El recambio
Vive el PP el punto m¨¢s c¨¢lido de su primavera municipal y las im¨¢genes de los dirigentes del PSOE se vuelven cada d¨ªa m¨¢s oto?ales y cansadas. Lo nuevo es esto: la potencia ins¨®lita del PP andaluz, el abatimiento socialista, la irrelevancia (¨²til a uno u otro de los dos polos dominantes) del resto de los partidos, la petrificaci¨®n impenetrable del bipartidismo en el momento en el que el bipartidismo goza de menos simpat¨ªa general. La derrota del PSOE el 22 de mayo, tan contundente, con 290.000 votos de desventaja respecto al PP en Andaluc¨ªa, ha anonadado al aparato del partido, at¨®nito, como si hubiera vivido ciego y sordo antes de las elecciones, en un sue?o, como si los socialistas no pisaran la calle o antes de salir al aire libre se pusieran una coraza contra el enemigo fan¨¢tico, es decir, contra la mayor¨ªa de los votantes.
Bastaba dar un paseo, sin preguntas, s¨®lo con los o¨ªdos abiertos, para percibir en la calle, del barrio m¨¢s bajo al m¨¢s alto, la irritaci¨®n ante las ocurrencias sucesivas del actual presidente de Gobierno. Pero los socialistas se ensimismaban en su mundo triunfal, y ahora la derrota se ha convertido en derrotismo. Lourdes Lucio recog¨ªa hace una semana en estas p¨¢ginas, en plena ebriedad del desastre, la resacosa confidencia de un dirigente del PSOE andaluz: "Yo firmaba ahora mismo mantener los resultados del 22 de mayo". Quienes hace muy poco se presentaban como invencibles, hoy, a la hora de expresar un deseo, se conformar¨ªan con perder y seguir gobernando.
Lo m¨¢s interesante vendr¨¢ despu¨¦s de la constituci¨®n de los Ayuntamientos y las diputaciones: ?se romper¨¢ el PSOE en el choque, que no ha terminado? ?C¨®mo usar¨¢ el PP sus nuevos poderes en su estrategia para obtener mayor¨ªa absoluta no solo en las inminentes elecciones regionales, sino tambi¨¦n en las nacionales, en las que las ocho provincias andaluzas interpretan un papel principal? El plan inmediato de los dos partidos coincide, a pesar de lo divergentes que PP y PSOE se muestran en el escenario pol¨ªtico: Javier Arenas promete austeridad y Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n contenci¨®n del gasto. En lo fundamental los dos est¨¢n de acuerdo: no hay dinero. Pero es mayor la sabidur¨ªa publicitaria del PP, porque "austeridad" tiene connotaciones virtuosas, sugiere sobriedad y moderaci¨®n, y "contenci¨®n de gastos" suena a fr¨ªa burocracia contable. Las palabras pol¨ªticas fuertes vienen del partido fuerte en cada coyuntura.
El PSOE y el PP parecen compartir una visi¨®n clara del momento econ¨®mico. Yo, sin embargo, pol¨ªticamente hablando, estoy bastante desorientado. Vivo en un municipio gobernado por el PP desde hace m¨¢s de diez a?os, con dos mayor¨ªas absolutas consecutivas, cada vez m¨¢s absolutas. Aqu¨ª, donde vivo, los programas de los dos partidos coincid¨ªan pr¨¢cticamente, aunque el PP acusaba a la Junta socialista de los proyectos fallidos o eternamente aplazados, y el PSOE acusaba al Ayuntamiento popular. Yo solo pude sacar una conclusi¨®n de estas dos visiones del mundo antag¨®nicas y profundamente id¨¦nticas: es una alegr¨ªa no sentirse responsable de nada. Envidio el feliz sentido de la irresponsabilidad de populares y socialistas. La culpa de todo lo malo siempre la tiene el enemigo.
Cuantos m¨¢s a?os gobierna una autoridad m¨¢s dif¨ªcil resulta quitarle el poder, y mucho m¨¢s si gobierna por mayor¨ªa absoluta, con la oposici¨®n anulada. Los alcaldes del PP empiezan a perpetuarse en los municipios donde mandan. La mayor esperanza para su rival ¨²nico, que debe conocer el mecanismo por experiencia, quiz¨¢ sea ¨¦sta en este momento: al cabo de unos treinta a?os de gobierno de un mismo partido los intermediarios y beneficiarios del clientelismo han alcanzado tal volumen que se consideran aut¨®nomos respecto del partido gobernante, al que sienten ya como una limitaci¨®n para la que buscan recambio.
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