Personajes arquet¨ªpicos
A la gente le gustan las buenas historias. Con tantos equipos y tantos partidos, en la temporada regular de la NBA resulta dif¨ªcil encontrarlas. Vale, tenemos la trifulca ocasional porque el jugador Y a lo mejor se ha acostado con la esposa del jugador Z, pero la mayor¨ªa de las noches son los jugadores de la A a la L jugando contra los jugadores de la M a la X y la historia es m¨¢s ap¨¢tica que una estrella del rock entrada en a?os la noche despu¨¦s de que su mujer le haya dejado.
Sin embargo, cuando la temporada queda reducida a dos equipos, como en la final de la NBA, resulta mucho m¨¢s f¨¢cil encontrar una historia.
Este a?o, el guion de la final de la NBA ha quedado de la manera siguiente: 1. La mayor¨ªa de la gente no se da cuenta de lo bueno que es Dirk Nowitzki posiblemente porque es humilde, posiblemente porque no es estadounidense y posiblemente porque juega en Dallas. 2. En medio del revuelo que rodea a LeBron James, nos hemos olvidado de lo importante que es ganar para Dwyane Wade. 3. En medio del revuelo que rodea a LeBron James, nos hemos olvidado de lo poco que sabe LeBron James de ganar. 4. Esta final ha sido realmente muy entretenida.
El ¨²ltimo de los puntos es, por supuesto, el m¨¢s importante. Tambi¨¦n se da la casualidad de que el ¨²ltimo depende en gran medida de los tres primeros, lo que nos da una indicaci¨®n sobre el hecho de que los tres primeros ni siquiera son parte del guion. Son la base para crear la clase de personajes que son necesarios para una buena historia.
Los personajes se consideran buenos o logrados o, si prefieren usar una palabra divertida y profunda, arquet¨ªpicos cuando es f¨¢cil ver algo de nosotros en ellos. Todos nos hemos sentido como LeBron James: tensos y sin estar totalmente preparados para el momento. Y todos nos hemos sentido como Dirk Nowitzki: infravalorados y con miedo a que sea siempre as¨ª. Pero no basta con crear personajes buenos o arquet¨ªpicos. Tiene que haber conflicto. En el caso de la final de la NBA, es un reloj que corre, una canasta desde 3,05 metros, unos millones de aficionados, lo que pas¨® en el ¨²ltimo partido, lo que podr¨ªa pasar en el pr¨®ximo, c¨®mo est¨¢ rotando en la defensa Shawn Marion, si el bal¨®n resbala o si Erick Dampier volver¨¢ a jugar y cu¨¢ndo.
Entonces, cuando vemos c¨®mo reaccionan los personajes ante ese conflicto, surge una historia: Dwyane Wade se pone a la altura de las circunstancias, LeBron James se escaquea de ellas, Dirk Nowitzki realiza tiros con mucho arco, a Jason Terry lo fulmina el dios al que dio las gracias en su discurso pospartido... O, a lo mejor, solo a lo mejor, no ocurre nada de eso.
Esta ¨²ltima parte, por supuesto, es la raz¨®n por la cual vemos los deportes en primer lugar. Porque, a diferencia de los argumentos de los libros y de las pel¨ªculas a los que estamos acostumbrados, el guion que encontramos en los deportes es totalmente impredecible: puede cambiar en un segundo.
En la final de la NBA de 2011 no han faltado cambios as¨ª. Ha habido jugadas, tiros y partidos enteros que podr¨ªan haber acabado de forma distinta. Ha habido jugadores que reaccionaron como pens¨¢bamos que lo har¨ªan y jugadores que reaccionaron de una forma que nunca hab¨ªamos visto. Ha habido sorpresas, incoherencias y acontecimientos que jam¨¢s podr¨ªamos haber previsto. Todas estas cosas contribuyeron a que la final de la NBA de 2011 sea exactamente lo que cualquier aficionado a los deportes espera ver cuando se sienta: una gran historia.
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