Pol¨ªticos
Primer plano de una muchacha rubia, un joven de barba rizada, otro con cola de caballo. Est¨¢n callados, en actitud expectante, hasta que sus manos empiezan a moverse, a ondear en un oc¨¦ano de brazos levantados y manos abiertas. La c¨¢mara avanza entre ellas hasta detenerse en una escalinata por donde suben a toda prisa unos cuantos se?ores impecablemente trajeados, protegidos por una muralla de agentes antidisturbios. El espectador sabe ya que, entre los reci¨¦n llegados, algunos est¨¢n imputados en una gigantesca red de corrupci¨®n y tr¨¢fico de favores. Sin embargo, logran llegar al interior y tomar posesi¨®n de sus cargos ante un crucifijo.
Nadie hab¨ªa visto hasta ahora el principio de esta pel¨ªcula, pero su final es muy conocido. Se parece tanto a El Padrino III, que si sucediera en Roma, y no en Valencia, bien podr¨ªa resultar la cuarta entrega de la serie. Para la banda sonora, me quedo con el grito coreado en Madrid, ante el Congreso de los Diputados: "Llevamos la raz¨®n, y lo sab¨¦is". Al relacionar esa advertencia con una actuaci¨®n policial desproporcionada, que pretende fundarse en una agresi¨®n a las instituciones que ninguna c¨¢mara ha logrado recoger, la ¨²nica conclusi¨®n posible es que la raz¨®n y las manos abiertas se han convertido en armas peligrosas para un Estado democr¨¢tico.
La clave de esta pel¨ªcula no es una respuesta, sino una pregunta. ?Qui¨¦nes est¨¢n haciendo pol¨ªtica, los que gritan fuera o los que juran dentro? Seg¨²n el diccionario, ambos por igual. Pol¨ªtico es quien "interviene en las cosas del Gobierno y negocios del Estado", tanto como el ciudadano "cuando interviene en los asuntos p¨²blicos con su opini¨®n, su voto o de cualquier otro modo". Que ambas definiciones se hayan vuelto incompatibles es responsabilidad de los primeros. Por eso, los historiadores del futuro tratar¨¢n mucho mejor a los segundos.
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