Cerco violento
Los grupos radicales del 15-M ejercen una coacci¨®n inadmisible sobre el Parlamento catal¨¢n
Los sectores m¨¢s radicales del movimiento que naci¨® el pasado 15 de mayo en toda Espa?a cruzaron el Rubic¨®n democr¨¢tico ayer en Barcelona. Despu¨¦s de poner cerco en la tarde y noche del martes al parque de la Ciutadella, donde se halla el Parlamento de Catalu?a, grupos de manifestantes trataron de impedir ayer el acceso de los parlamentarios al hemiciclo para debatir los Presupuestos de la Generalitat para 2011, la ley de m¨¢s calado que anualmente presenta un Gobierno. La C¨¢mara legislativa catalana vivi¨® su momento m¨¢s tenso desde la restauraci¨®n de la democracia. Nunca un pleno hab¨ªa transcurrido en estas circunstancias.
Con su actitud, los concentrados trataron de coaccionar a los representantes democr¨¢ticamente elegidos por los ciudadanos de Catalu?a y quisieron obstaculizar el cumplimiento de su labor parlamentaria. La triste guinda del pastel fue la llegada en helic¨®ptero al Parlamento del presidente de la Generalitat, Artur Mas, y algunos de los consejeros de su Gobierno.
Parte de los concentrados, los m¨¢s radicales, no dudaron en recurrir al insulto o a la agresi¨®n pura y dura. Algunos diputados fueron zarandeados, muchos insultados y a unos pocos se les roci¨® con pintura. La forma en que algunos parlamentarios tuvieron que romper el asedio fue bochornosa. Ayer se cruz¨® la frontera entre la leg¨ªtima desobediencia civil y las reprobables actitudes violentas. La mayor parte de los concentrados se apercibieron de ello, pues en la asamblea celebrada por la tarde en Barcelona se critic¨® abiertamente y de forma mayoritaria a quienes participaron en agresiones y se reivindic¨® el car¨¢cter no violento del Movimiento del 15-M. Lo mismo sucedi¨® en Madrid.
Entre los indignados hay de todo. Tambi¨¦n entre los pol¨ªticos: los hay imputados, corruptos y, en una gran mayor¨ªa, gente que cumple con su deber con honestidad. Pero los movilizados deben tomar nota de ello y no reincidir en actitudes como la de ayer, que socavan su credibilidad y marcan una deriva abiertamente antidemocr¨¢tica. Es cierto que con el paso de los d¨ªas los grupos antisistema han acabado imponiendo su din¨¢mica en el movimiento. As¨ª, aunque la mayor¨ªa decidi¨® en asamblea levantar la acampada en la plaza de Catalunya, los irreductibles prosiguen con su ocupaci¨®n. La democracia representativa puede ser mejorable y algunas de las reivindicaciones de los indignados, de aplicarse, contribuir¨ªan a ello. Pero impedir el funcionamiento de sus instituciones, las ¨²nicas que representan leg¨ªtimamente a la mayor¨ªa, es entrar en una peligrosa v¨ªa incivil.
Cap¨ªtulo aparte merece la gesti¨®n de la seguridad por parte del consejero de Interior, Felip Puig. Desmesurado el pasado 27 de mayo con una carga desproporcionada en la plaza de Catalunya, tampoco supo dar ayer con la f¨®rmula que requer¨ªa dejar expedita la entrada al Parlamento catal¨¢n. Hizo lo que no deb¨ªa el primer d¨ªa y, en cambio, no hizo ayer lo que deb¨ªa para asegurar el funcionamiento del Parlamento sin coacciones de ning¨²n tipo.
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