La dama del 'New York Times'
Jill Abramson: "S¨¦ que no he conseguido este trabajo por ser mujer. Lo he logrado porque soy la persona m¨¢s cualificada para desarrollarlo". Lo dice la nueva jefa de 1.200 periodistas
Parece inevitable que cuando una mujer rompe el techo de cristal que tradicionalmente le estaba reservado como tope, los cumplidos y halagos que recibe suelen ser estereotipos masculinos. "Tiene m¨¢s pelotas que los Yankees de Nueva York", dijo de ella Al Hunt, hoy responsable de la oficina en Washington de Bloomberg News y quien contrat¨® a Jill Abramson cuando era jefe de The Wall Street Journal en la misma ciudad. Por aquella ¨¦poca, 1999, otro comentario sobre Abramson publicado en Village Voice era m¨¢s burdo y elevaba esos mismos atributos masculinos a la categor¨ªa de "pelotas como melones de acero".
Jill Abramson, de 57 a?os, ser¨¢ la primera mujer que dirija el prestigioso The New York Times, una instituci¨®n dominada durante mucho tiempo por el g¨¦nero masculino, en sustituci¨®n del actual director, Bill Keller, que regresar¨¢ a la escritura para la revista semanal del rotativo. El g¨¦nero: esa ha sido la cualidad m¨¢s destacada por los medios de comunicaci¨®n al informar del ascenso de Abramson en la vieja dama del periodismo, que ya ha cumplido 160 a?os. Y sin embargo, la propia Abramson ha tenido sentimientos encontrados en otras ocasiones respecto a ese tema. "?Cu¨¢ndo dejaremos de decir 'la primera mujer que...'?", se preguntaba la periodista en un art¨ªculo que public¨® en el Times en 2006 con motivo de otro hito alcanzado por una colega de profesi¨®n. Entonces, Katie Couric se convert¨ªa en la primera mujer que presentaba en solitario un informativo de las grandes cadenas.
Despu¨¦s de a?os tumultuosos en el Washington de Bush, volvi¨® a Nueva York victoriosa y con cicatrices
La mujer llamada a dirigir una nueva era del Times envi¨® su primer mensaje en Twitter hace tres d¨ªas
"S¨¦ que no he conseguido este trabajo por ser mujer. Lo he logrado porque soy la persona m¨¢s cualificada para desarrollarlo", declaraba Abramson en los d¨ªas siguientes al anuncio de su nombramiento. Sea como fuere, muchas de las mujeres de la generaci¨®n de Abramson que ejercen o ejerc¨ªan el periodismo se han sentido reivindicadas con la noticia. Estas mujeres han visto la ascensi¨®n de Abramson como una victoria casi personal. Seg¨²n el ¨²ltimo censo de la American Society News Editors (ASNE), solo hay un 34% de mujeres en puestos de responsabilidad y liderazgo en los peri¨®dicos. No es tan lejano para las contempor¨¢neas de Abramson el hecho de que la Sociedad de Periodistas Profesionales no permiti¨® la entrada de mujeres en su fraternidad hasta 1969.
En la propia casa que ahora dirigir¨¢ Abramson se vivi¨® en 1974 una demanda por discriminaci¨®n sexual interpuesta por las mujeres del Times, en la que denunciaban que ni una sola mujer aparec¨ªa en la mancheta de 21 directivos que conformaban el organigrama del diario; y que adem¨¢s el salario semanal medio de un reportero hombre era 59 d¨®lares m¨¢s alto que el de sus colegas femeninas. El peri¨®dico lleg¨® a un acuerdo extrajudicial y compens¨® econ¨®micamente a 550 mujeres de la plantilla.
Pero eso ya es historia. El d¨ªa de su nombramiento, a principios de junio, la propia Abramson reconoci¨® en la redacci¨®n del Times que los tiempos han cambiado. Al recordar a sus predecesores -como suelen hacer los directivos cuando asumen nuevo cargo y siempre citan a hombres-, la nueva directora reconoci¨® que ella se sustentaba "en otros hombros". "Hablo de las mujeres del Times que han tenido que luchar para que sus trabajos se tomasen en consideraci¨®n y de todas aquellas que lo han logrado", explic¨®. Abramson mencion¨® a Janet Robinson, a la excolumnista Anna Quindlen, a la actual columnista (y amiga ¨ªntima) Maureen Dowd, y a las periodistas -ya fallecidas- Robin Toner y Nam Robertson, esta ¨²ltima autora del libro The girls in the balcony, t¨ªtulo en referencia a la barrera desde la que las mujeres tuvieron que ejercer el periodismo porque les estaba vedado el acceso, en tiempos no tan lejanos.
De ADN -y fuerte acento- neoyorquino forjado en el Upper West Side de Manhattan, Abramson creci¨® con una biblia distinta a la que exist¨ªa en muchos hogares. "En mi casa, para mis padres, lo que dec¨ªa el Times era la verdad absoluta. El Times sustitu¨ªa a la religi¨®n", explica. Licenciada en Historia y Literatura por la universidad de Harvard, colabor¨® con la revista Time en las elecciones presidenciales de 1976 y despu¨¦s pas¨® por CBS Noticias, The American Lawyer y Legal Times antes de recalar en 1988 en la oficina en Washington del The Wall Street Journal. Casada con su compa?ero de universidad Henry Griggs III, con quien tiene dos hijos, Abramson conoci¨® en 1997, en un encuentro literario, a la periodista del Times Maureen Dowd. De ah¨ª surgi¨® una amistad que llevar¨ªa a Dowd a pasar muchas horas junto a la cama del hospital donde Abramson yaci¨® durante semanas tras ser atropellada por un cami¨®n en 2007. Dowd era la que hab¨ªa preguntado a Abramson si sab¨ªa de alguna reportera femenina que el diario debiera contratar y ella se ofreci¨® como ejemplo. As¨ª pas¨® a engrosar las filas del diario en la redacci¨®n de Washington. Entre 1999 y 2000 escal¨® posiciones y lleg¨® a ser la responsable de la oficina del Times en la capital de la naci¨®n.
Los a?os vividos en Washington fueron tumultuosos pol¨ªticamente. Los ataques del 11-S y la invasi¨®n de Irak convulsionaron a la Casa Blanca y a los medios de comunicaci¨®n. Podr¨ªa decirse que Abramson vivi¨® bajo asedio, el de la Administraci¨®n de George W. Bush y de la controvertida reportera del Times Judith Miller [quien asegur¨® antes y durante la guerra de Irak, en varios art¨ªculos, que hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva en ese pa¨ªs, entre otros asuntos]. Tambi¨¦n viv¨ªa bajo el asedio del entonces director del rotativo para el que trabajaba, Howell Raines, que no acababa de confiar en su criterio y que la quer¨ªa fuera de Washington.
Abramson sobrevivi¨® a todas las batallas. Raines estuvo menos de dos a?os al frente del New York Times de Nueva York y dimiti¨® tras el esc¨¢ndalo de plagio e historias inventadas de Jayson Blair. El fiasco de la guerra de Irak tambi¨¦n est¨¢ en las hemerotecas, al alcance de todo el mundo. En el verano de 2003, a los 49 a?os de edad, Abramson volv¨ªa al hogar como un soldado que regresa del campo de batalla, victoriosa, pero con cicatrices. Entonces decidi¨® tatuarse el hombro derecho para conmemorar la vuelta a su ciudad. El tatuaje elegido fue un token, la ficha que se utiliza para acceder al metro de Nueva York. "Habiendo crecido aqu¨ª, amo el metro, te lleva a todos los sitios", explicar¨ªa Abramson. Pero la verdadera raz¨®n de su elecci¨®n es otra y obedece a la leyenda que se inscribe en los tokens: "V¨¢lido solo para un viaje". "Esa es mi filosof¨ªa", explica la nueva directora del Times. "La frase es la perfecta combinaci¨®n de una gran filosof¨ªa y la ciudad que amo y en la que nac¨ª".
Junto a Bill Keller, Abramson ha vivido como su n¨²mero dos los dif¨ªciles tiempos que ha enfrentado -puede que todav¨ªa enfrente, la tormenta no ha amainado del todo- el Times y el resto de la prensa mundial. La vieja dama del periodismo mantiene su robusta redacci¨®n de 1.200 periodistas, pero no ha sido inmune a la crisis econ¨®mica global y de los medios. Para hacer frente a los nuevos tiempos que ya est¨¢n aqu¨ª, Abramson ha pasado los ¨²ltimos seis meses sumergida en el ¨¢rea digital del peri¨®dico. Como ¨²ltima curiosidad de su biograf¨ªa, la mujer llamada a dirigir una nueva era del Times envi¨® su primer mensaje en Twitter hace solo tres d¨ªas. No es ni bueno ni malo. Es solo un dato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.