V¨ªctimas de un filme de terror real
Eva Mendes es la ¨²ltima famosa acosada por un admirador obsesionado
Eva Mendes es la ¨²ltima estrella que se suma a esa larga lista tristemente justificada como el precio de la fama. La belleza hispana de 37 a?os tuvo que recurrir esta semana a una orden judicial para mantener a raya a esos peligrosos, o cuando menos engorrosos, fans obsesionados con las estrellas. En el caso de Mendes, su acosador se llama John C. Luna. Tiene 39 a?os y desde 2008 lo dej¨® todo por la Cindy Crawford hispana. Se mud¨® a California y consigui¨® entrar en casa de la actriz.
Pero el acoso del que son v¨ªctimas las estrellas es un fen¨®meno que est¨¢ a la orden del d¨ªa y que, con la proliferaci¨®n de las redes sociales y de la prensa del coraz¨®n, no ha hecho m¨¢s que aumentar. Aunque la historia de estos seguidores es anterior a las nuevas tecnolog¨ªas como demuestran los casos de John Lennon, asesinado en la puerta de su casa. O el fan¨¢tico enamorado de Jodie Foster que para llamar la atenci¨®n de su amada, intent¨® acabar con la vida del presidente Ronald Reagan.
El fundador de Facebook sufri¨® la persecuci¨®n con su novia y su hermana
Una seguidora fue detenida al creer que Keanu Reeves era el dios Osiris
Pero sin llegar a estos extremos, el acoso puede venir de sujetos con cara de buenas personas como Jack Jordan, el hombre que durante a?os acos¨® a Uma Thurman invadiendo su camerino en Mi super exnovia o enviando misivas de amor a la actriz donde aparec¨ªan dibujos de tumbas abiertas. O rostros sat¨¢nicos como el de David Cocordan, el hombre al que Lindsay Lohan denunci¨® por acoso. Los hay que llevan su obsesi¨®n en la piel, como el quiosquero chileno Millijenko Parserisas Bukovic que lleva ya 82 tatuajes de Julia Roberts en el cuerpo. Otros la toman con las parejas del objeto de su deseo como le ocurri¨® a Thomas Weldon, detenido tras intentar atropellar al entonces esposo de Sandra Bullock, Jesse James, o a Grim LeRogue, que intent¨® atacar al deportista Alex Rodr¨ªguez por haberle robado el coraz¨®n de su amada, Cameron D¨ªaz.
A pesar de lo preocupante de estas obsesiones irrefrenables, hay algunos ejemplos que por chocantes resultan hasta curiosos. Por ejemplo Isis, detenida tras allanar el camerino de Keanu Reeves en el rodaje de Ultim¨¢tum a la Tierra, al creer que el actor canadiense era la encarnaci¨®n del dios Osiris. O cuando Karen McNeill, detenida al entrar en la casa de Justin Timberlake, esgrimi¨® como argumento que se lo hab¨ªan pedido las brujas de Broadway. Al seguidor cincuent¨®n de Miles Cyrus se lo pidi¨® la propia cantante, envi¨¢ndole mensajes codificados en cada una de sus apariciones televisivas, seg¨²n declar¨® a la polic¨ªa.
No solo de Hollywood se alimentan las obsesiones y este a?o Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, consigui¨® una orden de alejamiento contra Pradeep Manukonda, de 31 a?os, para mantenerle alejado tanto de ¨¦l como de su novia o de su hermana ante las numerosas misivas y mensajes que le dejaba. El humorista David Letterman consigui¨® la misma orden para Margaret Mary Ray, enamorada hasta la m¨¦dula del presentador estadounidense y dispuesta a todo con tal de estar a su lado.
Los hay que al menos dirigen sus obsesiones malentendidas contra ellos mismos, como Ricardo L¨®pez, quien obsesionado con Bjork decidi¨® suicidarse cuando la cantante islandesa se enamor¨® de otro, no sin antes enviar un explosivo casero a la int¨¦rprete, objeto que afortunadamente fue interceptado antes de causar da?o a nadie.
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