido car¨¢cter autobiogr¨¢fico, la creaci¨®n de Rub¨¦n Olmo resulta otro pase de tuerca, rosca y medida. Si faltaba por consolidarse el transformismo en la danza espa?ola (a la manera hilarante que lo hacen los chicos del Trocadero con el ballet cl¨¢sico), el bailar¨ªn andaluz se ha lanzado a ello de lleno. En un cuadro que pretende ser un homenaje a Manuela Vargas, no se sabe si en serio o en clave sat¨ªrica, Olmo se traviste y modula, mangas afaroladas incluidas, en la memoria de aquel Mirabr¨¢s que es historia y como tal debe ser respetado, venerado y si acaso, visitado desde una ¨®ptica mucho m¨¢s coherente, sin reivindicaciones de g¨¦nero que no vienen a cuento.
Todo comienza con el solista sin pantalones y con calcetines, dando unos saltitos que quieren ser cl¨¢sicos y son una simulaci¨®n mal articulada; despu¨¦s una clase, manido recurso a lo Gades, donde los artistas lucen camisetas tuneadas con nombres venerables: Pilar L¨®pez, Vicente Escudero, Mario Maya, Antonio Ruiz Soler. Pero no hay urdimbre teatral sino posturas y m¨¢s posturas extremadas, rozando el amaneramiento gratuito. Intermedio, Olmo se disfraza del Cristo Nazareno (esta vez sin corona de espinas: antes la luc¨ªa) y luego con un remedo de El Molinero picassiano (como Escudero, con una pernera arrumbada a la rodilla). La acumulaci¨®n de imaginer¨ªa abruma.
TRANQUILO ALBOROTO
Coreograf¨ªa: Rub¨¦n Olmo e Israel Galv¨¢n (Falsa farruca); m¨²sica: Juan Parrilla, A. Diassera y otros; vestuario: Justo Salao y Eduardo Leal; luces: Lu¨ªs Rodr¨ªguez. Teatro Fern¨¢n G¨®mez. Hasta el 11 de junio.
Puro narcisismo
Como no se puede promulgar una ley sobre la duraci¨®n prudente de los espect¨¢culos de danza, habr¨¢ que seguir apelando al sentido com¨²n: a Tranquilo alboroto le sobran 45 minutos, es un caj¨®n donde hay demasiadas cosas y se diluyen las calidades. En la coreograf¨ªa de Galv¨¢n, se identifica su estilo, pero queda aislada en medio de tanto volante y terciopelo: puro narcisismo.
Las estampas se salvan por el siempre excelente trabajo artesano de Justo Salao en la ropa de mujer, dando un verdadero recital de modos y maneras de traje andaluz en todas sus vertientes, desde el acento corralero de los jaleos al preciosismo indiano de las guajiras. Al final, otro desatino: Olmo con mallas de bailar¨ªn cl¨¢sico y mant¨®n de Manila en un fraseo tan cursi como la sucesi¨®n de acrobacias de la venerable tela bordada con flecos.
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